Soledad

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Y sigo aquí, derramando infinitas lágrimas que demuestran todo el dolor que llevo por dentro, todavía me parece increíble, no así, improbable lo que pasó.

Tanto mi madre como Marron me han consolado toda la semana, todas las noches tengo sueños recordándole con cariño, porque de verdad lo quería, no supero el hecho de que ya no esté aquí... Es verdad que he actuado mal a lo largo de mi vida, pero si él estuviese aquí, aun estando en la pobreza por siempre, teniéndolo a él, sería más que feliz.

—Ya Pan... Cálmate, te vas a enfermar...

La voz alentadora  de mi madre me hablaba mientras me sobaba la espaldas. En estos momentos como días antes me encontraba con la cabeza entre los brazos, acostada en la cama, sin dejar de llorar.

—¡No puedo mamá! —la miré y ella abrió los ojos casi hasta el punto de salirse de sus cuencas —¿Cómo me pides que me calme cuando él ya no está a mi lado? —le recalqué.

—Pero siempre estará contigo cariño —siempre usaba esa voz maternal, la cual años atrás no me mostraba —. Siempre tendrás su recuerdo aquí —apuntó mi corazón con su dedo índice —,ven... Levántate y ve a bañarte porque tienes unas ojeras bastante extravagantes —me jaló del brazo para que me levantara.

Me metí al baño, sin ganas, abrí la ducha y dejé que el agua cayera sobre mi cuerpo. No pude evitarlo, de nuevo me solté en llanto, recordándolo, ¿Por qué tuvo que irse? ¿Por qué Dios se empeña en que cada vez mi vida sea una basura? Dios... Si de verdad existes... Si eres hombre, o eres mujer, por favor... ¡Dame sólo una oportunidad para ser feliz, siquiera una sola vez en la vida!.

Aún recuerdo, con lujo de detalles lo que ese día pasó.

——————————Flashback——————————

Llegaba al Hotel, con una sonrisa entre los labios ya que esa misma tarde, Videl, mi madre me había pedido perdón, y la perdoné, porque estoy segura que si yo hubiese sido la de ese error  me hubiese gustado también que me perdonasen.

Abrí animadamente la puerta de la habitación, esperando una bienvenida de parte de mi marido, pero lo único que me encontré, fue el silencio absoluto en toda la parte de la sala. Lo primero que me imaginé es que Kurota habría salido a comprar víveres, así que no me preocupé por nada y me senté a ver la televisión.

Ya eran al cabo de las 21:30 horas y Kurota aún no llegaba, aumentando más mi preocupación por él.

Me cayó el sueño, y no pude resistirme ir a dormir. Mi sorpresa fue que al llegar a la cama, mi bello y musculoso marido se encontraba allí, postrado en la cama, durmiendo como todo un ángel. Sonreí ante aquel hecho, me preocupé por nada, pensé, me metí al baño, me di un rápido baño y luego me vestí para dormir.

Al acostarme, Kurota ni se inmutó, tenía un brazo colgando al suelo, y el otro cerca de su cabeza en la almohada. Tiene el sueño pesado, pensé y le besé la frente. Al momento en que mis labios hicieron contacto con su piel, toda yo me estremecí, estaba helado, era un iceberg completo, me asusté por eso, la calefacción estaba encendida y no era nada normal que estuviese así de helado.

—Kurota... —le hablaba moviendo su cuerpo, sin éxito —¡Kurota despierta! —me preocupaba a cada segundo.

Kurota nunca despertaba, estaba tan desesperada que las lágrimas salían de mis ojos, no sabía que hacer, no quería aceptar el pensamiento que pasaba por mi mente en esos instantes. Llorando llamé al doctor, el cual llegó alrededor de unos quince o veinte minutos, me encontró desastrosa pero eso no me importó, lo único que me importaba en esos momentos era la salud de mi marido. Aquel señor me dijo que me quedara fuera de nuestra habitación, comiéndome las uñas estaba cuando volvió a salir, su cara mostraba un semblante serio y a la vez preocupado, arqueé una ceja interrogante e hice un ademán con los brazos, dando la señal de que hablara o si no yo misma iba a sacar las palabras de su boca.

—Señorita Son... No sé cómo de...

Ni siquiera terminó la frase ya que por mi desesperación le interrumpí y hablé yo:

—¡Hable ya por favor...! —trataba de mantener mi postura, pero no podía hacerlo.

—Ha muerto señorita... Y por lo que veo, por lo helado de su cuerpo, fue hace muchas horas —habló tenso con aquel ambiente que se formó desde el instante en que mencionó las primeras tres palabras.

Me quedé callada, flaquearon mis piernas y mis brazos por si solos se dejaron caer... Mis piernas le siguieron. Estaba postrada en el suelo, con el cabello en el rostro, y con los ojos como los más grandes platos jamás vistos.

—¿Cuántas...? —con un hilo de voz logré articular aquellas palabras.

—Veinticuatro horas, aproximadamente.

Otro golpe directo al corazón... Dormí con mi marido muerto, desperté  y ni siquiera pude nortarlo, salí de casa dejándolo allí postrado sin saber que estaba más tieso que el pollo en el congelador, ¡Regresé y no noté que estaba muerto!. Me gritaba a mí misma en mi mente. ¡Qué gran esposa soy!.

No miré ni sentí nada desde entonces, ya todo era negro, y mis músculos no respondían, era como si yo también estuviese muerta.

Desperté a los tres días, pensé que todo había sido una simple pesadilla y que en cualquier momento vería de nuevo los hermosos ojos azules de mi marido, acompañados de sus sonrientes labios. Pero no fue así, ya no estaba en el hotel, estaba en mi antiguo cuarto, justo como lo dejé. Entonces caí de nuevo en que nada había sido mentira... Todo era verdad, una triste realidad.

——————————Fin del Flashback——————————

Seguía sentada bajo el agua de la regadera, el agua que caía cubría a la perfección mis lágrimas, no así, el rojo de mis ojos.

A los largos ratos salí del baño, con una toalla alredeor de mi cuerpo, me vestí de negro en su totalidad y me acerqué al balcón de mi habitación.

Me quedé mirando la luna, ya era de noche, luna... ¡Cómo desearía que esto no fuese realidad!, pensé derramando lágrimas de manera delicada.

Miré directo a la mansión que había ahora enfrente a mi casa... Era muy bella, de seguro alguien muy importante viviría allí, no me importó, sólo continué mirando.

Abrieron abruptamente una de sus ventanas, estática quedé yo al momento de ver el color lavanda en aquel perfectamente peinado cabello, tenía frente a mí, pero de lejos, a aquel que fue una vez mi primer amor... Estaba allí, él también me miraba, aun estando lejos, pude ver el brillo de su rostro que hacía contraste con la luz de la luna... No lo podía creer, ¿Quién más importante que Trunks para vivir en esa casa? Nadie, sólo él.

Sin siquiera saber porqué mi alteré, me aceleré y ¡BUM! Cerré la ventana y caí al suelo, apoyada en mis rodillas, sin saber porqué, sonreí levemente...

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Continuará...

El chico de la ventanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora