No es un adiós, es un hasta luego

1.9K 146 241
                                    

El lugar se encuentra repleto de personas que van y vienen, cargando sus respectivas maletas, adentrándose al vuelo que les toca o saliendo a la calle para tomar un taxi que les llevara a quién-sabe-dónde. Ellos se encuentran ahí por una simple razón; Leo, con su maleta grande de color roja, cuyas ruedas pequeñas de color negro se encuentran en el suelo, se encuentra parado frente al andén de su vuelo, esperando que el resto de los signos diga o haga algo.

Uno por uno, comienzan a despedirse del chico de ojos amarillos como el Sol, a quien no verán más hasta dentro de un par de meses. Si tienen suerte, estará de vuelta en medio año, cuando culmine con las grabaciones de una película para la que fue requerido, sorpresivamente.

— ¿Seguro que llevas todo? — inquiere Libra por cuarta vez, notándosele angustiosa por el chico.

—Ya te he dicho que sí— responde el mayor, rodando los ojos ante la actitud ligeramente irritante de la rubia que le hace lucir como si fuese su madre, cosa que le resulta extraña. ¿Cómo se supone que debe actuar una madre? Porque en lo que a él concierne, no tiene ni la más mínima idea—. Deja de preocuparte, ¿quieres?

—Disculpa, pero es la primera vez que saldrás de la ciudad, quiero asegurarme de que estarás bien.

—Ya déjalo, Luci— interviene el carnero, dándole un suave toque a la muchacha en el hombro para que dirija sus orbes zafiros a su persona—. Ya no es un niño. Él puede cuidarse solo, ¿sabes?

—No estaría tan segura de eso.

Los dos muchachos intercambian una mirada entre ellos, una llena de molestia por la jocosa actitud de la chica. Ignorando a la única fémina de la casa de aire, los dos signos de fuego intercambian un par de palabras antes de ser interrumpidos por el sonido de un celular al que acaba de llegarle un mensaje. Aries saca el aparato de sus bolsillos, mirándolo con las cejas fruncidas en duda antes de desbloquear la pantalla y leer el texto recibido.

—Scott te desea buen viaje y dice que le traigas algo— habla el pelirrojo, respondiéndole algo al azabache con rapidez—. También dice que los chicos y chicas de Noruega son atractivos, que te eches un buen taco de ojo estando allá y que aproveches, que no le hagas caso a Alec.

—Dile que veré si le traigo algún recuerdo, pero que eso no quita que siga castigado.

Aries asiente, entendiendo y obedeciendo al más alto, escribiendo ágilmente en el teclado del celular, enviando el mensaje al menor de la casa fuego para luego guardar el móvil en donde antes se hallaba. Finalmente, el mayor desea al peli-naranja que tenga buen viaje, seguido de un abrazo varonil y fraternal entre ambos. A continuación, Acuario es el último en despedirse del león. Los demás optan por darles su espacio, su burbuja romántica en la que se encierran las parejas estando juntas, por lo que se alejan, viendo a esa distancia solo como intercambian palabras, miraditas coquetas y demás.

Cuando ven que el signo aire se cuelga, con los brazos, del cuello del mayor, todo el mundo entiende que deben mirar a otro lado, por lo que todos desvían los ojos a otros sitios del aeropuerto, viendo un bote de basura, una mosca agonizante junto a una envoltura de goma de mascar que gira y gira, una ancianita durmiéndose en uno de los asientos plásticos color azul en donde todo mundo espera, el tablero electrónico donde anuncian los vuelos y sus destinos, etc; comparten un rápido beso de despedida, seguido de una sonrisa boba, antes de que el león se marche de ahí en dirección a su vuelo, arrastrando la maleta por la manilla.

Acuario regresa con los demás, sonriendo un poco forzado, por lo que su hermano mayor pasa un brazo alrededor de sus hombros, esbozando una mueca de diversión, y comienza a narrarle una historia tonta mientras salen del recinto, en dirección a la camioneta de Capricornio. Sería una mentira si el menor se dijera a si mismo que no extrañará a su pareja, porque por supuesto que lo hará, pero sabe que esto es lo que el león quiere y, a fin de cuentas, él volverá tarde o temprano, así que solo es cuestión de esperar pacientemente. Además, no es tan egoísta como para negarle la libertad de decidir si puede o no trabajar en esa película. No, eso sería ridículo, estaría actuando como un adolescente hormonal y patético, y ya está grande para reaccionar de esa manera.

Estrellas juntasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora