Capítulo 32

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Ryan Colfman.

La luz se volvió de color rojo, miré al chico junto a mi y sus ojos parecían más tranquilos.

-Jous apagó el transformador.- aseguró Diego.-. Es hora de irnos.

Asentí levemente mientras sujetaba con fuerza mi herida. Me ardía como el demonio, pero tenía que mantenerme despierto.

Me dolía todo el cuerpo, ya no podía caminar siquiera. Las malditas terapias con ese monstruo me habían dejado exhausto.

-Vamos.- dijo Diego caminando a la puerta.

Comencé a dar pequeños pasos sosteniéndome a mi mismo. Hasta que vi el cuerpo de James en el suelo.

-¡Hey!- grité a Diego que estaba a punto de salir.

-¿Qué pasa?- preguntó fastidiado.

Hice una seña al tipo tirado en el suelo, él rápido comprendió y haciendo una mueca, tomó una gran inspiración y cargó el cuerpo de James.

-Toma el maletín.- dijo señalando aquel lleno de botes llenos de sangre.

Lo tomé y ambos nos dedicamos un asentimiento para irnos.

-Vamonos ahora, no tarda en explotar.- dijo Diego.

Justo en ese momento, la máquina dio una fuerte explosión sacando más llamaradas alrededor, caminé apresurando el paso.

Diego ya no se veía por ningún lado, sabía que tenía que irme de aquí rápido. Si esa cosa explotaba, sería mi fin.

El gran corredor parecía interminable, mi cuerpo ya no podía más, estaba a nada de caer en la inconsciencia.

Mi cuerpo me rogaba por descanso, suplicaba tirarme en el piso y cerrar los ojos.

Pero no podía, mi Jous me necesita. Yo la necesito, quiero estar con ella, después de ese beso, sabía que ella también se sentía igual.

Oh mi dios, ese beso. Valió la pena esperar tanto tiempo, sus dulces labios sabían mejor de lo que me había imaginado.



El fuego se estaba extendiendo por todos lados detrás de mi, mis pies flojearon, haciéndome caer de rodillas.

Mi cuerpo se derrumbó de dolor, la herida estaba quemándome. El dolor me inundaba, ya no podía sentir mis piernas.

Jousseth.

Ella era en lo único que podía pensar en estos momentos, mis fuerzas se habían acabado.

Ya no podía más.

El fuego estaba alcanzándome, podía sentir el calor abrasador en mis piernas.

Comencé a gatear, arrastrando mi cuerpo lo más lejos del fuego infernal.

Éste era mi fin, no podía seguir ya, mis brazos se habían engarrotado, ¿Cómo estaría Jous?

Si yo moría justo ahora, ella sería feliz con Diego. Y aunque eso me hervía de coraje, tenía qué aceptar que ella lo quería.

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