Astrid.

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Iba volando por los aires con Chimuelo directamente hacia la caballa donde Astrid a veces se encerraba para estar sola, sabía que ella estaría enojada y que debía comenzar mi disculpa pero ahora tenía mi mente en blanco.

Sentía la brisa de la tarde en mi rostro y también la lisa piel de aquel dragón que se había convertido en uno de mis mejores amigos en poco tiempo, sin embargo, también me había salvado la vida unas cuantas veces...bueno, demasiadas veces, él había evitado que muriera en una caída de mas de veinte metros. Si, él también había perdido algo, de la misma forma en que yo lo había perdido.

Miré atrás y vi aquel mecanismo que cubría una parte de su larga cola negra y que le ayudaba a volar ya que sin ella estaría de la misma forma que yo sin mi prótesis, ambos no podríamos dar ni si quiera un paso.

Coloqué mi mano en la cabeza de Chimuelo como si le agradeciera secretamente todo lo que había hecho por mí. Suspiré y miré el bosque que ya se encontraba a nuestros pies.

-Chimuelo-dije y él se puso alerta al escuchar mi voz-Aquí es. Vuelve a casa hablaré con Astrid a solas.

Él emitió un ruido de protesta pero al final comenzó a inclinarse para aterrizar en alguna parte del bosque, cuando por fin encontró una roca lo suficientemente grande y cuando yo bajé de la silla él me miró fijamente como si esperara que yo dijera que se quedara.

-Vamos, amigo-dije acariciando su cabeza-tienes que irte, regresaré a casa en cuento hable con ella.

La cabaña se encontraba a unos metros de mí pero incluso en aquel momento pude escuchar que alguien caminaba rápidamente hacia la puerta desde su interior, Chimuelo también pareció oírlo porque levantó su cabeza para poder mirar más allá de mí. Entonces escuché la puerta abrirse violentamente y un estruendo detrás de mí.

-Hiccup-dijo Astrid gritando a mis espaldas.

Las miradas de Chimuelo y mía se cruzaron rápidamente pero solo durante un segundo porque luego salió y se alzó por los aires.

En mi mente las palabras "Gracias, amigo." aparecieron.

Luego me volví hacia ella. Caminaba rápidamente y se veía realmente enojada, bajé de aquella roca y me acerqué caminando hacia ella hasta que no hubo mas que un paso de separación entre nosotros, sentía que algo iba ir realmente mal.

-Astrid, yo...-empecé pero inmediatamente ella me hizo callar.

No tardé en sentir un ardor en mi mejilla gracias al golpe que ella me había lanzado, ya estaba acostumbrado a aquello así que simplemente me quedé quieto esperando su siguiente reacción. Nos miramos fijamente esperando el siguiente paso del otro. Su mirada se veía cansada y nostálgica como si realmente estuviera pensando en la noche en que la había abandonado en el claro.

Ella golpeó mi pecho y me empujó con todas sus fuerzas-ahora yo era más fuerte que ella por lo que ni si quiera consiguió moverme pero yo sabía que necesitaba desquitarse-pero luego de un momento lanzándome golpes se detuvo y se colocó a una distancia considerable. Me miró directamente a los ojos como si me retara a detenerla pero yo permanecí callado.

-Me dejaste esperando de nuevo-dijo ella y su voz era fuerte y decidida- Eres un estúpido, te dije que esa era la última oportunidad de encontrarnos.

-Astrid, surgieron cosas relacionadas con Berk-dije mientras suspiraba agotado, acababa de llegar de un viaje largo y realmente estaba cansado-traté de avisar pero era algo urgente...

Entonces ella golpeó de nuevo mi mejilla, el ardor se extendió por mi rostro y cerré los ojos para prepararme para el siguiente golpe pero éste no llegó.

Ella estaba frente a mí, con la respiración entrecortada, con sus manos apretadas en puños, con su cabello alborotado, con sus ojos mirándome fijamente, con su cuerpo erguido como si me retara. Se veía fuerte, valiente...pero inmediatamente el rostro de Merida reapareció en mi mente, sus mejillas sonrojadas, sus grandes ojos que me miraban fijamente como si trataran de ver la verdad detrás de todo, sus pequeñas pecas que se extendían por debajo de sus ojos, sus largos rizos rojizos, su clara piel, sus labios...

Sonreí al recordarla y Astrid me miró sorprendida.

-¿Te estás riendo de mí?-dijo ella indignada y acercándose para agarrar parte de mi armadura para atraerme hacia ella.

Borré mi sonrisa.

-Astrid, necesitaba ir-dije- sabes que hubiera hecho lo que sea por estar ahí contigo pero mi padre quería que estuviera ahí con él y sabes que tengo ese tipo de responsabilidades con él si tenemos a los dragones con nosotros.

Ella me miró fijamente.

- Hiccup-dijo Astrid.

Me acerqué a ella. Había olvidado lo mucho que ella me había apoyado con el pasar de los años, había creído en mí y yo de nuevo la había abandonado.

-Lo lamento-dije y levanté su barbilla para que me mirara.

Sus ojos azules me miraron fijamente y no se apartaron, ella era hermosa y fuerte. Y era mía. Era Astrid. Había estado enamorado de ella desde hace años y ahora estaba aquí, mirándome y esperando a que la besara. Me acerqué a ella un poco más y la atraje hacia mí.

Ella acercó sus labios a los míos, pude sentir como ella se acercaba un poco más y colocaba una de sus manos en mi nuca para atraerme hacia ella. Podía sentir sus suaves labios contra los míos y todo su cuerpo pidiéndome más.

-Hiccup-dijo ella gimiendo mientras yo besaba su cuello, podía sentir como ella se estremecía y como se aferraba a mi cabello para tratar de controlarse.

-Lo lamento-dije pero continué besándola y ella gimió- Lo lamento, Astrid. Lamento haberte dejado pero no volverá a pasar.

-¿Lo prometes?-dijo ella.

-Lo prometo-dije y me quedé con ella.

I just need an answerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora