01. ¿Quién es?

144 5 0
                                    


Al mirar mi reflejo en el espejo estaba satisfecha con el resultado, no podría creer que esa era yo. El vestido quedaba tan ajustado que creí que la cremallera iba reventar. Su color era como el vino tinto, pero con ausencia de luz lucia muy oscuro. Había olvidado un par de tacones así que mi única opción era pedirle un par a Emma, no sería la primera vez, así que no habría inconveniente.

— ¿Dónde están tus tacones negros? Demonios, Emma. Te ves radiante, aunque un poco zorra para mi gusto.

Se encontraba retocando su larga cabellera castaña. Reconozco que la envidiaba un poco, podría jurar que era noventa, sesenta, noventa. Pero gracias a todos los dioses no alardeaba de ello. Punto para Emma.

Volteó su mirada a la puerta de su dormitorio, donde yo me encontraba.

—No hay manera de que me pongas de mal humor, hoy no. Sabes que tengo más de un par negros.

—Tranquila, tómalo como un cumplido. Me refiero a los que tienen la punta dorada. —Las sombras en sus ojos hacían que lucieran más claros, el rubor en sus redondas mejillas era muy sutil y sólo lucía con un poco de brillo en sus labios.

—Están en esa caja blanca. Cómo puedes decir que me veo como una zorra, si tu vestido es claramente más corto que el mío —llevó su mano y tocó su pecho con gesto de dolor. Sino la conociera desde hace mucho tiempo, le hubiera creído totalmente.

Tomé la caja del closet y saqué los tacones para ponérmelos enseguida. Tenía que admitir que mi vestido sí era más corto que el de ella, pero era obvio que no se lo diría.

—No sé de qué estás hablando, es lo suficientemente largo, de cualquier manera a donde vamos luciremos como unas santas comparadas con las chicas de la escuela.

—En eso tienes toda la razón. Con que ninguna se atreva a tocar a mi novio, todo estará bien—. David era su novio desde hace tres años, y mi primo desde siempre. 

Es el tipo de chico que todas quieren, de buena familia, educado, y sobretodo guapo. Hacían la pareja perfecta, obviamente gracias a mí, porque sin mí nunca se hubieran conocido.

—Hablando de él, ¿crees que tarde mucho en llegar? —Escuchamos el ruido de la puerta abriéndose y supe que era él.

— ¡Bruja! Al parecer es él. ¡Vamos en un momento! —Gritamos al unísono.

Tras haber pasado un momento  nos dirigimos a la sala. David lucia impecable, como era de esperarse. Emma corrió así sus brazos, de forma que él le correspondió levantándola del suelo, (lo cual no le costó nada de esfuerzo ya sea porque, o él era muy alto o Emma y yo éramos una enanas, ya que teníamos la misma estatura, supongo que es en lo único en lo que nos parecíamos) y plantándole un beso en la mejilla.

— ¡Woow lucen increíbles chicas!

—Gracias David, hice lo mejor que pude —escuchar un cumplido sólo hacía que mi ánimo creciera más.

—Debemos darnos prisa, si queremos llegar antes de las doce. —Dijo esto David mirando su reloj.

— ¿Por qué rayos esta tan lejos?

—No es como que te estén obligado a ir, aparte tu eres la más entusiasmada de los tres. Levanté mi dedo índice y lo apunte hacia ella de manera acusadora.

—Sólo espero que valga la pena. —Y no pudo evitar secar su lágrima imaginaria.

(...)

Después de veinte minutos de viaje, lo cual no era lejos, llegamos a la casa donde sería la fiesta que habían organizado unos cuantos alumnos por el regreso a clases de la universidad. Aunque esto era más como un despidida a mis vacaciones. La casa era enorme de dos pisos y con inmenso patio trasero donde se encontraba la fiesta. David estacionó su auto donde se encontraban los de otros estudiantes.

—Creo que Diego debe de estar esperando en la entrada.

— ¿Quién es Diego? –le dije a Emma jalando de su brazo.

—Es el mejor amigo de David, tonta y el dueño de la casa. Y, claro, el que organizó la fiesta.

—Oh, es verdad, no lo conoces. Pero eso cambiará en un momento. Vamos —dijo David guiñándome un ojo y guiándonos al interior de la casa.

—Claro —le respondí sin ni una pizca de entusiasmo.

Camine un poco más rápido para no hacer de mosca entre ellos dos, pero fue un grave error mi pie izquierdo se había torcido a punto de llegar a la puerta.

—Rayos, que estúpida —por suerte estaba sola o eso creía. Al apoyar mi mano en los escalones sentí como alguien la pisaba. —Eres ciego o que rayos te pasa —al levantar mi cabeza quedé tan impactada como nunca antes. 

Era la definición de adonis aquel chico, podía pasarme la vida entera mirándolo. Cabellera negra, perfectamente despeinada. Unos cuantos cabellos permanecían inmóviles en su frente. Desde donde lo miraba su altura parecía superior a la promedio o sólo era porque lo miraba desde abajo. Ojos negros, los cuales me miraban fijamente, por un segundo creí que me estaba leyendo la mente. Sus brazos, oh por todos los dioses, sus brazos lucían ligeramente ejercitados, pero su camisa negra no dejaba apreciarlos mucho. Juro que en ese instante quería gritarle que se casara conmigo. Tragué saliva y una sonrisa de medio lado se apodero de su perfecto rostro. Todo mi ser gritaba sí, sí acepto, pero las palabras de Emma me sacaron de ese bello instante.

— ¿Estas bien? —me dijo con tono un tanto maternal.

—Sí, es sólo que... —me pare rápidamente y mire como el futuro padre de mis hijos se iba fuera de la propiedad. Esperen, ¿no se suponía que debería estar enojada por no pedirme una disculpa aunque realmente no había lastimado mi mano? —Oye, tú me debes una disculpa —Se paró por un instante, pero sólo fue para prender un cigarro. Oh, chico, pierdes puntos. Giró su cabeza sólo para dedicarme la peor mirada que alguien me había dado jamás, me quedé piedra en ese instante, no sabía si correr a golpearlo, o para preguntarle cómo se llamaba.

—Maldito imbécil —gritó Emma, lo cual hizo aparecer una sonrisa en mi rostro.

Mire como David tenía la mandíbula apretada (como siempre lo hacía cuando algo le desagradaba), y al mismo tiempo observaba a al misterioso chico.

— ¿Lo conoces? —Él asintió con la cabeza y aún con la misma expresión.

—Lo mejor será que se mantengan alejadas de alguien como él. —Oh, no, dime todo menos eso. Que él mencionara eso, sólo hacía que mi curiosidad aumentara, lo que significaba que no me detendría hasta saber quién era—. Y lo digo muy en serio, manténganse alejadas de él.

No podría creer que David se expresara de una persona con tanto... ¿odio?, no estaba completamente segura, pero de lo que sí estaba segura era que lo descubriría.



Primer capítulo.

Creo que subiré uno por semana, aun no estoy segura.
Perdón si ven una falta de ortografía, agradecería mucho que me lo hicieran saber. 

Brenda.

Una sobredosis de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora