La cuarta puerta a la derecha.

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Al fin era viernes y la semana había pasado rápido, habían aprendido cosas básicas pero útiles y ya no habían tenido más burlas, pero si tenían bastantes deberes. A Regina no le molestaba por que la mayoría era leer información sobre cualquier cosa y a Regina le gusta leer, a Alaska si le molestaba. Pero en este momento no podían pensar en eso, solamente pensaban en verse bien.

Regina se puso un vestido color vino un poco abajo de la rodilla y ajustado, marcando su cuerpo. Alaska traía puesto uno azul celeste a la mitad de la espinilla, un zapato especial para poder apoyar de vez en cuando el yeso y se hizo un chongo alto un poco despeinado y le planchó el cabello a su amiga, dejándoselo suelto. Regina maquillo a ambas un poco y el chofer ya había pasado a recogerlas para poder cruzarlas a Syltois, el reino con frontera a Bradene.

En el carruaje, Alaska sólo hablaba de lo nerviosa que estaba y cada cinco segundos bajaba el espejo del techo del carruaje y se miraba, preguntando si su maquillaje era correcto o si seguía bien peinada. Regina sólo asentía poniendo los ojos en blanco, mientras se relajaba en el asiento de alado.

Después de una hora de viaje, llegaron a un castillo un poco más pequeño que el de las dos pero con torres mucho más altas, tenia un bonito color verde pistache, combinado con algunos detalles de piedra, el muy débil rayo de sol de las seis o siete de la tarde hacía que brillara. Bajaron y cruzaron un puente de piedra que pasaba sobre un pequeño lago de cisnes, casi igual al que había en el castillo de Alaska.

Todo estaba muy oscuro cuando llegaron a la mitad del puente pues había mucho lodo y las muletas de Alaska se atascaban, tardaron tanto que ya se había puesto el sol, las dos miraron al cielo en donde apenas se alcanzaban a ver unas pocas estrellas y terminaron de cruzar hasta llegar a la puerta de piedra clara. Una persona se asomó con una linterna desde la torre más pequeña de las cinco y las observo. —¿Cuáles son sus nombres?—

—Regina Bradene y Alaska Erand

La persona se metió de nuevo a la pequeña habitación y tardo unos minutos para que la pesada puerta se elevara. Agradecieron y entraron, el recibidor era una pequeña habitación con un alto techo, adornado con cuadros de diferentes paisajes.

Tardaron un momento en acostumbrarse a la luz del gran candelabro que colgaba del techo y siguieron recto por el pasillo donde había una puerta de cristal a la derecha, la oscura habitación parecía un estudio.

Cuando llegaron al final del pasillo, encontraron una pequeña sala de estar, con cuatro sillones y al fondo, por una gran puerta se alcanzaba a ver un comedor. Había dos chicos además de Charles pero él fue el único que se levantó a saludarlas, las recibió con un cálido abrazo y las dos se sentaron en un sillón, intentaron unirse a la conversación pero después de diez minutos, llego un chico más y ellas seguían sin poder integrarse.

—Laski, ¿cómo sigues de tu tobillo?— dijo Charles saliendo un poco de la conversación, tocando su pie cariñosamente.

—Ya mejor, ya no me duele.— contesta intentando ocultar sus mejillas sonrojadas. Charles pintó con un plumón dorado "Te quiero, Laski. Mejórate." Alaska se sonrojo más y en ese momento entró una chica igual de elegante que ellas.

—Ya estamos todos, pasemos al comedor.— todos se levantaron y caminaron al comedor, Alaska y Regina fueron casi las últimas en ir, Alaska se adelanto porque Regina quería preguntarle algo a Charles.

Los secretos de la realeza.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora