Capítulo I

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Ya son las 12, las esperadas 12, ya sé que pasará, no soy psíquica. Guillermo me dará las buenas tardes.

-Buenas tardes Clarita.- “Para el que las tenga” pensé.

-Buenas tardes.- Acompañada de mi mejor sonrisa falsa, esa que me saca de tantos apuros y que conquista a tantos jueces, una sonrisa en la que mis padres invirtieron mucho dinero. Que hipócrita soy.

Me voy a mi casa comer sin hambre, pero es hora de comer. Tal vez me llame Ricardo para que lo acompañe a comer, o tal vez almuerce con sus clientes o sus socios mientras ríe falsamente de sus chistes malos. Somos la parejita perfecta de hipócritas.

Ya no almuerzo con los compañeros que conocí al llegar a bufete,  ahora son unos cincuentones sin pelo en la cabeza, divorciados, bebedores de Whiskey con olor a perfumes caros, a juego con sus zapatos costososos y sus plumas bañadas en oro, los mismos que critican mis bolígrafos “Papermate  Kilométrico Plus”.  Pero aun así no dudarían en invitarme a pasar la tarde en su oficina a puerta cerrada. Es el precio de la excelencia, ganas dinero en la misma cantidad de enemigo y envidiosos. No importa, no los necesito, eso me digo todos los días cuando como sola o con la hija del jefe, debe ser la sifrina más estúpida que pueda conocer con su ropa de Zara, su IPhone, su bolso Furla y sus conversaciones tontas de heredera. A pesar de todo no es mala chica, después de todo ella no tiene la culpa de ser una perra descerebrada.

-Clara, que bella amiga. ¿Cómo estás? No te había visto hoy, marica.

La chica no era del todo bonita, no era del todo fea, no tenia nada especial, pero su exceso de esfuerzo en arreglarse surjen

efecto en muchos hombres, además, con su larga y negra cabellera, gracias a las extensiones, y sus generosos y redondear pechos, gracias a la silicona, nadie iba a verle la cara ni a escucharla con detenimieto.

-Todo bien, con mucho trabajo, tu papa me tiene explotada.- Ahí viene la risita falsa.

-Ami tienes que venir a comer sushi ya.

-Ami no puedo- ¿Ami? Mierda, se me está pegando lo bruta.- Mi mama me invito a comer hoy.

-Bueno, dale, saludos a todos bella, besito.- si especialmente a mi hermano, ¿no? Zorrita.

-Dale, hasta mañana- sé que no vas a regresar después del descanso a terminar la jornada, de todas formas no harías nada.

 No tengo ganas de ir a casa y que mi madre critique mi pelo, mis uñas, los zapatos, pero prefiero eso a llegar a una casa vacía. Podría vivir con Ricardo pero no soporto a mi madre y mucho menos a la suya, el mimadito hijo único. A los veintidós decidí que ya era demasiado vieja para vivir en casa de mis padres y decidí largarme, a pesar de que mi hermano se acercaba a los treinta sin tener idea de qué hacer con su vida. No digo que haya sido la decisión más acertada de mi vida, no es fácil vivir sola, viéndole el lado positivo tengo libertad y puedo vivir entre mi propia mierda sin que a nadie le importe.

-Hola señorita.

Me parece muy familiar esa voz que interrumpe mis pensamientos, claro es el, no hace falta darme la vuelta para saberlo. Es el, justo hoy que estoy tan susceptible me viene a hablar el. Debe ser que me va a venir. Tenía que ser el, tenía que ser Tomás.

-Hola señor, ¿cómo está usted?

-Igual que siempre, ya no se te ve la cara desde que te cambiaron de piso.

-Ahora vivo encerrada en la cueva, más trabajo, más responsabilidad.

Silencio incómodo. Risa cordial, no es falsa, la primera del día que no lo es. Esta guapo, creo que se cortó el pelo ¿Cambio sus gafas? ¿Hace cuánto que no lo veo? Creo que se dio cuenta de que lo estoy mirando mucho, sus ojos oscuros apartan la mirada. y me da unos segundos para concentrarme en sus facciones imperfectas, su pelo  ya no tan largo que cae casi hasta sus mejillas pobladas por una barba sin esfuerzo ni cumplicacion.

-¿Cómo está la banda?- Pregunta tonta

-Murió, los demás no lo quieren reconocer pero ya estamos viejos para el metal.

-Metal never dies.

-Eso es con el Punk.

-Se de Punk, no de metal, lo siento. Solo lo digo por animarte, si vieras a los viejos con los que trabajo te sentirías todo un bebe, me tratan como a una nieta, les falta darme 100$ en navidad.

Soltó una carcajada sincera.

-Por allá te extrañamos.

-Serás tú el que me extraña, esos malditos me odian.

-Tu siempre tan simpática y cordial.- Claro sarcasmo.

-Por cierto, ¿cuándo me puedes arreglar la computadora?- ¿Qué te pasa Clara? No te insinúes así.

-Que no les arregla las computadoras Leo?

-Ese tipo soluciona todo con un formateo, entonces tengo que empezar desde cero a descargar todo el porno.

-Yo sabía que te gustaban esas cosas- comentarios acompañados de risas verdaderas por ambas partes.

-Mierda, llego tarde a comer con mi madre, te veo luego, que sigas bien.

-Ok, hasta más tarde.

Un beso en la mejilla, que más bien es el típico mejilla con mejilla, puedo percibir su olor con claridad, este desgraciado siempre huele bien a pesar de tener pinta de que no se ha bañado. ¿Cambio de perfume? Sí, estoy segura.

ClaramenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora