Capítulo 9

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—¿Niños?

Darwin soltó el cuello de Gumball como si quemara, justo frente a ellos estaba Nicole más pálida que de costumbre y con los ojos a tope, era la perfecta imagen de la perturbación. 

Tal vez la razón por la que no podían ni hablar era porque tenían a ambos padres mirándolos casi con asco, ambos jóvenes temblaban intensamente.

—¿Qué estaban haciendo?— Richard intentaba mantenerse calmado pero su voz se torno más autoritaria conforme la oración avanzó y eso no hizo más que alarmar a todos en el pasillo del segundo piso.

Desde el pie de las escaleras Anaís escuchaba todo, alcanzaba la figura tensa de su madre y como le temblaban las manos, suspiró con tristeza, bien sabía que sus padres no debían enterarse aún.

—Mamá nosotros....n-no es lo que parece...

La voz de Gumball se quebró ante la intensa mirada de su madre, tartamudeó sin querer ¿qué se supone que debía hacer ahora? 

—¡¿Cómo no a a ser lo que parece?! ¡Ustedes dos estaban....estaban....!— Nicole ni siquiera pudo terminar su frase del disgusto, frunció el ceño iracunda tomó a Darwin del brazo y lo llevó a su nueva habitación, en el ático.

—¡Mamá! ¡¿qué haces?!— el segundo Waterson no pudo contener el grito, la presión que su madre hacia en su brazo era demasiada.

—¡Vamos a detener esto antes de que se enfermen más! ¿Qué han estado pensando? ¡DOS HOMBRES NO ES ALGO NATURAL! 

Los gritos de Nicole se fueron alejando conforme subía, por mucho que Gumball quiso intervenir la frase "dos hombres no es algo natural"  lo había dejado fuera de juego, no reaccionó hasta que Darwin se perdió de su vista.

—¡Esperen! ¡Déjenme explicarles! ¡Nosotros dos estamos...!

—¿Están qué?— le impidió el camino Richard —¿Están enamorados? Por dios Gumball, ¡Son hermanos! ¡Hombres! ¡¿Qué pensarán los demás?!

Su mente no proceso una respuesta lo suficientemente rápido, su madre estaba devuelta y con pasos agigantados llegó hasta él, lo tomó de la muñeca y lo jaló a su habitación.

—No los quiero ver juntos hasta que se les pase está faceta, cada uno tendrá su cuarto, no van a cruzar ni las miradas ¿me oíste? ¿en qué estabas pensando? Yo no crié un hijo desviado.

Y cuando llegaron a la habitación lo empujó dentro sin ninguna sutileza.

—Nos has decepcionado, Gumball.




La puerta llevaba cerrada casi diez minutos, estaba seguro que sus padres habían puesto el seguro por fuera pero él seguía ahí, inmóvil, simplemente mirando la nada con los ojos ardiéndole por retener las lágrimas que no liberó hasta que se dio por vencido, prácticamente cayó de rodillas al suelo aún frente a la puerta.

¿Qué exactamente acababa de pasar? 

¿Decepcionó a sus padres? 

¿Por qué?

¿Porque le gustaba un chico?

Sus manos temblaban pero él no intentó controlarlas, toda su mente estaba en blanco, en un shock total mientras las lágrimas fluían haciendo un camino que se perdía en su barbilla. El nudo en garganta no le permitía ni sollozar, dolía, dolía mucho. 

Sus propios padres casi le llamaron monstruo y poco les faltó para desconocerlo como hijo, su familia le dio la espalda porque le gustaba Darwin. 

Una palabra: ADOLESCENCIA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora