Capitulo 43

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—No, no está nada preocupado. Sabe que no tenemos nada contra él. De hecho, según Louis, cuando llegaron, Abruzzi estaba preparándose para ir a jugar al casino de Shreveport. Él y su prostituta salieron del domicilio junto a los tíos de latinidad. —Harry recogió un poco del revuelto de huevos con el tenedor.

—¿Vais a seguirlo hasta Luisiana?

—No —respondió él cuando hubo terminado de masticar—. No podemos desarrollar actividades de vigilancia en otras jurisdicciones. Además, la gasolina está por las nubes últimamente. Se nos sale del presupuesto. Nuestro equipo ha confirmado que ha abandonado la ciudad en dirección este. Abruzzi le dijo al conserje que volvería el jueves por la noche.

—¿El jueves por la noche? Eso significa que no tengo que quedarme en las oficinas de Leah o en tu apartamento. Puedo volver a mi piso esta misma noche.

Harry se aproximó a ella.

—______, cielo, ¿es que no lo entiendes? Todavía no hemos detenido a los dos hijos de puta que trataron de secuestrarte.

—Bueno, pero ahora que Abruzzi está fuera de la ciudad, no parece probable que vuelvan a intentarlo Además —le acarició la mejilla—, vas a quedarte conmigo, ¿no?

—Sí —Harry la miraba entre divertido y ofendido—, no pienso perderte de vista —seguía dando golpecitos con el tenedor—. Supongo que podemos ir a tu casa esta noche para que puedas coger algo de ropa. Tendrás que avisar a tu jefe mañana. Hasta que no tengamos a Abruzzi entre rejas no puedes estar visitando a clientes y corriendo de un sitio para otro como has hecho hasta ahora.

Aunque ______ abrió la boca con la intención de protestar, al recordar la mirada del ex marine antes de meterse en el coche, asintió.

—Es verdad. Le pediré a Julie que me autorice para quedarme en el despacho y hacer allí las entrevistas.

—Estupendo —Harry parecía aliviado. ______ se dio cuerna de que había temido que ella pudiera llevarle la contraria.

—Aún no puedo creerme que ese tío sea tan caradura —dijo ella; era algo que no se sacaba de la cabeza desde el lunes—. Es como si creyera que es inmune a la autoridad.

—Es un psicópata. Está convencido de que las normas son para el resto de la gente, no para él.

—Me ha asustado. —Pronunciar aquellas palabras fue como quitarse un peso de encima después de haber estado tratando de evitar pensar en lo que Abruzzi le haría si volvía a por ella.

—A mí también me da miedo. Es un asesino a sangre fría. Ahora bien, te prometo que no permitiré que te toque un claro.

De pronto, a ella se le llenaron los ojos de lágrimas.

—Gracias.

El miércoles por la mañana, ______ se despertó a las cinco y media, unos minutos antes de que sonara la alarma. Permaneció acostada para disfrutar de la calidez del cuerpo de Harry, que estaba a su lado. Se dio la vuelta con cuidado para no molestarlo y se quedó mirándolo; aún dormía y tenía la boca abierta unos centímetros. Harry se había acostado muy cansado la noche anterior; no le extrañaba que continuara dormido.

Al volver del restaurante, habían tardado apenas unos segundos en irse a la cama y quedarse dormidos.

Con el cabello revuelto y aquella barba incipiente ofrecía un aspecto casi peligroso, aunque, ahora que lo conocía, ya no le resultaba temible.

Harry no necesitaba levantarse temprano como ella, que salió de la cama despacio, cerró la puerta del dormitorio y se dirigió al baño del vestíbulo. Mientras se duchaba, recordó lo sucedido el día anterior. Tanto Leah como Louis se habían portado de maravilla. Leah era amiga suya de toda la vida; sin embargo, la sensatez de Louis había sido una sorpresa para ella. Ya le había preguntado a Harry si había algún modo de agradecerle aquella amabilidad y la respuesta había sido una risotada y un «¿es que no sabes que a los polis nos encantan los donuts? A Louis le gustan los que tienen virutas de colores por encima».

Al recordar ese comentario, ______ visualizó la panadería alemana que había a un par de manzanas al norte de su casa. Abría a las seis de la mañana. Podía bajar, comprar una docena de donuts y regresar antes de que Harry se levantara. Así él podría llevárselos recién hechos al trabajo. Se lo pensó un instante. A Harry no le gustaría que saliera sola, pero Abruzzi iba a estar en Luisiana hasta el jueves por la noche y dudaba que el ex marine y su compañero estuvieran esperándola en la puerta de su casa a las cinco y media de la mañana. Así que, encantada con su plan, acabó de ducharse y se coló de nuevo en el dormitorio para vestirse.

Veinte minutos después, ya caminaba por las calles desiertas de vuelta de la panadería Naugle's, con una bolsa de papel llena de donuts calientes, la mitad de los cuales estaban cubiertos de virutas. Era una mañana fresca, aunque aún no hacía demasiado frío: una señal de que faltaban apenas unas semanas para que comenzara el otoño. Con el aroma de la mantequilla se le hizo la boca agua. ______ deseó haberse comprado un donut para ella.

Una limusina negra y con los cristales tintados se acercaba por la calle McKinney en dirección norte. «Mira estos marchosos. Vuelven a casa después de una noche de juerga, justo a tiempo para ir a trabajar.» El vehículo fue reduciendo la velocidad a medida que se aproximaba a ella, hasta que alguien bajó la ventana del asiento de atrás. ______ observó el coche con curiosidad convencida de que iban a preguntarle por alguna calle. Sin embargo, de pronto se topó con el rostro de Abruzzi y se quedó mirándolo, paralizada.

Él sonreía.

—¡Qué agradable sorpresa, __________! Justamente estaba pensando en ti. ¡Qué casualidad que nos encontremos!«¡Corre!» ______ tardó en reaccionar y en enviar un mensaje a sus piernas, que seguían sin responder. «¡Lárgate de ahí!» Escuchó que se abría una puerta y, con el rabillo del ojo, vio al ex marine y al señor de los vómitos corriendo hacia ella. ______ se tropezó y aquellos tipos se le echaron encima. Abrió la boca para chillar, pero el del mareo estaba preparado ya y le cruzó la cara con la mano cubierta por un guante de piel.

—Intenta morderme ahora, zorra —gruñó.

Los dos hombres la sujetaron por los brazos y la obligaron a entrar en el coche. El ex marine entró primero en el asiento de atrás para ayudar al otro a introducirla en el vehículo.

Ahora se encontraba atrapada entre los dos. Cerraron las puertas de golpe y la limusina aceleró para marcharse de allí.

______ trató de liberarse. Abruzzi estaba sentado en el asiento de enfrente con la muñequita a su lado. Hizo un gesto al mareado para que soltara a ______ y el tipo obedeció al instante.

—Pare el coche ahora mismo —exigió ella chillando.

Abruzzi hizo un gesto con la mano y el ex marine cogió la bolsa blanca de papel con los donuts que ______ agarraba aún y se la dio a su jefe, que la abrió para ver qué contenía y acabó eligiendo un donut, uno de los de virutas.

—Así que habías salido a comprar el desayuno, ¿eh? —preguntó mientras rompía un pedazo y se lo ofrecía a ______—. ¿Quieres? Aún está calentito.

—Esto es un secuestro. Dé la vuelta y lléveme a casa ahora mismo. Le prometo que no presentaré más denuncias. Abruzzi hizo caso omiso de su propuesta y le dio un mordisco al donut glaseado.

—No está mal —opinó después de masticarlo—; aunque, claro, si te zampas unos cuantos donuts de más con esas enormes caderas que tienes, acabas pantagruélica enseguida.

«Está intentando intimidarme. Tengo que mantenerme tranquila. En realidad no quiere hacerme daño. No puedes secuestrar a alguien en una calle de Dallas así sin más. Tranquila. Tranquila. Tranquila», se dijo ______.

Tomó aire y comenzó.

—Señor Abruzzi, está usted cometiendo un terrible error —______ temblaba tanto que le castañeteaban los dientes de modo que la frase no sonó tan firme como a ella le habría gustado.

—Así que ahora sí estás dispuesta a hablar conmigo, ¿eh? —Abruzzi arqueó una ceja—. Bueno, bueno, entonces vamos a necesitar un lugar tranquilo en el que conversar. Augie —el conductor volvió la cabeza—, vamos a la cabaña de pesca.

—Sí, señor —respondió el chófer, que era uno de los grandullones que habían acompañado a Abruzzi al supermercado.

—No haga usted esto —______ se percató de que estaba rogando y cerró la boca de golpe.

«Eso es precisamente lo que quiere.»  

Una chica mala (Harry Styles)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora