ELENA:
-Llevo diez años bajo el servicio de Hamond, y digo que estoy bajo su servicio porque no consigue venderme, o tal vez es que no quiere. De cualquier modo, estos años han sido horrorosos. He visto morir mucha gente a mi alrededor. Niños, mujeres y hombres que no obedecieron a Hamond y que fueron castigados duramente.- Hago una pausa mirando a mi alrededor, inquieta por lo que estoy apunto de contar.- Recuerdo el día en el que me hice mujer como si fuera ayer. Hamond acostumbra a desvirgar a aquellas niñas, a las que les florece su flor roja, dejando atrás su infancia. En cierto modo piensa que él es el que tiene el derecho de usarnos por primera vez cuando somos fértiles. En cuanto supo que mi honor estaba intacto y que ya era una mujer, no dudó en venir en mi busca para quitarme lo único valioso que me quedaba. Al principio no le fue fácil, pero las consecuencias de que yo me opusiera a él, hicieron que a mi me resultara mas difícil oponer resistencia cuando lo volvió a intentar.- Digo jugando con las cadenas que atrapan mis manos.
- ¿Qué te hizo?-Dice la muchacha intrigada.
-Me castigó con cien latigazos en mitad de un mercado de un pueblo del sur. Cuando terminó de pegarme, me llevó a una de sus tiendas y se salió con la suya. No sé que es lo que más me dolió, si los cien latigazos o que ese asqueroso estuviera robándome la pureza y mi infancia... Aunque se podría decir que se ha adueñado de mi vida por completo.- Digo sintiendo como florece la rabia en mi interior, a la vez que la impotencia de no poder hacer nada.
Marilyn me mira asombrada mientras se seca las lágrimas que recorren su cara. Al parecer mi historia la ha calmado un poco más, aunque no logro comprender el por que.
Ella es nueva aquí. Tiene mas o menos mi edad, un bello rostro algo redondo y las mejillas ligeramente sonrojadas. Sus ojos son de color azul y tiene un bello pelo liso, rubio como el oro, que cae sobre su pecho. Aparentemente parece delgada, pero no como para pensar que está desnutrida. A pesar de que haber estado llorando todo el día presenta una apariencia radiante, un claro indicio de que aún no ha sido corrompida.
- ¿Crees que todo eso me ocurrirá a mí?- Dice ella, mirándome seriamente a los ojos.
- Si le obedeces no te pasará nada.- Digo con la esperanza de que se calme.
- ¿Y si no me compran? ¿Qué hacen con aquellos esclavos que no compran?-Dice ella sin poder evitar preocuparse.
- Pues...- Digo pensando si decírselo o no, ya que decírselo puede suponer que vuelva a llorar desconsoladamente, y eso no es lo que yo quiero.- No creo que debas saberlo por el momento.
- Dímelo.- Me ordena.
- En el mejor de los casos los abandonan en el bosque.
- ¿En el mejor de los casos?- Pregunta, insistente por saber más.
- En algunos lugares suelen atarlos de pies y manos junto a una roca y los echan al mar o a algunos lagos con gran profundidad.- Digo casi sin ser consciente del peso de mis palabras.
Marilyn me mira y puedo ver como sus ojos se llenan de lágrimas a punto de desbordar de sus ojos.
- No desesperes, aquí no lo hacen hasta que eres anciano.- Digo intentando corregir mi evidente error.
La joven me mira realmente asustada, supongo que por su cabeza pasa la idea de escaparse, pero sabe que en caso de hacerlo será cruelmente castigada. Decido abrazarla para mostrarla que no está sola aquí.
Marilyn me ha contado que proviene de las tierras del norte, de una casa noble de poca relevancia. Aunque en el norte provenir de una familia noble es normal. Allí todo el mundo vive bien y se cuenta que allí no existe la pobreza, ojalá hubiera tenido yo esa suerte.
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Breinian
RomanceElena, una chica martirizada desde su mas tierna infancia, es vendida a un mercado de esclavos con la edad de nueve años, dejando atrás el seno de una familia pobre y su vida tal y como la conocía. Su inocencia se ve corrompida por los actos atroces...