Principios de 1917, Inglaterra.
Sería muy condescendiente llamarte querido cuando lo que siento supera los límites, así mismo las fronteras que nos separan, por lo que me inclinaré por el «amado». Dijimos que el «te amo» sería precipitado y que lo ideal sería decirlo frente a frente, cuando nuestras miradas se conecten y nuestros corazones amen al unísono, cuando sepamos que no son meras palabras sino un sentimiento que ambos compartimos.
Pero aquí sentada en el sillón donde solías fumar cada vez que las emociones se te escapaban, como un arma cargada pero que temias disparar, durante aquellos amaneceres en los que te observaba desde el marco de la puerta sin que lo supieras, aquí respirando el aroma de tus dulces cigarrillos, no puedo dejar de pensar en que quizás aquella será la última vez que te vea, la última vez que te sienta y la última vez que diga cuanto significas para mí.
Tal vez simplemente sea paranoia producto de las noches en vela que he pasado pensando en ti; recordado cada parte de tu cuerpo, de tu corazón y de tu alma que con tanto empeño me dispuse a grabar en mi memoria.
Y así volvía a amarte, solo pensarte me hacía amarte.
Me he tentado a olvidarte, después de todo, nunca existieron promesas entre nosotros. Ya que tú nunca fuiste palabras sino acciones. Pude haberlo hecho pero no quería, mi corazón no podía dejarte partir como me había obligado a hacer cuando partiste a la guerra.
Me es cada vez más difícil tu ausencia, la soledad nunca se había visto más desesperanzadora y mi insistencia por tu amor me resulta insoportable. Porque tú me haces esto, eres el único que ha logrado pasar todas mis defensas y ha atravesando mi corazón con mayor potencia que la que una bala puede prometer. Me tienes, estoy cansada de esta guerra sin sentido en donde finjo que no siento todas estas cosas por ti y sé que tú también lo estás.
Encontré el anillo de compromiso en uno de tus abrigos.
Y ahora estoy aquí, sentada en el sillón con tu abrigo puesto imaginando que en realidad son tus brazos envolviendome, con uno de tus cigarrillos encendido con lágrimas corriendo por mis mejillas mientras abrazo una pequeña caja llena de promesas, y me duele, me duele tanto que tengas que estar allí y yo aquí.
Separados por una guerra sin sentido.
¿Cuál es el punto de matarnos entre nosotros?
No necesito la guerra cuando tengo el amor.
Bajo tus defectos eres un buen hombre, y no puedo imaginar la tortura que debe ser estar detrás de un gatillo arrebatando vidas con el más cruel de los castigos atormentadote cada día.
El de ver la vida desvaneciendose de una persona a causa tuya.
Si vuelves mi corazón estará esperando por ti.
Sino, te aseguro que nunca podré olvidar al amor de mi vida, que me ha otorgado el mayor honor; concebir una nueva vida.
Y solo me queda decir, te amo.
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Carta para un amor perdido bajo la pólvora
NouvellesPara concursar en desafío: "Cartas de Amor en la Gran Guerra" de @RomanceES 500 de 500 palabras permitidas. "Que el hombre no destruya lo que el amor ha creado."