Un día.

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11:53 pm. Nueva York.

Paul se encontraba saliendo de uno de sus conciertos de su nueva gira. Había sido increíble, como todos los demás conciertos, pero ahora se hallaba un poco cansado, además de que al día siguiente tenia que ir a cumplir su agenda laboral. Así que ahora lo único que quería era volver a su hotel y darse una buena ducha para poder descansar.

    Llegó a su hotel cuando solo faltaban algunos minutos para media noche. Él y su esposa Nancy bajaron de su lujosa camioneta y se adentraron al pasillo del hotel, en cuanto una chica joven se cruzó en su camino, la chica chocó accidentalmente contra Paul, cayendo estrepitosamente al suelo ―¡Discúlpeme, señorita, no la vi!― se disculpó Paul mientras ayudaba a la chica a levantarse del suelo ―No se preocupe, señor― la chica le dirigió una sonrisa a Paul y lo miro de pies a cabeza ―Usted es Paul McCartney ¿Cierto?― inquirió la chica. El ex-beatle asintió ―Wow, siempre he querido hacerle una pregunta, señor― Paul sonrió y acepto a ser cuestionado por la chica, que pareció pensar sus siguientes palabras con sumo detalle: ―Si pidiera un deseo, a sabiendas que ese deseo se cumplirá, ¿Que pediría?―

    La pregunta extrañó demasiado al pelinegro, nunca nadie se lo había planteado. Lo pensó un poco, no habían muchas cosas que pudiera pedir, era millonario, famoso, tenía el titulo de Sir y una familia unida, además de excelente salud. Entre todo eso había algo que le hacia falta a Paul: John Lennon. No lo pensó mas y contesto ―Desearía que John volviera, aunque solo fuera un día― Paul se encogió de hombros ―Pero bueno, eso es imposible― soltó una carcajada forzada y la chica asintió ―No existen los imposibles, Sir Paul― la chica misteriosa se dio la vuelta y se alejó por los pasillos sin siquiera despedirse, lo que confundió bastante a Paul. Que chica más extraña. 

    Después de ese extraño encuentro por fin pudo dirigirse a su habitación a descansar para estar listo al día siguiente; aunque nada lo tendría preparado para lo que pasaría. 

****

10:00 am. Nueva York.

    Paul despertó por la molestia de los rayos del sol que se filtraban por su ventana, al incorporarse en la cama pudo notar un olor familiar, único e inigualable, que confundió al pelinegro, nadie en todo el mundo tenia el mismo olor. Pensó que quizá estaba alucinándolo, giro su vista hacia su despertador y para su horror ya eran las 10 de la mañana ¡Él tenía que tomar un vuelo a las 8! ―Maldita sea ¡Nancy!― llamó a su esposa, pero esta no contestó, se levantó de la cama y juró escuchar una carcajada ahogada proveniente de algún lado de la habitación. Quizá alguien había entrado al hotel a robar algo, pero eso no explicaba porque Nancy no estaba a su lado y su alarma no había sonado ―¿Quien esta ahí?― preguntó, sujetando un jarrón que estaba un lado suyo para intentar defenderse. Nadie contesto. ―Sal de donde sea que estés o llamaré a la policía― exigió el hombre ―¿Enserio me vas a recibir así?― el pelinegro se paralizó ¡Juraba por todos los dioses que esa era la voz de su amado John! Paul se giró rápidamente para mirar a quien sea que le hubiera llamado, ya de por si se encontraba nervioso, después de escuchar la voz de John sus nervios parecían colapsar pero al verlo ahí, sentado tan tranquilamente en su cama lo paralizó. Paul soltó él jarrón que tenia en las manos y este se estrelló contra el suelo, pero Paul lo pasó por alto y se dedicó a inspeccionar a lo que parecía ser John Lennon. Miro sus pequeños ojos cafés, su cabello castaño claro y bien cuidado, además de que aun tenia el corte Beatle. Era John Lennon con 25 años de edad. De nuevo. Vivo. Ahí. Frente a Paul. 

    ―¿Estoy muerto?― susurró Paul para sus adentros, pero pareció que John lo escuchó ya que comenzó a reír fuertemente ―No Paul, no estas muerto―contestó John como si le leyera la mente. Paul no sabia que hacer ¿Acaso estaba soñando? El pelinegro salio de su trance y su primer reacción fue lanzarse encima de su mejor amigo y ex pareja, lo que solo hizo reír aun mas a John ―¡Estas aquí! ¡De verdad eres tu!― gritaba Paul completamente alegre mientras se sujetaba a la ropa de John como si su vida dependiera de ello―¡¿Pero como?!―preguntó Paul, que no se había dado cuenta de que había comenzado a llorar. John se encogió de hombros―Ni yo lo se, Macca, solo aparecí aquí y me dijeron que tenia un día― explicó el castaño―Por cierto, me gustas mas si eres joven. El aspecto de viejo no te queda― Paul estaba a punto de lanzarle mil y un comentarios sarcásticos a John en cuanto notó que sus manos ya no poseían arrugas, se levantó de la cama de un brinco y corrió hacia su baño, al verse en el espejo fue inevitable no soltar un grito―¡Por Dios! ¡John!― sus ojos no podían dar crédito a lo que miraban. Era él a los 23. Su juventud había vuelto.

Un día [McLennon One-shot]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora