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En aquel entonces me sentía aturdido. Desconocía tantas cosas, no comprendía absolutamente nada de lo que me pasaba y mucho menos tenía la capacidad para ponerme a pensar en el futuro que me deparaba si continuaba con la situación. Lo cierto era que apenas era el inicio de un sentimiento claramente absorto a mis pocos conocimientos en las relaciones.

Descubría un sentir que iniciaba con una pequeña chispa, que estaba esperando a tomar fuerzas y volverse en una peligrosa flama que podía arrasar todo a su paso.

Lo recuerdo tan vivaz dentro de mis más remotos pensamientos, que casi con meticulosidad puedo verle tan misterioso y frívolo como siempre solía serlo. Pero Yoongi era algo contradictorio, bastante me atrevería decir, porque así como podía ser misterioso; para mí era tan transparente y abierto, así como era frío, todo él era lo más cálido que pudieras tener entre tus brazos. Todo lo referente a él era caótico.

Sin embargo, no todo era un camino por el sendero más precioso que pudieras pisar. De alguna manera lo sabía, de alguna manera estaba preparado, así que no pude escapar de una de sus garras que me brindaba sin mucho pensar... De su amistad y confianza.

Yoongi parecía guardar en su pecho algo, algo que mi curiosidad no pasó desapercibido.

- Entonces, dentro de un par de semanas tendremos que festejar tu cumpleaño dieciséis. -

La tensión que por un momento se había formado cuando mis amigos salieron del cuarto, se esfumó al igual de rápido que abandonaron la casa.
Tenía muchas dudas sobre la relación destructiva que llevaba mi mayor, pero ¿Estaría bien preguntar e indagar a sus espaldas? Por supuesto que no, también sabía que Yoongi no me diría nada por más que insistiera.

En algún momento, después de tanta platica con temas banales, terminamos recostados en la cama queriendo conocernos un poco más. Estaba bien para mí y él parecía sentirse cómodo, después de todo, estaríamos en el mismo círculo social por nuestros amigos. Aunque algo de acercamiento ya se había creado mucho antes de ser directos y pasar a preguntas sobre la vida de cada quien.

-Se siente tan bien dejar de ser quinciañero- respondí con un soplido. -Sí, en un par de semanas. - afirme.

-¿Por qué? Estás mal- contradijo con una pequeña risilla. -¿Qué de divertido tiene ser mayor? Nada, te mintieron cruelmente.- su tono de voz me sonaba amargo.

-No puede ser tan malo- reí.- Puedes, no sé, ¿Hacer muchas cosas sin ser amonestado por tus actos? Así como salidas, beber y esas cosas que a todo adulto le gusta hacer.

Dejó de ver al techo y posó su vista en mí. Yo también le miraba detenidamente, Yoongi me parece un hombre muy lindo para ser precisamente éso, un hombre.

-Todos los niños tienen ese mismo pensamiento, la verdad es otra. Obtienes muchas responsabilidades automáticamente. No puedes andar por ahí deshaciendo a tu antojo, quizás las leyes de tu casa ya no sean válidas, pero las normas de allá afuera las tienes que cumplir sin chistar, Jimin. - dio una media sonrisa. -¿Me escuché como un buen adulto?

La sonrisa anterior me dejó cautivado. Estaba tardando en contestar y a cambio de mi silencio me dio una más amplia y brillante.

-Te hice reflexionar ¿No? Si que fui buen adulto.

-Un poco.- ambos sonreímos cambiando nuestra vista al techo. - Debería irme. - murmuré.

-Nadie te dice que te vayas, puedes quedarte si así lo deseas.

-Tú deberías estar en la fiesta.

-Tú deberías dormir ¿No se te ha pasado la hora de la siesta? - Lejos de mostrar enfado, me eche a reír atreviendome a golpear levemente su brazo cuidando de no hacerle daño. -¿Qué?- me acompañó en las carcajadas.

Ventajas de ser invisible «y.m» Donde viven las historias. Descúbrelo ahora