CAPITULO 1

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La fuerte lluvia, golpeaba sin cesar las minúsculas ventanas con barrotes de aquella sombría habitación.

Una vieja y desecha cama, junto a un pequeño lavabo, apenas se distinguían en la penumbra de la sala, ocasionalmente iluminados por los fuertes rayos que acompañaban a la tormenta.Una joven ,que debía rondar los 17 años, se encontraba inmóvil tumbada en el frío y áspero suelo, temblando por las bajas temperaturas que aquellas celdas inhóspitas alcanzaban cuando se ponía el sol.

La pesada puerta de acero que se alzaba en el extremo derecho de la sala se abrió con un agudo chirrido.La joven no reaccionó. Un hombre y una mujer de mediana edad, vestidos con unos uniformes blancos característicos de los hospitales, entraron  en la habitación, con cierta precaución, llevando ambos una especie de pistola eléctrica en sus respectivas manos dominantes.

La joven seguía quieta, como si de una estatua se tratase, siendo los temblores de su cuerpo lo único que indicaba que aún estaba viva. El hombre ya estaba a medio metro de la joven, cuando un grito ahogado resonó en la habitación. La mujer miraba horrorizada como del cuello de su compañero sobresalía un trozo de cristal sucio que alguien había lanzado a una velocidad increíble, mientras que la sangre del hombre , con los ojos abiertos de par en par, empezaba a brotar a borbotones .El cuerpo de este cayó con fuerza al suelo, mientras se convulsionaba y desangraba sin emitir ningún sonido.

Antes de que la mujer pudiese reaccionar, su cabeza ya rodaba por el suelo,y su cuerpo caía unos instantes después, todavía con la pistola eléctrica en la mano. En menos de dos minutos, dos cadáveres acompañaban a la joven , que se mantenía en pie detrás de la mujer con una afilada navaja manchada de sangre en la mano.Sin inmutarse, se acercó al cuerpo ya sin vida del enfermero, extrayendo el irregular cristal que seguía clavado en su cuello.

La joven volvió a tumbarse en la habitación , haciendo caso omiso a la puerta abierta. Sabía que la vigilaban, que en cualquier momento aparecería su castigo, y que intentar escapar no serviría de nada, excepto tal vez para recibir una penitencia mayor. Pero ya le daba igual. Había perdido la noción de cuanto tiempo llevaba ahí recluida, sin poder recordar nada antes de esas cuatro paredes grises que la acompañaban todos los días, cada hora , cada minuto , cada segundo...y de los extraños experimentos que regularmente probaban en ella. ¿Tendría padres, hermanos , o algún otro familiar que la estuviese  buscando?

Varios gritos provenientes del pasillo que daba a su puerta abierta la sacaron de sus pensamientos. Nunca había oído tantos juntos, que además , suplicaban por su vida antes de oírse el rasgar de los huesos y músculos, indicando que sus vidas se habían extinguido. Aquel no era el tipo de castigo ni el sitio que aquellos hombres y mujeres , vestidos de blanco, azul o gris, con gafas o sin ellas, pero siempre con sus sonrisas irónicas y detestables, solían emplear.

Una voz grave que se movía y gritaba por los pasillos hizo que una gran sonrisa sarcástica se dibujara en el rostro de la joven :

-¡Cierren todas las puertas! ¡Llamen a seguridad! ¡La mayoría de los pacientes de la U.E.I. se han escapado! ¡Atrás Daniel!.. !Dios! ¡No, no , espera! ! ¡No te he hecho nada! ¡Por favor, noooo...! - la voz fue acallada de golpe, y un silencio atroz inundó el ambiente, hasta que decenas de risas y carcajadas llenaron toda la planta , ente ellas, la de la joven, que se levantaba poco a poco del suelo, con una mirada nueva.

Inside The DarknessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora