Continuación de "La mano del diablo".
El inspector Pendergast ha simulado su propia muerte para asà poder luchar desde el anonimato contra su hermano Diógenes, un ser con una inteligencia extraordinaria para perpetrar el mal.
El detective Vincent D'Agosta, fiel compañero de Pendergast, recibe una carta "póstuma" de su amigo pidiéndole que se ocupe de ciertos asuntos, y, lo más importante: detener a Diógenes, quien ha anunciado que cometerá un gran crimen en el plazo de una semana sin que nadie sepa de qué se trata ni qué se propone hacer.
D’Agosta intenta localizar a Diógenes, pero éste ha desaparecido. Luego, comienzan a cometerse una serie de extraños asesinatos en Nueva York, cuya única conexión entre sà es que todas las vÃctimas eran amigos de Pendergast. Y lo peor: la policÃa encuentra pruebas contundentes que apuntan al propio Pendergast como el asesino.
Asà las cosas, Pendergast deberá echar mano de toda su astucia y de la ayuda de sus amigos para capturar a Diógenes, tarea complicada y peligrosÃsima, antes de que él mismo sea detenido por la policÃa.
Douglas Preston y Lincoln Child
La danza de la muerte
TrilogÃa Diógenes 2
ePUB v1.0
Mónica 20.11.11
Linconl Child dedica este libro a su hija Verónica
Douglas Presión dedica este libro a su hija Aletheia
Agradecimientos
Queremos dar las gracias a los siguientes integrantes de Warner Books: Jamie Raab, Larry Kirshbaum, Maureen Egen, Devi Pillai, Christine Barba y el equipo de ventas, Karen Torres y el de marketing, Martha Otis y el departamento de publicidad y promoción, Jennifer Romanello, Dan Rosen, Maja Thomas, Flag Tonuzi, Bob Castillo, Penina Sacks, Jim Spivey, Miriam Parker, Beth de Guzman y Les Pockell.
Un agradecimiento especial a nuestra editora, Jaime Levine, por su empecinada defensa de las novelas de Preston y Child. Debemos gran parte de nuestro éxito a su entusiasmo, al acierto de sus correcciones y a lo bien que nos defiende.
Gracias asimismo a nuestros agentes, Eric Simonoff, de Janklow and Nesbit, y Matthew Snyder, de Creative Artists Agency. Coronas de laurel para el agente especial Douglas Margini, Jon Couch, John Rogan y Jill Nowak, por sus muchas y diversas atenciones.
Expresar, como siempre, nuestro agradecimiento a nuestras esposas e hijos, por su amor y apoyo.
Huelga decir que todos los personajes, compañÃas, hechos, lugares, comisarÃas, publicaciones y organismos gubernamentales descritos en estas páginas son ficticios o se usan de modo ficticio.
Uno
Dewayne Michael estaba sentado en la segunda fila del aula, mirando al profesor con lo que pretendÃa hacer pasar por interés. Le pesaban los párpados como si le hubieran cosido en ellos pesas de plomo de las de pescar. Le palpitaba la cabeza al ritmo de su corazón, y tenÃa un regusto como si se le hubiera muerto algo en la lengua. Al llegar tarde, se habÃa encontrado el aula llena, con un solo asiento libre: segunda fila centro, justo delante del atril.
Genial.
Dewayne se estaba especializando en ingenierÃa eléctrica, y habÃa elegido la optativa por lo mismo que tres décadas de futuros ingenieros: porque era una marÃa. «Literatura inglesa. Una perspectiva humanista» siempre habÃa sido una asignatura de las que se aprobaban casi sin tocar ni un libro. El profesor de toda la vida, un carcamal muerto de asco que se llamaba Mayhew, hablaba como si quisiera hipnotizarte, con la vista pegada a unos apuntes que tenÃan cuarenta años y una entonación ideal para dormir. El muy memo no se molestaba ni en cambiar de exámenes. Los de los años anteriores corrÃan como el agua por la residencia de Dewayne. Vaya, que ya era mala pata que justo ese semestre se hubiera encargado de la asignatura una eminencia como el doctor Torrance Hamilton. A juzgar por la actitud de servilismo generalizado, era como si Eric Clapton hubiera aceptado un bolo en una facultad.