Las luces de mis días se agotan tras el radar de mis sensaciones, me aniquilan las verdades y me angustian los silencios. No dejo que el viento enfríe, el sol queme, y la mañana despierte. No permito que la realidad envejezca conmigo, solo me dejo llevar por esa libertad que regala espacios y crea momentos, aquella que contagia risas y renueva proyectos.
El tiempo es inmóvil e inútil. Yo viajo a través de él, yo ocupo, yo migro, yo dedico, yo estoy, yo soy. Avanzo o me congelo, el tiempo sigue ahí, la que trasciende soy yo, la que camina, cambia, crece, sobrevive o muere.
Y hoy estoy bajo esas luces encendidas que no dejo que se apaguen, por el simple hecho de que son luces ¿Que sería de ellas apagadas? ¿Existirían? Serian solo chance, existirían si las enciendo, estarían presentes si las necesitara, estarían... sé que cuando las busque ahí seguirán, existiendo cuando las encienda, porque yo les genero existencia, yo decido cuando son y cuando no. Pertenecen a mi tiempo, a ese del que quiero que sean parte.
Si abandono las luces, si las regalo, dejan de ser parte, dejan de ser mi tiempo, mi decisión. Ya no decido, ya no busco, ya no existen, ya no dependen.
Ese jueves vi como las luces brillaban e iluminaban toda su habitación, desde el espejo que habitaba sobre las maderas, hasta el último rincón olvidado de la misma. Terminé mi café y mi celular se encargó de recordarme la hora, la noche había nacido y yo seguía ahí. Lo saludé y salí por la puerta de atrás.
Aquellas luces ya no me pertenecían, cada paso que daba alejándome de su departamento marcaban su pertenencia, su vida. Me giré para observar su ventana, la imagen se debilitaba a medida que caminaba, la sombra de su cuerpo se manifestaba tras la luz, cuando las cortinas se hicieron presentes cubriendo el puente que me unía al pasado. Ya no quedaba nada, la oscuridad dominaba las calles y yo solo deseaba llegar a mi casa y encender la luz.
ESTÁS LEYENDO
Luces
RandomSi tuviéramos en nuestras manos la decisión de ejercer nuestro destino. Encenderías tu luz?