Capitulo 8

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Aparcamos en el estacionamiento, metiéndonos en las camionetas negras y ostentosas. Se podían distinguir entre todas. Había por lo menos unas 5.

—Bienvenidos jóvenes. Suban, estamos por irnos —ofreció el chofer de una de las camionetas.

Este hombre bien vestido y con anteojos de sol, cargo nuestras maletas. No tardamos en marcharnos. En la camioneta iban otras dos chicas aparte de nosotros.

Durante todo el viaje no hablé, me quedé pensando en la respuesta de Fede. «Si mi hermana no le interesa, entonces... ¿qué buscaba conseguir?»

La respuesta llegó.

«Acostarse con ella, como todos. Y lo logró.»

Las calles inundadas de carros, el sol hacía que brillaran. No tardaba en oscurecer y ya me imaginaba el hermoso atardecer.

Fede tomó mi mano, no me había percatado de que había cambiado de lugar con Ash. Ni mucho menos que el chofer había puesto una música espantosa.

—No quiero que estés enfadada conmigo —dijo cauteloso.

—No estoy enfadada, estoy molesta... enojada. Furiosa —escupí.

—Sé que odias a tu hermana, pero...

—No la odio —negué con la cabeza —. Odio lo que hace solamente —corregí.

— ¿Podrías abrazarme? el aire acondicionado está demasiado alto y el estúpido chofer no escuchara con su irritable canción si le digo.

No pude contener la risa.

Fede pasó su brazo sobre mi hombro, yo me acurruqué en su lomo. No sé qué tiempo tardaríamos, pero volvía a sentirme segura. Sentir que lo mejor apenas empezaba.

Al llegar a la corporación, nos dimos cuenta que había mucha más seguridad que la casa de un senador

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Al llegar a la corporación, nos dimos cuenta que había mucha más seguridad que la casa de un senador. Las puertas se abrieron y hombres armados aparecieron. Las camionetas pudieron entrar, no sin antes darles una revisión.

Una señorita con cabellos ondulados amarillentos nos estaba esperando en la puerta de las instalaciones. Su conjunto la hacía ver estilizada.

—Bienvenidos —dijo mostrando una sonrisa dientuda.

Los treinta jóvenes que éramos, jalábamos nuestra maleta, mirándonos unos a otros.

—Les mostraremos sus dormitorios y después de que se arreglen un poco, podrán ir a la recepción que ya se les tiene preparada —dio instrucciones haciéndonos caminar por el asfalto reluciente de las instalaciones.

— ¿Una recepción? —cuestiona Ash.

—Sí, nos darán de cenar. Será un banquete —explicó Fede.

Otras señoritas nos guíaron por una serie de casas, el complejo es demasiado extenso. Si no me equivoco. Abarca unas 20 cuadras. Este lugar incluye departamentos, oficinas y salones para eventos. Sin mencionar su espaciosa casa que solamente la divide un enorme jardín con alberca; es un tanto excluida y lo suficientemente reservada, pero aún se logra ver.

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