Prólogo

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11:37 pm

Caminaba por la acera agrietada, la lluvia caía a mi alrededor, por un momento la calle me pareció de una época diferente, pero sabia que no porque ella ya no estaba a mi lado. La mayoría de veces que confundía los tiempos lo único que me salvaba era recordar que Coral ya no estaba conmigo más.

Nunca la olvidaría, porque ella es... era todo lo que soy ahora, todo lo que fui un día, si dejara de recordarla... Simplemente dejaría de existir, me perdería a mi mismo.

Coral había sido mi todo.

Siempre lo sería.

No podía morir por más que lo quisiera, por más que lo tratara... Nunca podría estar con Coral.

Obviamente mi "maldición" no pasó desapercibida, la gente empezó a notar que no envejecía, estaba congelado en mis veinticinco, o mejor dicho desde que murió Coral, hace sesenta años, en otras palabras debería tener unos ochenta y cinco años, o bueno, si hubiera podido morir me habría quedado en esta edad pero por lo menos estaría con Coral y no como me encontraba ahora... Vagando sin propósito....

Y con mucha gente buscándome.

En el gobierno me a mantuvieron como una rata de laboratorio por cinco años, cuando escapé la conocí, a Coral, una chica ruda y terca, a parte de loca, desde el primer momento en el que la vi quedé hipnotizado, ella parecía desencajar con todo el mundo, como si fuera de otro planeta, su cabello rojo ondulado y sus ojos negros, sus labios rojos, todo en ella era salvaje, ella fue la que me ayudó a recuperarme, me dio todo lo que me hizo falta, compañía, amor, apoyo, me ayudó a salvarme.

Ahora estaba muerta por mi culpa...

Y no podía vivir con eso...

Vagaba por las calles vacías de mi ciudad, o por lo menos de lo que una vez lo fue, las casas pequeñas, los centros comerciales, algunos departamentos, los bares y las iglesias, todos en ruinas, posiblemente los únicos que vagaban por aquí a parte de mi eran los ladrones y los comerciantes, esta ciudad era solo un camino más. A un par de kilómetros estaba la "otra" ciudad, en la que vivía actualmente, por la cual habían dejado a esta.

Nunca me cansaría de estar aquí, mi vida con Coral había empezado y terminado en esta ciudad ahora deshabitada, todo lo que vivimos y por lo que pasamos...

Todo destruido, todo en el olvido. Sonrío con tristeza al ver como me duele estar aquí, los recuerdos realmente te carcomían, probablemente eso es lo que más me duele, que no sea más que un recuerdo, que nada vaya a pasar otra vez.

Desearía volver a ese tiempo en el que el tan solo estar con ella me hacia sentir vivo, con un propósito, quedarme con ella hasta que mi vida acabase, casarme con ella y tener una familia... Ya teníamos los nombres de los gemelos que cargaba, la niña se llamaría Iris, como la madre de Coral y el niño, Jonathan, como mi hermano fallecido....

Pero ahora estában muertos, todos... y yo seguía aquí, pagando por mis pecados, no me sentía vivo ni muerto, tal vez vagaba en los limites de estos dos, sin un rumbo al que quiera ir.

¿Que puedo hacer para morir?¿Que puedo intentar? Cuando Coral se fue se llevó todo lo que era y nada regresó, solo quedo un vacío que no podía ser rellenado con nada, había intentado de todo, trabajar en el ejercito para batallar contra los terroristas para salvar personas inocentes, me ofrecí como ayudante en los orfanatos, hice todo lo que estaba a mi alcance pero nada fue suficiente para lo que sea que me haya hecho así.

¿Era posible no morir? No habían respuestas para mis preguntas... aunque... también sabia que este mundo no era tan real como nos dicen que es, pude descubrir que también habían cosas que habrían sido considerados irreales pero que no lo eran, la magia existía... y no era broma.

Era ese tipo de magia que nacía desde hace miles de años y se heredaba, nadie podía adquirirlo ni intentar tenerlo, lo tenias o no, así de simple.


Caminaba por la calle principal, muchos autos habían sido abandonados a los lados de la acera, la lluvia repiqueteaba contra los parabrisas, era un sonido que me hacia relajarme, era mejor que el silencio por lo menos.

Pero eso no evitó que escuchara un ruido detrás mío, volteo sin dudarlo y analizo cada auto, tratando de buscar alguna figura, probablemente era algún animal buscando refugio o... Algún humano.

Me quedo en silencio, aguanto la respiración para poder escuchar mejor, ese había sido el sonido de una pisada, había sido realmente clara.

Veo algo moverse detrás de una furgoneta, avanzo unos pasos para ver mejor pero la oscuridad era demasiada, no llevaba nada encima porque no planeaba quedarme hasta el anochecer pero me distraje paseando por algunos callejones, frunzo el ceño, ¿Quién era?¿Qué hacia afuera con esta lluvia? Veo como se asoma y empieza a salir de allí, estaba a unos cinco metros o más, esa persona llevaba una túnica negra que se adhería a su figura pero nada era claro, no era una figura muy alta pero tampoco muy baja.

Esta se aproxima lentamente, podía notar un leve tambaleo, cojeaba, era su pierna derecha si no me equivocaba, no podía ver su rostro por aquella capucha que llevaba, avanzo unos pasos más pero dudo al dar el cuarto paso, podía ser una trampa... Pero también podía ser alguien que necesitaba ayuda, ¿Cuál de las dos? Si me confiaba mucho podría... Nada... En realidad no tenia por qué temer porque igual no iba a morir, me relajo al recordarlo, realmente era un estupido, yo quería morir.

Justo cuando separo los labios para pronunciar las palabras siento mis huesos romperse, doblarse y astillarse, mis músculos  contraídos, grito sin dudarlo, ¿Qué estaba pasando? Me hago un ovillo pero el dolor era demasiado, estaba en llamas a pesar de que no las veía, mi piel ardía y sentía cómo se empezaban a abrir heridas, lagrimas bajan de mis ojos, muerdo mi labio con fuerza, tanta que siento el sabor de la sangre pero no me importó, no era nada comparado con lo que mi cuerpo sufría.

—¡Basta!¡Para, por favor! —no sabia a quien le estaba dirigiendo esas palabras, tal vez a aquella persona que estaba enfrente de mi, que no se había movido ni un solo centímetro, ¿Quién era?¿Qué quería de mi?

Seguía gritando de dolor, dentro de mi había una masacre, sabía que algunos de mis órganos habían explotado por aquella presión que estaba sobre todo mi cuerpo, como si estuviese siendo enterrado y me cubrieran con rocas quitándome el aire de los pulmones, mi vista estaba borrosa, sentía que si es que iba a morir este seria el día, nunca había sentido un dolor como este, fui torturado pero aquellas personas solo me hacían cortes y me sacaban órganos, preferiría mil veces ese dolor a este.

Antes de que la oscuridad me consuma veo a Coral en cuclillas a mi lado tomando mi mano, ya no sentía nada, como si todo el dolor se hubiese retirado dejando mi cuerpo insensible y adormecido, mis párpados se cerraban en contra de mi voluntad, su peso era demasiado como para aguantarlo mucho tiempo y antes de que se cierren logro ver como Coral se levanta y se aleja de mi sin mirar atrás.

No Dejes Que Se Consuma Donde viven las historias. Descúbrelo ahora