Capítulo 9
—Joyce, ¡Apaga la puta alarma de una vez por todas! —me gritó una Charly dormida y furiosa.
—Apágala tú, está muy lejos de mí —le respondí a mi amiga con los ojos cerrados.
—Es enserio ¿EN SERIO? —Preguntó atónita, totalmente histérica—. Está a tu lado. ¡Solo tienes que estirar la mano!
—Ah, tienes razón, en ese caso… —a continuación agarré el despertador y obvio, como siempre fui una persona totalmente civilizada y como aceptaba que el despertador estaba más cerca mío… lo tiré con todas mi fuerzas hacia la cabeza de Charly—. ¿Ahora quien está más cerca? ¿¡EH, EH!? —Amaba ponerme en ese papel de “Negra-de-los-altos-barrios-de-Bronx”.
Bien, no era muy delicada, pero por lo menos el orgullo quedó intacto.
-—¡¿PERO QUE TE PASA, LOCA?! —Contestó ésta revoleándome aun con más fuerza el reloj—. Solo tenías que apagarlo, ¡Hasta era menos esfuerzo que tirármelo, por dios!
Me levanté de mi cama para agarrar lo que solía ser nuestra máquina, ya que se encontraba todo roto y desarmado por el piso.
—Charly, ya es tercero en el mes. Ahg, voy a tener que ponerme a trabajar solo para ganar dinero y luego gastarla en más despertadores para que los rompas.
Luego de tirar las sobras del aparatito a la basura, abrí un cajón de la cómoda y agarré uno de los diez que teníamos allí guardados. Si DIEZ (por si no se dieron cuenta, éramos propensas a romperlos).
—Cállate, es sábado y quiero seguir durmiendo, por lo menos hasta las siete —suplicó Charlize desde su cama. No se había movido ni un pelo.
—Pero si ya son las nueve —contesté haciéndola enojar. Era obvio que yo sabía a qué se refería.
—Las siete de la tarde, genio.
—Como quieras, yo me voy tengo un par de cosas que hacer –acoté haciéndome la interesante.
—¿Qué cosas? —preguntó ella con cara de “¿Qué estupidez vas a hacer ahora?”.
—Solo…cosas. —Terminé de decir esto y salí corriendo al baño para a continuación encerrarme allí y que no me pueda preguntar nada.
¡♥!
Luego de haberme baño y puesto ropa decente, (s es que a mis botas esquimales, el buzo de mi hermano y mi campera rosa se podía poner en los términos de “ropa decente”. Ni siquiera me había puesto remera abajo del buzo), bajé las escaleras y entré al comedor para poder desayunar algo. Además, estaba en mis planes encontrarme con mi compañera de banco (Gwen), con la que había hablado de su cambio de look, para después ir a la peluquería.
—¡Hey! —dijo ella— ¿Preparada para un cambio de estilo?
Está bien, no lo podía aguantar más: me haría yo también un cambio… pero no para Hans, o tal vez sí. Como les dije antes, no estoy acostumbrada a salir de mi burbuja, y todavía creo que no he salido ¡Pero lo intenté! O a la mejor no mucho.
—Más que preparada, ¿y tú? ¿Lista para olvidarte de ese espectacular cabello rubio que tienes y cambiarlo por un marrón caca? —Bromeé, pero en realidad no era un chiste, estaba loca. Si yo hubiera tenido ese pelo, no lo cambiaría por nada, (bueno a lo mejor si, por 300 cadburys podría hacer una excepción). Mierda Joyce, ¡Concéntrate! Tenía que dejar de escuchar a mi parte del cerebro llamado “Homero Simpson”, que por cierto, pensaba en comidas las 24 horas del día.
—¿Tú que te harás? —La pregunta me tomó de sorpresa, ¿Que me haría?
—Me voy a teñir de negro, ¿Ubicas a Morticia? La de los locos Adams. Bueno algo así, ¿Qué te parece?- le pregunté irradiando felicidad.
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Todos contra todos: La batalla recién comienza - PAUSADA
ComédieLos profesores las aborrecen, las de primer año las detestan y los de quinto las admiran. Ellas superan los obstáculos como en la guerra, todas juntas y unidas. Pero no todo es color de rosas. Las jóvenes de los cursos inferiores, se dedican en tie...