Capítulo 31

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Los ignoró.

Arthur entró arrastrando los pies en casa con la rabia corriendo por su sangre y lo último que esperó encontrarse pese a que Sam se lo había dicho, era a un chico presentándose como Soojae. Le mostró una sonrisa sin ánimo, mirando de reojo a Sam, pasando junto al de pelo naranja sin dedicarle una palabra para ir directo a las escaleras y subir a su habitación. No tenía ganas de hablar con nadie, y mucho menos con el causante de que se encontrara en ese estado.

Todo era culpa de Sam.

Y de Sara, sobre todo de ella.

Aún no había cerrado la puerta a su espalda cuando su móvil volvió a sonar, haciendo que pusiera los ojos en blanco mientras iba a por la silla para bloquear la puerta e impedir que Sam tratara de entrar. Lo dejó sonar dos o tres veces hasta que estuvo sentado en la cama, con la espalda en el cabecero y las rodillas en el pecho. Se lo llevó a la oreja y se apretó el puente de la nariz con dos dedos.

—¡No me puedo creer que lo hayas hecho! —el grito de Sara le hizo resoplar.

—Pues yo sí me creo que David te lo haya contado —tiró de los cordones de sus zapatillas con irritación, profundamente ruborizado ante los gritos ilusionados y orgullosos de la loca que tenía por amiga—. Tampoco ha sido para tanto...

—No te desilusiones.

—¿Desilusionarme por qué? —jadeó, riendo casi de forma histérica.

No sabía qué le pasaba, realmente no tenía ni idea y que David solo hubiera preguntado detalles sobre la noche anterior y el sexo matutino no le había ayudado para nada. Mucho menos ahora que sabía que lo había hecho para llamar a Sara, aunque de alguna forma se lo había imaginado. Llevaba cavilando desde esa mañana, cuando Sam se había comportado de forma tan rara, preguntándole si había oído algo que luego había dicho que no iba a entender. A pesar de que se había encogido de hombros como si no le importara, no podía sacárselo de la cabeza.

¿A qué se refería Sam? ¿Qué era eso que no había oído? Ahora deseaba haber estado despierto y saber si de verdad no lo habría comprendido o Sam solo quería escabullirse.

Pero ¿desilusionarse? No había razones para ello. Claro que no. Él no esperaba que Sam le dijera nada.

—Porque no te ha mimado después de follarte por la mañana.

Arthur se sonrojó profundamente, bufando, quedándose sin habla durante tantos segundos que pudo escuchar a Sara reírse desde el otro lado.

—¡No te rías! ¡Yo no quería que me mimara!

—No, por supuesto —Sara alargó las sílabas con burla—. Y tampoco te molesta que haya preferido hablar con su amigo a ti.

—Cállate.

Apretó los dientes; claro que no lo había molestado que Sam hubiera cogido el teléfono dos veces y una de ellas hubiese sido mientras lo hacían porque el coreano había empezado. No era molestia lo que sentía, o sí. No sabía cuál era la palabra.

Ya no sabía nada.

Solo que había tenido a Sam en su boca y que lo había hecho sin pensar y las prácticas estúpidas con Sara habían funcionado. Dios, sí que habían funcionado.

Sacudió la cabeza, oyendo a Sara hablar desde el móvil aunque no comprendía lo que decía.

Había tenido sexo con Sam por la mañana, éste se había comportado de forma muy rara después y se había ido con su amigo, el que ahora estaba en su casa; se había desahogado con David pese a la vergüenza y llevaba enfadado y confuso desde que había salido de casa golpeando el suelo con los pies, con fuerza.

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⏰ Última actualización: Aug 04, 2016 ⏰

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