Cajas

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Felicidad, eso pasa por mi cabeza en éste momento. Ver el que ahora sería mi antiguo cuarto rodeado de cajas con etiquetas es algo que me llena completamente, por fin estoy logrando independizarme o bueno mejor dicho irme a vivir con Ethan, mi prometido, era todo un desafío. Aunque la gran mayoría de mis cosas estaban guardadas, aun faltaban varias cositas por hacer, que increíble como toda tu vida puede entrar en unas simples cajas. 

Ya estaba un poco agobiada y no estaba segura por donde seguir, no sabía si empezar por los trofeos y medallas que he ganado a lo largo de mi vida o por los libros ya viejos que he leído tantas veces.

Mi Nana sin avisar, como siempre hizo, entró a mi cuarto y miró con nostalgia las pocas cosas que habían en las repisas y poso su mirada en mí, no dijo una palabra pero no era necesario, su mirada me decía lo triste y enojada que estaba, porque según ella se esta haciendo todo muy rápido y "aún no está preparado para dejarme ir de sus brazos". Obvio le explique que simplemente viviré en otro lado, pero la seguiré viendo, pero lo que tiene de amorosa lo tiene de testaruda.

Sonia es una de las personas más importantes que tengo en mi vida y su opinión para mi siempre ha sido demasiado importante incluso antes de tomar grandes decisiones desde que recuerdo me siento a hablar con ella para saber su punto de vista, porque aunque me ama con todo su corazón es la única que conozco que me dice las cosas directas, me cuida para que las caídas que la vida pueda darme duelan lo menos posible.

-Ámbar, cariño ¿Segura que quieres irte de casa? Sabes bien que aquí puedes quedarte siempre que quieras- Me miró con un brillo de esperanza en que cambie de idea, pero eso no iba a pasar, nunca había estaba tan decidida en hacer algo como en esto, necesito crecer, vivir, tener experiencias nuevas, me senté en la cama a hablar con ella.

- Si Nana, estoy muy segura, acaso ¿no estas feliz por mi?- le dije mientras le extendía la mano izquierda mostrándole mi dedo anular con el anillo que me dio mi prometido- Y otra vez me lanzó esa mirada dura e irónica que solo ella sabia dar y la cual decía mucho más que mil palabras- Si, ya se que estas contenta por mi.- suspire y hable lo mas rápido que pude, casi atropellándome con las palabras-antes de que me regañes, prometo venir todos los domingos y hacerte tu tarta de fresas favorita-le dije con una sonrisa, mostrando todos mis dientes, esa que siempre le hago cuando quiero convencerla de algo, y como suponía funciono, porque automáticamente la mirada se le endulzó y me sonrió de lado.

- Siempre supiste como salirte con la tuya. Increíble. - y tenía razón, siempre logré lo que quise de una manera u otra y era una de las cosas que más me gustaba de mi.- Más te vale que si, que vengas absolutamente todos los domingos. -me lo dijo con la mirada fija y por arriba de sus gafas. Abrí la boca para responder pero no me dejó, me interrumpió poniéndome una mano enfrente, como hacía siempre.
-No nos adelantemos a la despedida, todavía faltan unas semanas para librarte por completo de mí.- Me dijo con su humor que tanto la caracterizaba- Te espero abajo para almorzar Bambi, que no comiste nada en el desayuno -sí me decía así porque Bambi siempre fue mi película favorita, ya odiaba ese apodo pero solo dejaba que me lo dijera ella-, baja en diez minutos, ni un minutos más, ni uno menos, te quiero.- Me lanzó una mirada de advertencia que se la respondí riendo y poniendo los ojos en blanco.

- Siempre fuiste tan mandona- lo que hizo que lance una gran carcajada de las que tanto conocía, cerró la puerta dejándome otra vez sola indecisa por donde seguir. 

 

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