Capitulo Único

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Malik permitió que Marik lo empujara con violencia contra la cama, sentía la tensión de su cálido y musculoso cuerpo sobre el propio, cubriéndolo por completo; también el ligero temblor del mismo mientras intentaba contenerse.

Mientras intentaba contener la energía de las sombras que bullía en su interior.

Esperó a que Marik lo apresara con más fuerza para buscar sus ojos, que ahora se veían más rojizos que lilas, y darle una cálida mirada, de esas que dicen "está bien". Subió delicadamente sus manos por los fuertes brazos tensos que mantenían a su yami a pocos centímetros de su propio cuerpo, sintiendo como cada musculo se tensaba aún más -si era posible- para luego empezar a relajarse.
Al ver que su yami no hacía nada más que apretarlo contra su cuerpo y dirigirle una mirada salvaje, Malik se permitió llevar sus dedos hasta el alborotado cabello cenizo y acariciar la zona tras sus orejas.

El hikari cerró los ojos cuando Marik, ante el tierno gesto, bajó la cabeza para colocar su frente contra la ajena. Malik necesitaba un respiro, contener a Marik no suponía un reto para él pero mantener su propio cuerpo bajo control en el intertanto le resultaba cada vez más difícil.

-No dejes de mirarme -reclamó el mayor, deslizando uno de sus brazos por debajo de la cintura de su luz. Malik luchó por no estremecerse cuando esa acción provocó que sus cuerpos se juntaran incluso más -Malik, mírame -exigió entre un gruñido tenso y un ruego.

Malik expulsó pesadamente aire antes de descubrir sus ojos lavanda.

El ceño de Marik estaba fruncido y sus ojos enrojecidos vacilaban por las facciones de su rostro. Malik deslizó una mano hasta la parte posterior de la cabeza del mayor para atraerlo hacía abajo y rodearlo en un abrazo, mordiéndose los labios al sentir el calor bullir por su cuerpo más y más a cada instante ¿por qué cada vez se hacía más difícil aguantar algo que era natural para él?

Como su hikari, mantener a raya la energía oscura de Marik era algo innato, casi instintivo, luego de que su rabia fuera erradicada junto a todas sus emociones negativas tras ciudad batallas.

Entonces ¿por qué se le dificultaba hacerlo día con día?

Porque también era humano, y su cuerpo, que poco y menos había experimentado contacto con otros -aparte de sus hermanos- era susceptible y sumamente receptivo ante el cuerpo de Marik.

-Deberías de no darle importancia a escenitas como esa -mencionó de pronto, recordando lo que, hace unos minutos, había roto el control de las sombras de Marik -no me interesan esos coqueteos, no les presto atención, tu tampoco debes hacerlo -no era un regaño, un simple comentario, hecho en voz baja.

-Simplemente no puedo tolerar que se te acerquen de semejante manera -Marik llevó sus labios al borde del cuello de la ombliguera, presionando débilmente sus dientes contra la piel canela -esos vulgares imbéciles, con esas perversas intenciones -murmuró entre gruñidos.

Malik se permitió una pequeña risilla, tratando de distraerse -a veces llegas a ser tan sobreprotector ¿quién lo diría? -dijo con algo de gracia.

Marik levantó la mirada -Nadie más debe mirarte... de la forma en la que yo te miro.

Malik se estremeció, a la mierda lo de distraerse, ese comentario y esos ojos le hicieron temblar, con un suave calor que recorrió su cuerpo.

El menor tragó en seco - ¿ya estás mejor?

- ¿Esto te molesta? -Marik acercó sus rostros lentamente.

Su luz rodó los ojos antes su comentario, negando con la cabeza hasta que lo sintió a escasos centímetros -yo... -si bien con Marik no existía el espacio personal, eso ya era demasiado para Malik,

Perfecto Para MiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora