Prólogo

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La suave y delicada caricia de lo que parecía ser la yema de unos dedos, recorrieron los míos subiendo por el dorso de mi mano y dejando un camino de placer a su paso. Mis vellos se levantaron con su tacto casi impalpable, llegando incluso a subir por todo mi brazo. Mis párpados se abrieron con lentitud, teniendo frente a mí al causante de quién podría estar ofreciéndome esas placenteras caricias, pero cuando mi borrosa visión se recuperó, aquella imagen que se había ido creando en mi mente, no era más que la de un ser diminuto con pelos y patas largas.

Sacudí mi brazo como instinto y la pequeña araña corrió en dirección contraria a la mía.

¿Dónde estoy?, me pregunté cuando desperté con un agudo dolor de cabeza en un lugar completamente desconocido. Mis ojos divagaron por el oscuro lugar en busca de reconocimiento, pero no era más que una simple habitación con unos pocos muebles viejos y una sencilla cama en una esquina. No reconocí nada.

Asustado me levanté del suelo y caminé algunos pasos cuando de pronto escuché un ruido... ¿al otro lado de la pared, quizás? Con las manos temblorosas, las extendí hasta palpar la rugosa y fría pared, bajando poco a poco hasta no sentir más estructura. Clavé mis rodillas en el suelo y agudicé mis ojos para mirar al otro lado de un pequeño agujero, encontrándome con otro par de ojos.

Caí hacia atrás asustado y decidí levantarme para correr lejos, pero la misma voz volvió a hablar y mis pies quedaron congelados con el suelo.

— ¿Hola? —volvió a repetir por tercera vez, pero fue ahora cuando pude descifrar la palabra que había usado.

Tragué dificultosamente saliva y volví a quedar agachado, arrastrando mis rodillas de nuevo hasta el pequeño agujero. Mis ojos buscaron nuevamente los otros que hube visto al otro lado. Y los encontré, con una tenue luz iluminándolos.

— No te asustes —dijo algo tranquilo, y me pregunté cómo podría estarlo, pero entonces otra pregunta me cuestionó cómo podría estarlo yo. Por qué mi voz no se desgarró gritando a las cuatro paredes o por qué no decidí correr en busca de una salida. En cambio, la curiosidad ganó al horror, y ahí estaba, mirando fijamente a unos rasgados ojos sonrientes que no dejaban de repetir que me tranquilizara.

¿Debería tranquilizarme?

¿Por qué debería hacerlo?

Volviendo en sí, aparté la mirada y decidí observar por segunda vez el lugar. Tan frío, húmedo, oscuro... Un escalofrío recorrió mi cuerpo de pies a cabeza y el temblor fue inevitable.

— ¡Hey, aquí, mírame a mí!

Pero no pude hacerlo, dos veces fueron suficientes, así como su voz resonó por cinco veces. Ahora el horror ganó a la curiosidad y lágrimas ya recorrían mis mejillas con rapidez, así como mis gritos, mis carreras por la habitación y los aporreos a la puerta que pude encontrar.

Tenía que salir de aquí como sea.




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¡Aquí está el nuevo fic que comenté! No puedo decir demasiado, ni tampoco quiero explicar mucho, es mejor que uno lo vaya descubriendo, así que sólo diré que haré sufrir bastante jojojo y que habrán muchos personajes de grupos, pero no muy importantes, me centraré completamente en el JiKook (Bueno, hay uno que sí le daré un poco más de protagonismo).

Espero os guste y lo disfrutéis, besitos y abrazos para todos/as <3

18m² [JiKook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora