ESE NO SOY YO

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Al bajar la cabeza, su atención fue captada por el negro de sus zapatos de cuero. Que ahora presentaban feas manchas del color del lodo. Las sintió levemente húmeda.

Mascullo entre dientes.

Nuevamente había tenido la imprudencia de viajar en transporte publico.
Claro, como olvidar la primera vez. Fue como subirse en el lomo de un elefante.
Pero ahora, la lluvia lo había sorprendido en medio de su faena. Y tuvo que correr para llegar a tiempo a su oficina y de paso salvarse de la intensa lluvia.
Pero ese no fue el problema que lo tenia a punto de echar humo por las orejas. No.
Ese día precisamente tenia una reunión con un inversionista extranjero.
Y justo ahora, el entraba por la puerta principal que daba a la empresa que su padre fundo mucho antes de que el naciera.
Su traje azul marino chorreaba gotas de agua, su pelo perdió la firmeza del gel que se puso aquella mañana. Y su maletín era quizás lo único que aún se mantenía seco, puesto que se había quitado el saco para cubrir los documentos que habían dentro.
No pudo creer en su mala suerte.
Por un instante se imagino el rostro de Itachi, su hermano mayor, quien vivía en Estados Unidos.
Poco sabia de el, pero ese poco le corroboraba de que no le estaba yendo nada mal en los negocios.
Y se enfureció mas, al pensar que el ya tenia su propia empresa. Algo sobre moda. Como siempre, el mayor tenia ciertas tendencias arbitrarias a las suyas.
Oh, vaya. Y que le diría si estuviera ahí. Se pregunto, abatido por tan repentino asalto climático.
Recordó, que aquella mañana pronosticaron un majestuoso día soleado. Ideal para ir de paseo por la playa.
Negó con la cabeza, al tiempo que maldijo entre dientes.
Nota mental. No olvidar nunca el paraguas.
Surpiró anhelando con todas sus fuerzas poder escapar del trabajo por lo menos una vez en el año. No obstante, no puedes tener todo lo que quieres.
Y eso Sasuke Uchiha lo sabia muy bien.
A parte del frio que le provocaba el estar empapado de la cabeza para abajo, se sentía de pronto observado.
Y no estaba equivocado.
Los de personal de asistencia, los del personal de limpieza, los del personal de finanzas, todos estaban ahí. Viendo su lamentable estado, burlandose secretamente.
Lo sabia.

Pero no le importo.

En aquel preciso momento escuchó el agudisisimo chillido de su secretaria predilecta. Por no decir, la única.

- !Santo cielo! !Señor Uchiha!
¿!Que le paso!?- gritó, practicamente. La joven de cuerpo escultural, rubia y de ojos celestes. Su vestido ceñido competia con el empapado traje de su jefe.
El nombrado arrugo mas el entrecejo. Si es que se podía. Bastante molesto por aquella estúpida pregunta, mas la desagradable voz de la rubia.

- No preguntes. ¿Que no me estas viendo? - ironizó, astiado y apunto de ahorcar a la joven secretaria- Anda. Ve a buscarme algo para secarme. Y de paso llama a Suigetsu.

- Si, como diga.- respondió, obediente. Hizo ademán de retirarse, y de pronto se vio sujetada por el brazo.- ¿Quiere algo mas, Señor Uchiha?

- Consigueme algo de beber- Susurró quedamente para que nadie mas a parte de la rubia pudiera oirlo. Y agregó - Que sea algo fuerte.
No quiso admitirlo. Pero se sintió levemente avergonzado, cuando la mujer, esa estúpida rubia, le sonrió descarada y le guiño con un ojo.

- Por supuesto. Señor, Uchiha- río suavemente. Pronunciando aquel apellido de modo meloso. Casi sensual.
Por ultimo vio como la rubia se retiraba, meneando las caderas mientras caminaba.

Decidió que era oportuno marcharse a su oficina.

En el trayecto se topo con la inconfundible sonrisa de Suigetsu. Fiel perro desde la universidad. Y amigo de la familia desde que recordaba.
A parte de compañero de trabajo.
Trató de mantenerse sereno, a pesar de la sonrisa burlona que le dedicaba el peliblanco.
El también.

Esta vez no se contuvo.

Fue al pasar por su lado, que giró la cabeza lentamente, como lo aria un loco asesino, demostrando la frialdad de sus ojos negros.
Suigetsu se vio amedentrado por esa mirada. Y aparto sus ojos de ellos en un rápido impulso.
Quedo intimidado por el serio semblante del moreno.
Pero su sonrisa no desapareció. Evidenciando sus afilados dientes blancos.

- Vamos Sasuke. Quita esa cara que vas a espantar a las moscas.- Quiso bromear para aligerar el tenso ambiente. - Ya me dijo Ino lo de tu incidente. ¿Quieres que te preste ropa mía? La tengo por si acaso.

- Esta bien. - concedió de buena manera. - Vamos.

Ambos empezaron a dirigirse a la oficina de albino.

- Oye, enserio Sasuke. No se como demonios tuviste el valor de subirte a un transporte publico. Dios... debió ser desagradable. - hizo una mueca de repulsión. Tal y como lo haría si estuviera chupando un limón.

Sasuke se detuvo de modo repentino, provocando que el otro igual lo hiciera.

-Créeme. Esa fue la primera y la última- mintió. Retomando el camino nuevamente.

Suigetsu quiso decir algo, pero se abstuvo de comentar al respecto. Y prefirió seguir caminando en silencio .

Uchiha lo sabia.

A veces es mejor enterrar el pasado.

.
.
.

Cuando despertó, su cuerpo le exigió cinco minutos mas de descanso. En realidad no los necesitaba, pero al recordar que aquella mañana tenia una entrevista de trabajo, se hundió aún más en la comodidad de la almohada.

Que remedio.

No podía rechazar aquella oportunidad de empleo. Uno que conseguiria gracias a su padrino.
Trabajo es trabajo dicen algunos, pero entonces ¿porque no podía trabajar con su padrino?

Era verdad que tenia un burdel cerca del centro de la ciudad. Era cierto también que bebia hasta caer desfallecido como un costal de papas. Pero él sabia los riesgos que se corria en esos suburbios.

Él no era ningun niño.

¡¡Por dios si ya tenia 18 años!!

Sabia que era un condón. También sabia lo que era viagra, los juguetes sexuales y toda la porquería del mundo.
Lo conocía perfectamente.

Sin embargo, nunca llegó a utilizar todas esas cosas, no por miedo, él no le temía a nada que no fuera mortal para su vida.

Una pequeñisima parte de él le decía que entrar en ese lugar se convertiría en el peor error de su vida. Y que una vez dentro, no habría retorno.

Tenia que pensar muy bien las cosas.

Si no conseguia el puesto, hablaria muy seriamente con su padrino, para que le aceptara como un discípulo más en su Gran Palacio de Bellas Damas.

- Gran Burdel De Pechugonas- Corrigio . Y sonrió abiertamente por el vulgar titulo.- ... ¡Corran chicas! !Ahí viene el viejo pervertido!

Reia a carcajadas mientras se sostenia el estomago.
Su padrino jamas cambiaria.

Por fin se levantó y se dispuso a darse una ducha.

Se puso la mejor ropa que tenia.
Unos jeans desgastados con roturas en las rodillas. Unos converse de un color naranja fosforescente. Y su clásica chamarra naranja. Tomo su celular. Uno que le había regalado su Padrino cuando cumplió 17.

Ni idea de lo que se tratara el trabajo. Pero le valia poco.
Era una entrevista después de todo. No tenia ningún currículum que lo acreditara.

Su experiencia de vendedor ambulante no le servia de mucho.

Pero de algo si estaba seguro.

Nada ni nadie, iba a intimidarle.

Si no lo contrataban saldria con la frente el alto.

Después de todo. El era un Uzumaki.

Naruto Uzumaki.

Se Acaba El TiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora