CAPITULO 2

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  La joven salió de aquella celda tras escupir sobre los cadáveres que yacían todavía frescos sobre el suelo de la habitación.No sentía lástima por ellos.Un largo corredor, que más tarde se dividía en decenas de pasillos y puertas , con al menos media docena de cuerpos inertes, algunos decapitados y otro sin alguna extremidad del cuerpo, se extendía hasta más allá de lo que su vista era capaz de distinguir.Habían apagado las luces, y eso, sumado a la poca luz que entraba en esa planta del edificio, hacía que no pudiera ver nada más lejos de un par de metros.

  Sin miedo a la oscuridad, empezó a caminar lentamente por el extenso corredor.Observaba impasible los cadáveres, todos de los trabajadores del lugar. Batas y uniformes manchados de sangre decoraban alegremente los grises pasillos, o al menos eso le parecía a ella.

Tras desplazarse unos 20 metros, distinguió una silueta entre otras varias arrastrándose de forma penosa  por el suelo.Acercándose mientras sacaba su peligrosa navaja, pudo distinguir una bata blanca ensangrentada, unos vaqueros azules rotos, y unas gafas partidas, que pertenecían a un joven que no tendría más de 25 años, que intentaba moverse con una pierna sangrando en abundancia.Se fijó en un pequeño identificador en la prenda ahora blanca y roja ; Dr. Williams, le pareció leer, aunque las letras negras del identificador no ayudaban en la labor, dificultando exactamente saber lo que ponía.

 El chico no tardó en darse cuenta de que alguien lo observaba a escasos metros de distancia.

-¿Quién hay ahí?- preguntaba el asustado funcionario, que debido a sus gafas rotas, no podía distinguir casi nada.

-¿Qué ha pasado, doctor?- respondía la joven con voz sarcástica y nada amigable.

 El joven medico se estremeció, aunque la joven no pudo identificar si por miedo o por frío, o porque le había reconocido la voz.

-¿Tu....eres Melysse? ¿La paciente número 345?- en la voz del chico se notaba cierto miedo  mezclado con frustración.

En un instante , la navaja de Melysee se había trasladado al cuello del médico, e ignorando su pregunta, le miraba fijamente a los ojos castaños del medico, presionando con su navaja.

-¿Qué ha pasado? ¿Se os acabo la fiesta?-esta vez su voz era completamente neutra.

El herido no se hizo de rogar para contestar.No quería morir tan joven.

-Hubo un fallo de seguridad en algunas celdas.No se cerraron todas las puertas.Y para mayor desgracia, nuestros pacientes más....inestables pudieron escapar. Estábamos indefensos.Muchos compañeros murieron...- la voz del médico se iba quebrando por momentos.Melysse sabía que no tenía que asegurarse de que dijese la verdad. La masacre y la expresión de miedo en su rostro le indicaba que era verdad.

-Vas a matarme.-dijo de improviso el médico. No era una pregunta. Melysse no estaba segura de lo que iba a hacer. El chico le sonaba de algo, pero seguramente de nada bueno. Otra muerte más de aquella gente que le había hecho sufrir tanto.

Melysse iba a asestar el golpe definitivo ,cuando la puerta de un ascensor que no había visto se abrió de repente.

Un grupo de una media docena de militares, a juzgar por sus uniformes característicos, armados con lo que parecían unas armas de fuego que Melyssa no había visto nunca, junto a un hombre y dos mujeres , un médico y dos enfermeras,   la interrumpieron

-¡Alto o abrimos fuego!-advirtió el soldado  que parecía poseer el mayor rango.

Melyssa, muy despacio, se fue separando del chico, mudo por el miedo, y sutilmente empezó a levantar las manos mientras tiraba su navaja al suelo.No era tonta.No podía hacer nada contra tantos agentes armados.

Una de las mujeres , rubia y más bien bajita, sin ningún atractivo físico, se acercó y para sorpresa de Melyssa, sin ningún miedo.Le inyectó a través de una jeringuilla un extraño líquido azul cristalino en la vena de su brazo derecho.

Unos segundos después, un imperceptible  pero invencible sueño se apoderaba de ella.El médico, mientras se oían a lo lejos varios disparos, probablemente pacientes no tan cuerdos como Melyssa, parecía estar diciendole algo.

-Lamento profundamente conocernos de esta manera.Mi nombre es  Dr. Jason Ferguson, y soy el nuevo director adjunto del departamento de Tratamientos Experimentales.-decía el hombre, de unos 35 años, en un tono sorprendentemente amable. Melyssa intentó mirarle a la cara, pero a través de las gafas del nuevo jefe no notaba ninguna señal de ironía o maldad.

Melyssa ya había conocido al antecesor en su puesto.Un hombre de unos 50 años , canoso y bastante gordo.Se rumoreaba que había violado a varias pacientes mientras estaban sedadas. Melyssa iba a escupir en la cara al tal Dr. Ferguson cuando el sueño la venció.

Lo ultimo que le pareció oír era la orden de llevarla a alguna especie de sala para probar alguna nueva tortura experimental.Otra vez.







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