Primera Parte

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En todos los rincones de la Academia Otonokizaka se podía sentir ya la llegada del final de curso. La mayoría de sus alumnas habían acabado todos los exámenes  y disfrutaban del buen tiempo en los exteriores del edificio, otras se encontraban en el interior de las aulas respondiendo a las últimas preguntas del último examen del curso, pero ya saboreaban la libertad que en apenas unos minutos tendrían al sonar la campana que indicaba el comienzo de las vacaciones. 

Las únicas alumnas que tendrían que quedarse un poco más eran la presidenta del consejo estudiantil y su ayudante. Tenían aún mucho trabajo por delante y muchas cosas por preparar. Ambas trabajaron esa tarde revisando todos los gastos que había realizado el colegio durante ese año y mirando las sugerencias y comentarios que las alumnas, docentes y demás trabajadores de la academia habían dejado en el buzón del Consejo a lo largo de esa semana para así proponer novedades y mejoras para el curso siguiente.  

Los montones de papeles que tenían sobre las mesas fueron tiñéndose cada vez más de un tono rojizo por la luz del ocaso que entraba por las ventanas. Debían de ser más de las ocho de la tarde cuando Eli lanzó un pequeño suspiro mientras colocaba de forma ordenada cada pila de documentos en sus correspondientes bandejas. Fue entonces cuando miró de reojo a su ayudante mientras esta terminaba de escribir los últimos detalles para la reunión que tendrían mañana con el resto del Consejo Estudiantil. A la presidenta le encantaba observarla cuando estaba tan concentrada en algo, pues su ceño se fruncía siempre de forma delicada y adorable bajo aquel pequeño mechón de pelo morado que siempre caía sobre su frente. Se le escapó una suave risita pero que fue lo suficientemente audible para llamar la atención de Nozomi. Levantó la cabeza para dirigir la vista hacia su compañera y esbozó una gran sonrisa cuando la descubrió mirándola. Las mejillas de Eli se cubrieron de un tono rosado y agradeció que el sol estuviera ya casi oculto en el horizonte ya que así no podría ver que se había sonrojado, o eso pensaba. 

  —¿Qué ocurre, Elichi?  —Preguntó Nozomi en tono ligeramente seductor mientras volvía la cabeza de vuelta a los papales que tenía frente a ella de forma distraída—. Y no me digas que nada porque ese rubor de las mejillas no te sale por cualquier cosa. 

  —¿Q-QUÉ? —Exclamó la rubia poniéndose algo nerviosa por sus palabras—. Y-yo no me puse roja, Nozomi. No sé de qué estás hablando.

Eli cruzó los brazos sobre su pecho apartando la mirada de Nozomi, pero esta se puso en pie y avanzó hacia la presidenta con gráciles pasos sin perder la sonrisa del rostro. La rodeó fuertemente con sus brazos por la cintura reposó la cabeza sobre el hombro de Eli, de forma que, aunque ella tuviera la cabeza girada a un lado, podía alcanzar a ver su rostro. 

  —Es cierto, tienes toda la razón. No estás sonrojada. —Las palabras de Nozomi salieron de sus labios acompañadas de una pequeña carcajada irónica justo antes de elevarse sobre las puntas de sus pies para poder así dejar un beso en una de las cálidas mejillas de la rubia—. Pero ahora eso no vas a poder volver a negarlo. 

(Continuará...)




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⏰ Última actualización: May 18, 2018 ⏰

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