31: Tiempo yéndose.

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Sehun dejó los cubiertos a un lado y se recostó contra el respaldo de la silla, sintiendo el estómago al borde la explosión. A su lado en la mesa, Bin eructó, soplando el aire hacia él a propósito y ganándose un codazo en las costillas en respuesta.

―¿No pueden comportarse como seres civilizados por una noche? ―reprendió su madre, mirándolos por encima del borde de su copa de vino blanco. Sus hijos asintieron automáticamente, enderezándose en sus lugares.

Ni cinco minutos después, Bin robó el último pedazo de carne del plato de su hermano y él la pisoteó por debajo de la mesa en venganza, aunque no planeaba comerse eso ya. Las copas temblaron sobre el mantel por el tumulto y Hyejun le dio una mirada irritada a su esposo.

―¿Puedes dejar de tragar y decirles algo?

Daemyung detuvo el trayecto de sus palillos a medio camino para decir―: Háganle caso a su madre.

Y luego volvió a comer. Hyejun suspiró ruidosamente. 

Las cenas de Navidad en casa de los Oh iban siempre de la misma manera. Festejar era una cosa que hacían, más que nada, por Hyejun, quien era cristiana y consideraba la Nochebuena como una noche que debía compartirse en familia, respetando el significado religioso de la fecha. Lo común para el resto de las personas del país era pasarla con amigos, intercambiando regalos o solamente bebiendo. También había quienes no hacían nada en lo absoluto, considerándolo un día más en el calendario. 

Sehun estaba habituado y disfrutaba de esas cenas en familia, aunque no hubiese tomado la religión de su madre. Habían sido un poco más divertidas cuando era un crío y esperaba con ansias a que Santa dejara los regalos para él, que casi siempre había sido un buen chico. Ahora que ya no era un niño que creía en abuelos gordos que recorrían el mundo entero a través del cielo en un trineo, lo único emocionante de la Navidad era... la comida. Su madre era una estupenda cocinera y se superaba a sí misma cada año.

Más tarde, Daemyung dejó sobre el mantel de estampado festivo un pastel de crema cubierto de enormes fresas. Sehun intentó no pensar en cómo Luhan odiaba las fresas, en cómo siempre que pasaba las navidades con ellos sacaba todos y cada uno de los pedazos de fruta y los dejaba sobre su plato a escondidas, comiéndose el resto del pastel con entusiasmo. 

Y... estaba pensándolo.

―¿No vas a comértelo? ―preguntó Hyejun, cuando pasó demasiado tiempo mirando su porción sobre el pequeño plato de postre con semblante marchito.

―Ya no tengo hambre... ―contestó―. Y tengo que salir en un rato.

―¿Irá Luhan a casa de Chanyeol también? ―inquirió Bin con la boca tan llena que las palabras le salieron distorsionadas.

Toska «hunhan»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora