PARTE ÚNICA

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  — ¡Gracias Hong Kong!—.

      El público enardecido ve por última vez a los muchachos que son dueños de todos sus sueños, sumiéndose pronto en la oscuridad tras la finalización del concierto. Las luces del escenario quedan atrás y el ajetreo tras bambalinas comienza. 

      Pasa de media noche cuando todos llegan por fin al camarín que les corresponde, por completo sudados y agotados. Era la última presentación en el extranjero, ya sólo les restaba la de Seúl para culminar una exitosa gira más a su carrera. Exo nunca había estado más alto en su vida respecto a premios y reconocimientos y, aún con todo ese peso sobre los hombros, los muchachos no podían hacer más que sentirse felices y satisfechos con lo logrado hasta entonces. 

  — Hyung, el manager ha dicho que no hay capacidad suficiente con las duchas de acá, podríamos volver nosotros al hotel ahora ¿No? El resto de los integrantes está cansado, vamos nosotros y terminamos todo en la habitación—. Jongdae es quien habla, dirigiéndose en voz baja en un oído a Minseok, sin notar -o quizá pasando por alto- el escalofrío que esta acción produce en el receptor de aquel susurro. El mayor de ambos no evita que en su rostro una pequeña sonrisa se dibujara, mas lo que sí trata de que no se note es lo que interpreta con la última frase en su cabeza: "terminamos todo en la habitación" ¿Será que el chico era así de inocente y no se daba cuenta jamás de lo que por su mente pasaba? Quizá era eso lo que le atraía en cierta medida de Jongdae. Quizá era eso mismo lo que lo había retenido de algo más.

      Desde la partida de LuHan de Exo, Minseok había perdido a su mayor cómplice en el grupo, esa persona con la que de todo hablaba y que, a su punto de ver, era el único que estaba a la par con él en madurez y edad. Sin embargo, esta dolorosa salida había permitido que se acercase sin querer a otro miembro del grupo. Jongdae se había transformado en su salvavidas entonces y así la cercanía entre ambos aumentó de manera exponencial. Si bien siempre compartieron cuarto, sólo ahora se convertían en verdaderos compañeros. Jongdae lo veía como a un hermano mayor, con el que podía conversar y desenvolverse perfectamente porque lo protegería y reiría con él como el mejor de los hyung's. 

      Ese era el problema.

      Minseok estaba al tanto de la forma en que Jongdae lo veía, sabía que eran cercanos y, para qué negarlo, también lo podía sentir como a un hermano. Pero algo que no podía pasar por alto era lo muy atractivo que encontraba al muchacho. Si bien todos sus compañeros de grupo eran ideales de muchas mujeres en todo el mundo, había algo específicamente en Jongdae que le tenía enganchado y aunque intentara alejar ese pensamiento, no lograba el éxito. El chico de sonrisa gatuna lo tenía entre la espada y la pared, sin opciones más allá de las que por ahora disponía.

      Así fue como se terminó acostumbrando a la sensación y, a su pesar, se contenta con alguna que otra mirada discreta cuando se cambian o arreglan. No podía permitirse cambiar aquella situación pues, en el fondo tenía que ser sincero consigo mismo y por más que Jongdae fuera su mejor amigo: Era una calentura. 


  — ¿Hyung?ㅡ.

  ㅡ Ah, claro. Vamos entoncesㅡ. Minseok debe despejar su mente, para variar, volviendo a ignorar el hecho del cabello húmedo que se apegaba a las sienes del más joven, de una manera tan provocativa, tan insinuante... Jodido infierno.

      Una hora más tarde, el par que decidió viajar primero se encontraba en la puerta de su habitación, jadeando con el corazón en la garganta teniendo como apoyo a su espalda, cada uno el marco de la entrada.

Karaoke para dos [ChenMin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora