~U N O~

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Siento que todo lo que vivo no me sirve de nada. Odio cada maldito día en el que tengo que pisar ese recinto, odio cada maldido día en que unos estúpidos se acercan para poder joder mi vida, odio no poder enfrentarlos, porque me siento tan débil a su lado que no puedo ni si quiera abrir la boca para expresar palabra alguna.

A veces solo me dan ganas de gritar tan fuerte que las cuerdas vocales se me desgarren y no tener verdaderamente voz para poder pararlo.

Mi nombre no importa ahora, solo que soy uno de esos números tan altos que salen en las noticias cada vez que dan el informe acerca del bullying, soy uno de esos tantos números que cada vez aumenta más y más de forma alarmante pero de los cuales muchas personas no estan concienciadas, prefieren vivir en su mundo de color arcoiris a darse cuenta de la verdadera realidad de las cosas. Se van a conflictos lejanos, que son importantes, pero se olvidan de los que tienen tan próximos a ellos, tanto como la propia vuelta de la esquina de su casa.

Yo vivo en una casa pequeña a las afueras de este maldito pueblo, mis padres no tienen aún el suficientemente dinero para poder comprar una más grande para mis hermanos y para mí, no quiero procuparlos con mis problemas porque ellos ya tienen muchos. Soy un adolescente más que no sabe como luchar contra lo que le pasa, que no tiene apoyo porque no se atreve a hablar, cuando lo haga se que saldré pero tengo miedo, mucho miedo de lo que me pueda suceder.

Ir a la escuela para mí es un sacrificio, cada día que paso en medio de ese infierno es un dia en el que mi dignidad es mermada y pisoteada, tanto que se encuentra en el suelo sin ninguna posibilidad aparente de reparación.

Cada semana es lo mismo, el mismo problema de ir escondiéndome en los pasillos, dentro de las clases o debajo de la capucha para intentar pasar desapercibido. Cada vez que ellos me encuentran, siempre acabo pisoteado y golpeado y con la mitad de la gente riéndose.

Nadie hace nada, dentro del instituto ese grupo tiene tanto poder sobre los alumnos que provoca que nadie intente ayudarme, porque si lo hacen el daño irá dirigidos a ellos.

Es frustrante ver como la gente ve los acontecimientos como si fuera un espectáculo, como algunos te dirigen miradas cargadas de lástima pero solo veo cuerpos inertes que no tienen ni la más mínima intención de prestar ayuda. Son cadáveres vivientes que no saben que su falta de acción, los está transformando en seres cómplices del maltrato y sin alma.

Porque ellos, los mirones, no son mejores que los que provocan mi desgracia, porque gracias a que ellos nunca han dicho nada a alguna autoridad o a los que provocan mi infierno, yo sufro cada día. Podría decírselo yo, pero el encargado de dar estos partes a los profesores, es irónico, pero forma parte del grupo de maltratadores. A la que me acerco a alguna autoridad, el que me vigila inmediatamente informará a los demás y comenzará mi calvario, ésta vez, por ser un chivato. Siempre hay alguien vigilando mis pasos, vigilando que no me acerque a algún profesor con la intención de hablar.

Pocas veces he acabado golpeado, solo aquellas veces en las que me he armado de valor y los he enfrentado; diciéndoles que no hay derecho a sufrir así por culpa de gente tan mezquina como ellos. Pero claro está que ni caso me hacen y los golpes son más fuerte, en esos momentos aprendí que el silencio es mucho mas elocuente que las palabras.

Nunca me llegan a golpear en lugares muy visibles, como los brazos o el rostro, sino que lo hacen en las partes donde no se ven ni son perceptibles, lugares tales como en el pecho o el abdomen.

Más de una vez he ido cojeando hasta la puerta de mi casa, para justo después de traspasarla tener que poner mi mejor cara de contento y mentir como un bellaco. Tendría que ser más fuerte y poder enfrentarlo, pero es que no puedo, no puedo.

No Soy Un NúmeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora