Capítulo II - Lágrimas
Corrió por los pasillos del castillo con lágrimas en los ojos a la sala de entrenamientos.
Para su sorpresa, quien estaba ahí no era El Rey, si no El Reina Kei, leyendo tranquilamente un libro.
Al escucharlo entrar tan agresivamente volvió su mirada hacia él y le preguntó
- ¿Haiiro? ¿Qué sucede?-
Él había caído sentado en el suelo y lloraba desconsoladamente. Cubriendo sus ojos con las palmas de las manos.
- ¡Haiiro!- Kei se alarmó y caminó hacia él - ¿Por qué lloras?-
- Él... Él me... Odia... Le Hice... Daño.-Balbuceó entre sollozos.
- ¿Qué? ¿A quién? ¿Quién te odia?-
Pero él solo seguía llorando sin parar, repitiendo lo mismo que había dicho.
Era lo único en lo que podía pensar.
- Haiiro, tranquilízate.... Por favor.-
Pero nada, el Reina tuvo que esperar que se cansara para poder hablar correctamente con él.
Ya pasado un rato se detuvo, sollozando un poco aún.
- ¿Mejor?-
Asintió.
- ¿Puedes contármelo? -
Haiiro respiró hondo y miró hacia él, comenzando a hablar desde que había terminado de llorar.
- El Príncipe se molestó conmigo...-
- ¿Se molestó? ¿En serio? ¿Por qué?-
- Es que... Que... Yo quiero protegerlo.... Pero.. Por los entrenamientos no puedo pasar tanto tiempo con él....-
- ¿Por eso?-
Volvió a asentir.
- Él me odia.- Aseguró.
- ¿Éso fue lo que te dijo?-
- Sí.-
Kei Suspiró.
- Haiiro, Hiroki no te odia. Sólo quiere estar más tiempo contigo y que le pongas más atención.-
- Pero... Me dolió mucho cuando me lo dijo...-
- ¿Te dolió el qué?-
- Aquí- Señaló su pecho con su dedo índice -. Aquí me duele.-
- Oh.. Pequeño...- Kei lo abrazó.
Fue un abrazo muy cálido y reconfortante, como el de una madre. Haiiro estaba algo desorientado gracias al abrazo.
Cuando se separaron el peligris lo miró con los ojos acuosos.
- ¿Nadie te había abrazado así antes, Haiiro?- Quiso saber Kei ante la reacción el joven. Éste negó con la cabeza.
- ¿Ni siquiera tu madre? - Inquirió bastante sorprendido.
- No recuerdo a mi mamá.- Dijo algo inocente el muchacho.
Kei se mantuvo unos minutos en silencio.
- Haiiro, sé que soy El Reina de aquí, pero éso no te impide hablar conmigo... Si necesitas hablar con alguien o necesitas sentirte mejor... No dudes que yo estoy aquí... Siempre puedes hablar conmigo.-
Él asintió.
- Anda, sécate ésas lágrimas, cariño.-
Ya por sus mejillas corrían finas lágrimas que sé secó mientras sonreía.
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My Little Prince
RomanceHace mucho, realmente mucho tiempo, existieron Reinos cuyos habitantes tanto de la realeza como del pueblo pasaron por muchas situaciones y sus vidas fueron extraordinarias, dignas de leer o escuchar. Aquí encontrarán sus historias, contadas tanto p...