¡Por fin se había acabado la semana!
Esta vez ni Brandon, ni la alarma del móvil pudieron despertarme. Abrí lentamente los ojos cuando noté un cálido rayo de sol en mi piel. Era muy extraño que en Londres saliera el sol, pero no podía imaginar un mejor despertar.
Me metí rápidamente a la ducha para terminar de despertarme.
Al salir, me vestí con unos jeans rotos, una sudadera bastante olgada y con el pelo mojado, baje las escaleras lo más rápido que pude para encontrar la camiseta de James y la sudadera de Alan. Tenía un plan. Ya era hora de devolverles sus cosas así que hoy iba a ser el día. Me sentía con ganas y energía, como si alguien me hubiera conectado a la corriente. Alcancé un par de bolsas para meter la ropa y salí por la puerta sin desayunar ni avisar a nadie.
No tuvo pérdida el camino hasta la casa de James. Fui en metro hasta dos paradas más adelante que era donde se encontraba la casa de James. Estaba relativamente animada. No podía hacer gran cosa respecto a mis problemas, así que sólo me dedicaba a sonreír y a aceptar lo que viniese con el apoyo de Brandon.
Me quedé esperando en la puerta arrepintiéndome de no haber avisado con antelación. Pero ya estaba allí y no pensaba devolverme.
Estaba apoyada en la puerta cuando, sin darme cuenta, ésta se abrió haciéndome tambalear.-Encima de fea, torpe. Quitate de mi camino.
-Elisabeth...
-Muy bien, te sabes mi nombre... ¿quieres un premio?
-De ti no quiero nada.
-Mejor. Así sabrás que James es mío y no le querrás.
-James no es propiedad de nadie.
-¿Ah no...? Eso no es lo que me decía anoche al oído.
-¿Se puede saber de qué vas?
-Voy de lo que tú nunca serás en la vida.
-Menos mal. Nunca seré una fracasada como tú.- Elisabeth empezó a mirarme con más odio del que ya me tenía, pero no me intimidaba lo más mínimo.
-Escuchame bien mosquita muerta, ¿no te has dado cuenta? No encajas aquí. Tu grupito son mayores que tú y simplemente para ellos eres un juguete y un estorbo. Así que escuchame atentamente; no te volverás a acercar a James.
-¿O si no, qué?
-Te haré la vida imposible el resto de tu vida.
-No me intimidas lo más mínimo, ahorrate tus amenazas de pacotilla y pinta un bosque y pierdete.La dejé ahí plantada con cara de tonta. Y yo que pensaba que iba a tener un buen día... ¿Realmente James había pasado la noche con ella? No era de mi incumbencia, pero si así había sido, James ya no era digno de confianza. Él mejor que nadie sabía que Elisabeth me odiaba y hacía todo lo posible por arruinarme la vida, ¡y encima la apoyaba! Llamé al timbre más que furiosa, decepcionada. James me abrió la puerta y su cara de asombro reflejó exactamente qué no esperaba verme en ese momento.
-Toma- dije estirando mi mano para entregarle la bolsa que contenía su camiseta.- muchas gracias, adiós.
James estaba con apenas un pantalón corto de pijama y el pelo revuelto. Eso hizo que mis especulaciones aumentaran.
-¡Mia!Salí pitando de allí. No quería explicaciones y mucho menos un relato de lo que había pasado. Elisabeth, mi enemiga, había estado en la casa de James y eso era más que suficiente a mi parecer, como para retirarle la palabra. Esa arpía me lo había hecho pasar bastante mal, ¿y ahora James iba de amiguito, o a saber que más con ella?
Antes de ir a la casa de Alan, lo llamé para ver si no le pillaba ocupado. Él me dijo que no, que claro que podía ir sin ningún problema y eso fue lo que hice. Volví a subirme al metro y me puse los cascos para evadirme del resto de gente que había en él. Tres paradas más adelante, me bajé tal y como me había dicho Alan.
Él me estaba esperando una calle más adelante. Llevaba puesto otra sudadera similar a la que me dejó con unos jeans negros. Cuando le vi con la capucha puesta, caí en cuenta de que estaba lloviendo, así que le imité.-Bueno días Mía.
-Hola.- Alan me rodeó con los brazos haciéndome sentir mejor por lo de antes. Cuando nos separamos, comenzamos a andar.
-Ten, te he traído tu sudadera limpia. Siento haber tardado tanto...
-No te preocupes, será por sudaderas. Veo que te has aficionado a ellas.- me miró dándome a entender de qué se refería a la que llevaba puesta.
-Si, esto... bueno, son cómodas. Si te cuento un secreto, es de la sección de chicos.
-Mia...tengo exactamente la misma.
Alan explotó en risas dejándome con las mejillas coloradas. Todo era muy patético en mi.-Bueno, ¿te quedas a desayunar en mi casa? Podemos ver una película si te apetece.
-¿De verdad? ¡Me encantaría! Pero yo elijo la película...
-Como usted mande, capitana.A Alan no le sobraba gracia. Era una persona bastante cálida con la que cualquier persona podría entablar conversación sin dificultad. Después de pasar un par de calles, finalmente llegamos a su casa. Él también vivía por un barrio algo caro a simple vista.
Me invitó a pasar dentro mientras tiraba las llaves en el sofá.-Como si fuera tu casa. ¿Qué te apetece desayunar?
-Mm, lo que tu quieras.
-¿Tortitas con helado?
-¿Eso es un desayuno?
Mi cara de incredulidad pareció haberle causado gracia puesto que se llevó las manos a la tripa mientras se reía. Me uní a el por el simple hecho de que su risa era demasiado contagiosa.
-Sh... vamos a despertar a tus padres...
-No te preocupes, están trabajando. Voy a por las películas y algunas almohadas.Me quedé sola prestándole atención a las tortitas. Cuando estuvieron listas para comer, cogí los dos platos que habían encima de la mesa, las puse en ellos y lo lleve a la mesa del comedor.
-¡Alan, las tortitas ya están!- no se escuchaba ningún alma.-¿Alan?...
-¡Bombardeo!De repente pude ver cómo Alan me tiraba reiteradamente cojines a la cabeza y al cuerpo. Tardé segundos en reaccionar. Volví a coger los cojines que me había tirado y empezamos una guerra por toda la casa. Volaban plumas allá a donde mirabas.
-¡Vale! Propongo un tratado de paz.
-Me parece bien.Estaba hambrienta después de haber recorrido la casa de arriba a bajo persiguiendo a Alan.
-Mira, busca en esta caja. Son las películas de mi infancia.
Empecé a rebuscar en la caja que había ante mi, y vi un característico pez naranja en la portada.
-¡Nemo! ¿De verdad te apetece verla? Por favor, di que sí. ¡Me encantan las películas de Disney!
-Va... vaya... Mía, no conocía tu lado... infantil.
No podía estar más avergonzada. Mi lado infantil siempre estaba presente en mi, lo único que estás últimas semanas no eran propias para sacarlo. Sentía como Alan me miraba mientras atracaba el helado cuando por segunda vez en el día, volvía a ruborizarme.
-Esto... yo, bueno, no se. Supongo que soy demasiado infantil.
-No seas tonta, es muy bonito... Cuando has gritado "Nemo", me has hecho recordar mi infancia...Aquel momento lo interrumpió lo que parecía ser la melodía de su móvil.
-¿Diga? Ah hola tio... ¡Sí, claro que iré! Genial, pues vente un rato. Estoy con una amiga.
-¿Alan?
-Sí, sí... ¿la conoces?... Sí, Estrada. Bueno, vale. Te esperamos... adiós tío.-¿Quién era?
-Un amigo. Va a venir dentro de un rato. Parece ser que te conoce... ha dicho que estuvieses lista a las siete en mi casa, que pasaba a buscarte.Solo podía tratarse de...
-Nick.
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¡Hola!
¿Qué tal estáis? (Dejadmelo en los comentarios)
Parece que Nick no tira la toalla con Mía... ¿Esa fiesta traerá alegrías o más bien, dolores de cabeza?
¿Steph sabía que Alan estaba con Mía esa mañana? ¿Con ella él es también así de cariñoso?
¡Nos vemos en el siguiente capítulo!
¿Os ha gustado?¿Opiniones?¿Criticas constructivas? ¡Dejadmelo saber!
-N.
Pd: ¿Qué días preferís que suba capítulos?
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El diario de Mia
Teen Fiction10 de septiembre. ¿Qué harías si volvieses a empezar tu vida en otro país? ¿Qué pasaría si allí estuviese la peor de tus pesadillas alias; Elisabeth ? ¿Y si desmantelaras todos los dramas familiares?¿Qué pasaría si estuvieras al borde de la muerte...