Carta N°25

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C se sentía completamente nervioso, le temblaban las manos y sentía las mejillas arder. Y eso que Scott ni siquiera había llegado. Estaba parado junto al casillero de éste, y ya había tocado el timbre que indicaba el final de la hora. En un instante, los pasillos se llenaron de adolescentes en busca de la salida. C había soñado con este momento. Esperar al chico que le gustaba para que, cuando termine el día, puedan irse juntos a sus respectivas casas. Pero en sus sueños, Scott correspondía sus sentimientos; y en la realidad, Scott ni siquiera sabía su nombre.

Apoya su cabeza contra el casillero y Cierra sus ojos. Incluso antes de que Scott llegara, C ya sabía que Griffin no había enviado a sus amigos para que lo golpearan. Scott ni siquiera le tendría que explicar nada, C le pediría perdón por haber desconfiado. El amor lo hacía un tonto.

Alguien le toca el hombro. C no tuvo que abrir los ojos para saber que era Scott. Y sólo ese pensamiento bastó para que su corazón golpeara como loco, intentando salirse de su pecho.
No podía morirse ahora, le rogó a su corazón que aguantara.

C abre sus ojos, encontrándose con la única persona que esperaba ver en ese momento. Los ojos verdes de Scott devolvían su mirada. Por primera vez, su mirada era correspondida. Y se sentía mejor de lo que había esperado.

La sonrisa de su chico (sí, no podía evitar llamarlo así) parecía iluminar el mundo. Bueno, su mundo al menos.  Podría vivir sólo con esa sonrisa. En ese momento se acordó de porque estaba enamorado de Scott Griffin, y sus pensamientos no pudieron evitar volver al día que lo vio por primera vez.

*Flashback*

Hacía tanto calor que C creía que moriría deshidratado ahí mismo, en el patio del colegio.

Se encontraba en la máquina expendedora por una gaseosa, pero cuando buscó en el bolsillo de sus jeans una moneda, lo encontró vacío. Cuando se acordó donde estaba su dinero, maldijo a el chico que se lo había quitado en el almuerzo.

—Si no tienes puedo prestarte. —Una voz masculina a su espalda hizo que se asustara y saltara en su lugar.

Se dio la vuelta, esperando que fuera una típica broma del mismo chico que le había robado y que estaba buscando reírse de él. Pero cuando se dio vuelta vio a el chico más atractivo de todo el colegio. Lo reconocía. Era el popular Scott Griffin. Pero C nunca lo había visto en persona. Al ser un lugar tan grande, solo había oído hablar de él y de su gran reputación. Así que ahora que lo tenía enfrente suyo, no hacía más que babear como niña enamorada. Lo primero que le llamó la atención fue su sonrisa, que le estaba sonriendo aunque Scott no lo conociera. ¡Incluso se había ofrecido a comprarle una bebida! Ahora entendía a todas las chicas (y chicos) que andaban detrás de Griffin.

Al ver que C no respondía, Scott compró dos bebidas, una para él, y otra para el chico que acababa de conocer, el cual estaba sonrojado hasta las orejas. A Scott le pareció tierno. Después de comprar, le entregó la gaseosa al chico. Quien murmuró, un apenas audible, gracias. Y Scott se fue sin más, dejando a C mirándolo embobado y pensando en que iba a ser ineludible que se enamorara de el chico más popular del colegio.

*~*~*

—¿C? —La voz de Scott lo saca de sus recuerdos— ¿Eres tú, verdad?

C sentía que el aire abandonaba sus pulmones. Tenía que calmarse.

—Sí. Y tú eres Scott. —Se merecía una golpiza más sólo por ser tan idiota de haber dicho eso.

—Bueno, tú eres mi acosador, deberías saberlo. —Scott ríe.

C siente que el sonido de su risa es lo más hermoso que haya escuchado alguna vez. Por muy cliché que eso suene.

—Lo primero que debería decirte es que lo siento. Yo no he enviado a mis amigos. Sólo les he contado acerca de... todo esto, las cartas, tú. No puedo dejar de pensar que es mi culpa.

Scott no tuvo que decir nada más. C creyó cada una de sus palabras. Lo que hace el amor.

—Esta bien. Estoy bien. —C sonríe. Scott no puede evitar perderse en su sonrisa. ¿Era normal?

Desde que lo vio, Scott, no pudo apartar la vista de los ojos color miel de C. Eran hipnotizantes.

—¿Y ahora qué? —Pregunta Scott pero C no tiene idea. Sus fantasías llegaban hasta ese punto, se veían, hablaban y bromeaban. Pero nunca se imaginaba el después. A veces sus fantasías incluían un par de besos y caricias. Pero no podía hacer eso cuando recién se conocían. No sabía si alguna vez iba a ser capaz de hacerlo.

—Bueno, podría acompañarte hasta tu casa. —No podía creer que lo había dicho. Las mejillas de C pasaron por todos los tonos de rojo.

—Genial. —C se estaba encaminando hacia la salida cuando Scott lo toma del brazo, obligándolo a girarse—. Pero antes tienes que decirme tu nombre. No puedo llamarte C toda la vida.

C sabía que si le decía su nombre no habría vuelta atrás.
Scott lo sabría. Era un miedo irracional, pero verdadero.

Sin embargo, se lo dijo. Nadie podía negarle nada a Scott Griffin.

—Chase Acker.

Griffin sonrío y se dirigió hacia la salida, rumbo a su casa.

Por primera vez, tal y como había fantaseado, Chase Acker acompañó a casa a su chico.

*~*~*

"Mi amado Scott Griffin:

Me encantó acompañarte a casa, aunque quizás sea algo súper insignificante para ti, a mí me encantó pasar ese tiempo contigo. Parece que me he enamorado un poco más de ti (¿es siquiera eso posible?).
Creo que jamás te escribí acerca de cuánto me gusta tu voz, o el sonido de tu risa. O, incluso, lo hermoso que eres en persona, de cerca.
Claro que todas estas cosas sólo puedo decírtelas por escrito. Soy incapaz de decirte lo hermoso que me pareces por otro medio que no sea este. En fin, espero que nos veamos de nuevo. Si quieres.

         Con mucho amor: Chase."

Cartas de un Stalker.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora