Capítulo 8

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Capítulo 8

Esa noche me bañé y me acosté temprano. Luego de haberme propuesto la meta de gustarle a Hans, quise salir corriendo por lo ridícula que me encontraba en ese momento, así que me excusé diciendo que tenía sueño y fui a mi habitación. Una vez allí, separé todo mi placar por cosas negras y coloridas. Ya sabes, si quería agradarle, tendría que parecerme a él. Así que como resultado obtuve solamente una remera corta y un short. Menos mal que usábamos uniforme, porque o si no, estaría perdida.

Me dormí pensando en todas las cosas que tendría que hacer (como maquillarme con mucho negro y teñirme el pelo con un color oscuro), y todas las que no (usar mis anillos y aretes de oro).

A la mañana siguiente me despertó Charly, y como quería usar un estilo parecido al de mi amor platónico, me calcé unas converse y me puse unas calzas rotas. Ese día usé la pollera demasiado corta y no llevé corbata. Antes de salir al mundo, me miré en el espejo y estuve orgullosa de lo que vi: una chica pálida con los labios pintados de rojo y los ojos rodeados de maquillaje muy negro. Parecía toda una rebelde profesional.

—¿Qué mierda te has hecho, Joyce? —preguntó Char cuando me vio.

—¿Hecho con qué? —me desentendí. Ella rodó los ojos. Me conocía demasiado bien.

—¿Ahora quién te gusta? —cuestionó agotada de mis ocurrencias.

—¡Oye! ¿Por qué supones eso? A mí no me gusta nadie.  —Bueno, en realidad si, estuve a punto de contestarle, pero no podía romper mi orgullo por nada del mundo, y me ofendía que intuyera mis intenciones.

—¿Ah, no? —preguntó con una duda falsa.

Me senté a su lado, rindiéndome.

—Intento conquistar a Hans Stewart —confesé con un poco de vergüenza.

Ella parecía sorprendida.

—¿El drogadicto de quinto? —No me creía. Cuando salió del trance me mostró su mano completa, separando los dedos y luego señaló su pulgar—. La primera vez que hiciste algo así teníamos 13 años y querías conquistar a Kyle, el gordito de segundo. Para eso comenzaste a comer como una desesperada, alegando que si subías de peso él se sentiría más cómoda contigo. —Bajé la mirada avergonzada.

—Ni siquiera sé para que lo hice, no me gustaba tanto —murmuré.

Señaló su dedo índice.

—Luego, estuvo ese chico del mismo año, el vaquero. Ahora no me acuerdo como se llama, pero…

—Dan, se llamaba Dan —interrumpí.

—Bueno, Dan. Por ese tal Dan comenzaste a escuchar a Taylor Swift, a quien las dos sabemos que odias con lo más profundo de tu corazón.

Asentí dándole la razón. No podía escuchar ni la introducción de una canción de dicha artista. Marcó su dedo del medio.

—Me acuerdo de ese chico llamado Jamie que era un adicto a los videojuegos, y que por él te pasaste todo un mes intentando superar tu record en Call of Dutty.

—Ni siquiera sabía de mi existencia —alegué. Había levantado la cabeza, dispuesta a criticar a todos mis exs amores platónicos.

Antes de continuar, punteó su dedo anular.

—Existió ese chico muuuuuuy hipster por el cual te hiciste mechas californianas y te tatuaste el signo del infinito en el cuello. —Estuve a punto de hablar, pero cuando ella intuyó mis fines, me paró—. Sé que él fue el gran amor de tu vida, y que lo que le pasó no fue ni culpa tuya ni culpa suya, pero tenemos que admitir que cambiaste por todos los chicos con los que estuviste. Sinceramente, estoy contenta que decidas volver a empezar desde lo de Tate, pero no creo que la mejor opción sea cambiándote. A lo que va de tu vida, sufriste más de lo normal, te entiendo, y por eso digo que te mereces a alguien que te complemente, que acepte tu grandiosa personalidad.

Todos contra todos: La batalla recién comienza - PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora