Nunca había sentido tal dolor de cabeza. Mientras habría los ojos, empecé a asimilar los pequeños golpecitos que escuchaba en la puerta. No quería abrir por miedo de que fuera Dean aunque no había otro remedio. Miré el reloj de muñeca y vi que apenas tenía media hora para ducharme y salir pitando por la puerta para llegar al instituto a tiempo.
(Toc toc toc)
-Mia, soy yo, Brandon. Vamos a llegar tarde a clase.
-¡Salgo en 10 minutos!- los suficientes como para asearme y ducharme.Seguía en mi línea de confort a la hora de vestir. Opté por un pantalón de chándal suave y ajustado hasta los tobillos de color crema. Me puse una camiseta blanca amplia manga corta y mis adoradas e irreemplazables Converse.
Con el pelo suelto y la mochila colgada a un lado, salí rápidamente de la habitación para encontrarme con Brandon.-No nos da tiempo si vas a desayunar aquí. ¿Algo en especial para ir comiendo en el camino?
-¿Una manzana?
-Una manzana, bien. Vamos.Brandon me condujo por una puerta que no sabía a dónde iba a parar. Cuando encendió la luz, pude ver varios coches aparcados con cuidado en su respectivo sitio marcado. Contando a la ligera por lo menos habían siete.
-Ven, el gris es el mío.
Subimos a un lujoso coche gris que se encontraba al final del todo. Dejé mi mochila en los asientos traseros y me senté en el sito del copiloto. Solo en ese momento sentí como el frío calaba mis huesos. Sin poder evitarlo, me estremecí tan rápido como Brandon me pasó su sudadera.
-Ten. Pontela.
-No, dejalo... estoy...-el volver a encogerme de frío fue lo que me delató. Acepté la sudadera y me la puse como si fuera una desesperada. Me daba rabia estar siempre con las prisas, y más teniendo en cuenta que tenía una sudadera en la casa de Brandon sin estrenar.-Ah por cierto, coge la manzana.
-Dejalo, no tengo hambre.
-Mia...
-Por favor, no tengo hambre. Tu tampoco me obligues... -Me miró con cara de lástima mientras me ponía el flequillo detrás de la oreja.Llegamos al instituto cinco minutos tardes y entonces, y solo entonces, caí en la cuenta de que no había hecho los deberes. Tal vez si hubiese sido otra materia me daría lo mismo, pero tratándose de matemáticas, no. El señor Roch valoraba bastante el esfuerzo en clase ya que era consciente de que a la gran mayoría nos costaba su asignatura, así que a cambio de que el tuviera en cuenta nuestra actitud por nuestro beneficio, nosotros debíamos de esforzarnos.
-Bueno días clase. Voy a ir llamando uno por uno para que salgais a la pizarra. Esto... ¿Margo Abigail?
-¡Rachel! Dime que tienes los ejercicios hechos...
-Lo siento Mía. Solo he hecho los del final, ya sabes, mi apellido empieza por la S...
-Mierda...-¿Ethan Claus?
-Tengo que hacer algo... no puedo permitirme un cero en la nota de clase...
-Mia, deberías saber que la gente solamente hacen los ejercicios que le convienen... lo siento...-¿Nick Donovan?
-Estoy muerta...
-¿Mia Estrada?
-Esto... eh... -en ese momento, una bola de papel me dio justo en la frente. En cuanto la abrí, pude ver que era el ejercicio resuelto que me tocaba corregir. ¿Quién...?
-¿Mia Estrada? ¿Los tienes hechos?
-Sí, profesor Roch.Me levanté con la sudadera de Brandon que me llegaba más abajo de la cintura mientras me subía las mangas para no mancharla de tiza.
Cuando volví a mi sitio, vi como Rachel me dedicaba una mirada bastante animada y llena de chispa. Estaba claro que algo iba a comentar.
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El diario de Mia
Teen Fiction10 de septiembre. ¿Qué harías si volvieses a empezar tu vida en otro país? ¿Qué pasaría si allí estuviese la peor de tus pesadillas alias; Elisabeth ? ¿Y si desmantelaras todos los dramas familiares?¿Qué pasaría si estuvieras al borde de la muerte...