Capitulo 1

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El cielo se debate entre diferentes tonos de gris. Aun no se decide, espera el momento indicado para soltar su furia pesada sobre la ciudad que se zarandea al ritmo de sus habitantes, bulliciosos animales en un caos que enloquece. Pies acá, pies allá, voces efervescentes, bocinas apresuradas, baile de cuerpos en una sintonía pegajosa y exaltada, al cual cuyos directores dan inicio, y luego se retiran entre torpezas para dar lugar a nuevos invitados que chocan entre sí cual partido de bolos. El circo de la gran ciudad es un espectáculo maravilloso, el espectador asombrado elige su butaca y contempla, deleitado, las increíbles acrobacias que los monos de la ciudad realizan, día tras día, en una sincronía que parece ensayada. Un caos. Pero un caos que enamora a quien elige observarlo detalladamente. Una distracción, un entretenimiento en el cual uno decide participar, sin necesidad de ser invitado. Yo, elegí correr entre acróbatas y trapecistas.
Trabajo en el centro, diseño lo que adorna tus paredes y lo que decora tu CD. Me muevo entre pinceles y entre trinchetas, y me hundo entre libros sin fin. Si mi departamento no hubiese tenido esa ventana cual ojo de pez, nunca lo habría adquirido. Mis estantes rebalsan de hojas con ilustraciones sin terminar, libros a la mitad y canciones a medio tachar. Soy una especie de ser que no puede parar de pensar, de idear, de borrar. Y, tengo que decir, que si llueve (Así como veo que va a suceder en este mismo instante) hasta podría afirmar que puedo divagar mejor.
-¿No tenés un color un poco más claro?.
-Fijate, pero no creo. Revolvé.- Le respondo a Paula sin siquiera voltear para mirarla, y continuo con mis sketches diarios (garabatos sin sentido, monigotes tachados, personajes que podrían ser.)
-Che, si vas a acompañarme mas te vale que por lo menos te peines un poco.
Hoy cumple años la hermana de Paula. Vamos a ir a festejar a un bar de la zona, y aunque sigo repitiendo que mi tiempo de preparación es menor al de cualquier mujer modelo, no logro hallar la paz y tranquilidad que tanto deseo.
La miro, sin soltar la fibra que todavía sostengo entre mis dedos todos manchados, y su mirada fulminante hace que mi cuerpo comience a recobrar la movilidad.

-¿A donde me dijiste que íbamos?
-No se, pero quedate tranquila que te conozco bastante. Hay buena música, la vas a pasar bien.- Me responde masticando como desenfrenada el chicle que se metió.
Simona, la hermana de Paula, llega al fin con su séquito de amigas y luego de saludos y felicitaciones, entramos al bar. Esta completamente oscuro, la luz es un símbolo prohibido. La música suena bastante bien, la voz de Damon Albarn penetra mis oídos y por un segundo no puedo creer que eso esté sucediendo, acá, en un boliche de Buenos Aires, un rincón que no sabia que existía y del que estoy segura, voy a volver a oír. Se me tuerce la boca y comienzo a sentirme feliz, en ambiente.
-Tomá.- Me saca del confort Paula. -Tomate esto, y ponete a bailar.- Me dice mientras me tiende un mojito y sonríe sin dejar de moverse desaforadamente. La miro y no puedo evitar pensar en que tendría que haberme puesto los zapatos altos. Paula mide 1,70. Yo mido 1,60 y mi cabeza no puede dejar de calcular.
De la danza, no soy muy amiga. Usualmente me siento como un pichón que se cayó del nido y no puede volar para volver a su hogar. No puedo aguantar la risa al imaginar mi cuerpo haciendo la danza de la maquina destartalada . Aquel que no sabe reírse de sus propias fatalidades, esta destinado a una vida de tristeza y depresión punzante.
La cerveza es mi amiga ideal, y ambas no podemos sobrevivir en un estado de calor sofocante, así que luego de algunos mensajitos un poco inconexos, las dos subimos a la terraza a tomar un poco de aire. Arriba la música cambia su playlist y Jamiroquai enciende la luna y la vuelve más brillante que nunca.
-¿Sabías que hay tantas galaxias como humanos hay en el mundo?- Me comenta una voz que me saca de mi momento reflexivo. Está apoyado sobre la baranda, con sus ojos azules perdidos en algún punto lejano, uno que ni yo ni vos podríamos encontrar no importa cuánto tratemos.- Hay tanto que no sabemos, tanto que no conocemos. ¿Te gustaría averiguar un poco más?.
-Si de astrología vamos a discutir, nos podríamos quedar divagando toda la noche. No hay respuesta concreta para casi ninguna de todas las interrogantes que nosotros, los curiosos, nos formulamos continuamente.- Me mira, y se queda pensando. Tiene un piercing en la nariz que brilla con la luz de las luces que cuelgan sobre nuestras cabezas.
-Si no nos hiciéramos estas preguntas, entonces nunca surgirían las respuestas, ¿No te parece? Y no te preocupes, no estoy apurado. Tengo toda la noche.- Se queda pensando, mirando otra vez ese punto en el universo que nadie más ve. Parece que soñara despierto, flotando entre teorías que yo, desgraciadamente , no le puedo explicar. Es alto, su cabello medio enrulado y desprolijo cae hacia un costado de su rostro, cuyos rasgos faciales dejan en los míos mucho que desear. Parece salido de una banda de rock indie con su pantalón ajustado y su campera de cuero (un poco desgastada). Sus zapatillas todas rotas me hacen recordar a aquellas que mi madre desechó el año pasado y cuya perdida no pude, aún, superar.
-¿Tu nombre?- Le pregunto, y dos milésimas de segundo después no puedo evitar dudar del por qué de esa pregunta un poco atrevida. Me atraganto con un trago de cerveza.
-Milo.- Responde y me mira sonriente-¿El tuyo?.
-Gala.-Le respondo y le devuelvo la sonrisa.
-Lindo nombre, Gala. Blur o Oasis?
-Blur. Borges o Cortázar?
-Cortazar. Madonna o Britney?
-Like a Virgin!- Comienzo a reír y Milo hace lo mismo. La presencia de un completo extraño se vuelve cada vez más cálida. El tinte de lo desconocido comienza a desvanecerse casi inadvertidamente y nosotros, los que escapamos hacia la terraza, comenzamos a sentirnos en una extraña, pero raramente cálida compañía.

DandelionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora