Cap. 70:
"Un silencio, detrás de una Linea telefonica"
Jane se despertó sintiendo picor en los ojos y un poco de molestia en los brazos. Levantó la cabeza y solo pudo observar el mismo panorama que había observado en la noche antes de quedarse dormida, el gran televisor plasma a unos metros de ella, en diagonal, hacía la izquierda, el comedor y las escaleras. Pasó las palmas de sus manos por los ojos para quitarse el picor y un sollozo salió de su cuerpo. Justin. El destello de su nombre hizo presencia en un mente haciéndole creer que estaba en una pesadilla, que él no existía, que nunca se había casado y que todo lo había soñado, pero el latido débil de su corazón, las ganas de no hacer nada y ese sentimiento de desesperación que la sucumbía una vez llegaban los claros recuerdos de su conversación con Alice, le hizo tirar la idea a la basura. Esta era la realidad. Y dolía. Se preguntó entonces cuánto le duraría esa sensación, posiblemente lo olvidara rápido. Posiblemente.¿Cuánto tiempo conllevaba ese "Posiblemente"? Esperaba, necesitaba que fuera poco ya que, aunque le fuera complicado no lo podía querer.
Se sentó sobre el sofá apoyando las manos en los cojines y percibió aquel silencio fantasmal que se hacía lugar en la casa, notó también, al echar un vistazo general, cómo cada cosa estaba tal cual estaba el día de ayer, sin un cambio ni nada nuevo. El sollozo regresó a su cuerpo y un calambre le picó el estómago. Tal como lo suponía, él no había llegado a dormir. La desilusión afloró a su rostro de nuevo y trató de respirar calmado para no dejar escapar ninguna lágrima. ¿Por qué seguía esperando que él hiciera algo bueno? ¿Por qué no aceptaba que el simplemente era así? Era obvio, no regresar ¿Por qué lo haría? Si estaba con ella. No podía mentirse, reconocerlo era difícil. Recargó el cuerpo nuevamente en el sillón, acomodando la cabeza en la parte superior de este y se quedó quieta por un rato. Debió de haber llorado mucho por la noche puesto que el cojín en donde había reclinado la cabeza para dormir estaba húmedo. Había llorado, ahora que lo notaba, le dolían los ojos.
También se había dado cuenta de que estaba terriblemente molesta con él. Sentía ira. Rabia. Se sentía tan dolida, tan inexplicablemente dolida que no podía contenerse.
-¡Te odio! – Se dijo en voz alta – ¡Maldito el momento en que te conocí! - Un corto respiro salió de sus labios.
En ese mismo instante, como si lo hubiera estado llamando o como si hubiera deseado que regresara, él, apacible y serio, se apareció en la puerta, llevaba un suéter blanco desencajado y un pantalón negro. No podía creerlo, no lo esperaba tan pronto. Justin la estaba mirando sin decir nada. Tenía el cabello revuelto y despeinado. Su corazón dio un vuelco entonces y se enderezo en el sofá sin mirarlo para ocultar su rostro seguramente hinchado.Tenía tanto que decirle que, simplemente, no le salían las palabras.
Justin seguía sin quitarle los ojos de encima, pero ella no lo había volteado a ver ni una sola vez. Estaba mirando al frente, como si él no estuviera allí, antes de que ella lo sospechara, él se aclaró la garganta, y fue capaz de acercársele.
Él, no podía siquiera pensar. No... no tenía nada que decirle. Ni una excusa, ni una explicación, nada, solo la idea de que en la noche, acostado en el sillón de Alice, no había dejado de pensarla ni un solo momento. Tenía su cuerpo y su olor impregnados en su mente. Aunque no tenía nada que decir, sabía que debía hablar, porque esos ojos llenos de resentimiento que veía significaban algo. Y seguramente ella estaba muy enojada porque él no había llegado a dormir aun cuando le había dicho que llegaría temprano.
-¿Llegaste bien ayer? – le preguntó, aun sabiendo que estaba de más puesto que la veía bien, pero se sentía tan aturdido, tan inestable que una conversación o todo con ella, parecía una telaraña, ya no sabía que era lo que quería ¿Qué quería? Debía decirse ya, en ese mismo instante, porque hablar con Jane ya no daba espera– Zayn me dijo que cuando fue a buscarte ya no estabas. – Jane simplemente no podía creer que él tuviera la cara para decirle semejante cosa.