PRIMERA PARTE

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I

Pronto sería la boda de Thor Odinson y Jane Foster y todos los amigos de la novia y del novio fueron invitados a pasar un mes completo en Asgard, la tierra del dios nórdico. Darcy Lewis estaba entre ellos, ansiosa hasta el punto de que prácticamente brincó sobre la espalda de Selvig y sollozó de felicidad por su amiga y colega.

Amaba estas bodas con todo su corazón, pero amaba más verlas en televisión, donde las estilistas no podían alcanzarla con sus agujas y críticas miradas.

Darcy estaba quejándose del apretado –muy apretado– vestido de dama de honor que una de las más famosas y prestigiosas estilistas de Asgard, lady Risk, le tiró encima. Literalmente, creía que se veía como si tuviera puesta encima una carpa de circo.

—Le queda hermoso —dijo Lady Risk con un extraño y estrafalario atuendo. Su peinado también era extraño y cada vez que quería tocarlo para ver si era real, Jane la reprendía por ser una mujer demasiado curiosa e irremediablemente fisgona—. No me dio demasiado trabajo, no es demasiado ostentoso...

—Sí es algo apretado. —habló apenas.

—... como usted quería, lady Jane.

—¡Perfecto! —chilló la astrofísica, al mismo tiempo que Lady Sif, rodaba los ojos, engullendo un pastel color nata con cintas turquesas que había encontrado a un lado del mostrador de la entrada, del cual no le dio ningún pedazo. Tacaña.

—Parezco una de esas mujeres que compran todo a $99 en Wal-Mart. —se quejó Darcy.

Lady Sif arrugó la nariz.

—¿Qué es Wal-Mart?

—¡Exacto!

Se quiso reír del rostro de Jane, pero recordó que el vestido no la dejaba respirar y prefirió conservar su oxígeno a perder la cabeza.

Jane, por otro lado, no le hizo el más mínimo caso.

—Me lo llevo.

—¿No sería prudente preguntarme a sí me gusta? Ya saben, porque soy yo quien lo usa.

Lady Sif le tiró un trozo de pastel para llamar su atención y le hizo un gesto para indicarle que cerrara la boca. Justo antes de darse cuenta, Jane la miró como Godzilla miró a esos feos y raros monstruos que salieron en la última película de Gareth Edwards. Oyó una especie de gruñido proveniente de ella, luego giró el cuello como un búho.

180° grados de pura maldad.

Casi juró haber oído a alguien pronunciar; Noviazilla ha despertado.

Ella se aclaró la garganta en ese momento. Sabía cómo se ponía Jane cuando se proponía algo, era sumamente detallista y que sea su boda ponía las cosas aún peores.

—Lo que quiero decir, es que me encanta. Envuélvalo para llevar, señora Trinket.

El cuello de Jane volvió a su normalidad, mirando a Lady Risk con una enorme sonrisa.

—No sé quién es esa señora Trinket, pero si no quieren llevarlo...

—Nos lo llevamos. —aseguró Jane rotundamente.

Saliendo y entrando en nuevas tiendas se la pasaron toda la tarde, en busca de accesorios y más ornamentaciones que eran absolutamente paradójicas. Es decir, ¿quién necesitaba un ave –también medio rara– para que te lleve los anillos al altar? Jane ni siquiera la escogió a ella para llevarlos y sí a un ave que no podía ni volar.

¡Es mía! • Tasertricks.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora