Capitulo 3:Mi encierro

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Capítulo 3: Mí encierro

Comenzaron a pasar los días, en los que, yo estaba encerrado en la habitación, con un grillete en mi pie derecho. Era todo muy aburrido por aquel tiempo, Sebastián me traía la comida en la mañana, medio día, tarde y noche, sin embargo, él nunca se quedaba conmigo, también venia cuando tenía ganas de ir al baño, para sacarme el grillete y encerrarme en el baño.

Uno de los días, como de costumbre, Sebastián entro en la mañana con mi desayuno, me lo dio, y antes de que se fuera, yo decidí hablarle, tantos días con silencio e indiferencia me habían irritado.

-Sebastián-Lo llame, él se volteó a verme-¿Por qué nunca comes conmigo? ¿O siquiera me hablas?-

Imagine que no me contestaría, imagine que solo se iría, sin embargo, me equivoque. Vi, en ese momento, como mi enemigo ladeaba la cabeza, lo cual, me hizo acordarme de algunas cosas que Jace me había dicho sobre él, entre ellas que ladeaba la cabeza cuando estaba sorprendido y confundido.

-Creí que no te gustaría que yo comiera o hablara contigo-Me dijo él.

-Estar solo es aburrido.-Le conteste, empezando a tomar mi desayuno-La próxima vez, ven a comer conmigo, al menos así tengo compañía.-

Sebastián asintió, aun ladeando la cabeza, y se fue.

Después de aquel encuentro, él empezó a venir a comer conmigo todo el tiempo, de paso también hablábamos. Nos llevábamos bastante bien, se parecía mucho a Jace, aunque, era bastante bipolar, había días en los que venía de buen humor y charlábamos tranquilos, y había días en los que venía enojado y nos peleábamos todo el tiempo, puesto que, si él tenía un carácter jodido, yo era peor que él, aun así, nunca me golpeo o lastimo de ninguna forma.

Habían pasado tres semanas, en las cuales yo había estado, encerrado, y encadenado, pero después de ello, Sebastián liberó definitivamente mi pie del grillete.

-Te has portado muy bien, y te doy como recompensa, que puedas andar por tu habitación, sin tener el pie encadenado, sin embargo, no puedes salir del cuarto.-Me había dicho en aquel entonces.

Yo no esperaba que él liberase mi pie, pero cuando lo hizo, me sentí agradecido, estar siempre tirado en una cama, era demasiado aburrido.

Las semanas siguieron pasando, y yo de cierta forma, había perdido toda esperanza de que mis amigos viniesen a salvarme, pensaba que me habían olvidado, y eso más que nada, me dolía.

En uno de los días normales, yo esperaba que Sebastián viniera con la cena sentado en mi cama, cuando él entro con la cabeza gacha, se acercó a mí, y antes de que pudiera preguntarle nada, me abrazó. Poco a poco me fue recostando en la cama, hasta que quedamos, yo sobre el colchón y él sobre mí.

-Alexander, no te vayas, no me dejes.-Me empezó a susurrar en el oído.

Sus palabras, de alguna forma, tuvieron un gran impacto en mí, y recordé algo que me había dicho Jace: "Sebastián estuvo siempre solo, ni siquiera Valentine lo quería. A veces, llegaba a casa con los ojos nublados, entraba en mi habitación y se acostaba a mi lado, susurrándome que no me vaya. Él en realidad se siente demasiado solo, no tiene a nadie en quien apoyarse, y creo...que hasta los demonios más grandes, son capaces de sentir la soledad"

-No me iré a ningún lado, Jonathan-Le dije inconscientemente, y él me miro.

-Dilo de nuevo-Me pidió-Di de nuevo que no me dejaras, y llámame como lo hiciste, por mi nombre.-

-No te voy a dejar, Jonathan-Le dije.

Sentía que ya no controlaba mi cuerpo, mis brazos estaban a cada lado mío, y no podía moverlos, tampoco mis piernas, y de mi boca solo salía lo que él quería escuchar, no comprendía que me pasaba. Aquella extraña noche, me la pase tirado, con Sebastián sobre mí, abrazándome, y susurrándome que no me fuera.

Continuara...

J

Encerrado con mi enemigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora