CAPITULO 3

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Daniel se despertaba poco a poco de su letargo inducido.

Había salido mal.Tras darse cuenta de que la puerta de su habitación no estaba correctamente cerrada, por algún motivo fortuito y viendo la posibilidad de escapar, no había dudado en coger una de las piedras que desde hacía meses se había desprendido de las mohosas pero duras paredes de su celda, para usarla como arma si era necesario.

Nada más salir de la habitación, y se estremeció al ver lo que sucedía en los pasillos.Decenas de personas, la mayoría jóvenes como él, atacaban con lo que tenían a mano, incluso con las propias uñas y dientes, a los pobres e indefensos trabajadores de aquel lugar infernal, que desde hacía años los torturaban y experimentaban con ellos. Daniel se fijaba en la mayoría de ellos , es sus formas salvajes de moverse, en sus gritos casi inhumanos, en la sangre inyectada en sus ojos.Aquellas personas no estaban bien de la cabeza.La escena de una niña pequeña de apenas 12 años, de aspecto frágil e inocente, arrancando un trozo de carne del brazo de algún desgraciado, hizo que se repugnara, girara, diera la vuelta, y emprendiera una rápida carrera hacia el lado opuesto del largo corredor.Mientras avanzaba , el suministro eléctrico de toda la planta fue interrumpido, seguramente adrede, siendo sustituido por pequeñas luces rojas , que parpadeaban de forma intermitente sin parar, como si se tratase de algún tipo de protocolo, pero sin llegar a iluminar lo suficiente como para dejar ver entre las sombras.

Habrían pasado 5 minutos cuando se oyeron disparos que se iban multiplicando cada segundo, seguidos de gritos de frustración e ira. Daniel no hubiese sabido a que distancia se encontraban.

-Mierda...-susurraba Daniel para si mismo.Sabía el significado de aquellos disparos.Quienes fuesen los que dirigían aquel infierno, no habían tardado en contestar.La posibilidad de escapar disminuía cada instante que pasaba.

Se paró exhausto de tanto correr mientras oía todavía disparos, aunque cada vez en menor número .Se detuvo en una especie de cruce de pasillos, que conectaban las puertas de las celdas con otras salas que Daniel nunca había visto y no tenía intención de ver.Ya se había intentado escapar una vez.Las horrorosas cicatrices que surcaban su espalda no hacían más que recordárselo.

A Daniel le pareció oír unos susurros varios metros más delante de él.Forzando la vista para distinguir algo en la oscuridad, y gracias a una de las débiles luces roja, captó a un hombre mayor, que seguramente rondaba los 50, robusto, fuerte y de estatura media, con una gran calva en la cabeza,vestido con un uniforme blanco que Daniel ya había visto cientos de veces.Hablaba muy rápido por una especie de aparto similar a un teléfono incrustado a la pared, tanto, que Daniel casi no entendía lo que decía.

El hombre no se había percatado de la presencia de Daniel , y tras unos minutos de la breve conversación , colgó el aparato. Y en un acto bastante valiente y heroico, y lo más probable que a esas alturas inútil, comenzó a gritar con una voz fuerte y grave , en forma de alarma, para cualquiera de sus compañeros que aún no supiese de lo ocurrido.El aviso llegaba algo tarde, pensaba irónicamente Daniel mientras se preparaba con la piedra, todavía en la mano.

El hombre gritaba y se movía sin parar, avisando de la repentina e inesperada fuga de un grupo de presos.

-¡Cierren todas las puertas! ¡Llamen a seguridad! ¡La mayoría de los pacientes de la U.E.I. se han escapado!

Se paró en seco nada más fijarse en Daniel.

El hombre lo miraba asustado. Daniel no entendía el porqué. El enfermero podría fácilmente doblegarlo, a juzgar por su notable musculatura, y a pesar de la cutre arma de Daniel.

Sin embargo, este parecía aterrado.

¡Atrás Daniel!..- gritaba desesperadamente el hombre, paralizado por algún motivo.

Daniel no entendía nada. ¿De qué lo conocía aquel enfermero?

Una voz resonó en su cabeza. -Mátalo ya , es uno de los que te ha maltratado tanto tiempo.-

-¡No, podría ser alguien que no tuviese nada que ver!-Daniel oía la fragilidad y el miedo en su voz y observaba la expresión del enfermero al verlo hablar solo.Otra vez estaba pasando.

-Bien, ya lo hago yo.- la voz neutra de su cabeza no expresaba ningún sentimiento.

Daniel noto que por alguna razón, perdía el control de sus brazos.Dio un paso hacia el enfermero. Daniel tragó saliva, sabiendo de antemano lo que iba a suceder.

-!Dios! ¡No, no , espera!- rogaba el enfermero.

Daniel daba los últimos pasos hasta colocarse enfrente del hombre, que permanecía congelado por el pánico. Daniel observó una leve cojera en su tobillo derecho.Eso explicaba porque no huía. Miraba horrorizado como levantaba la piedra con su mano no dominante.

- ¡No te he hecho nada!- el enfermero suplicaba , y unas lágrimas recorrían su rostro, algo inusual en un hombre como él.

Daniel bajó con fuerza la piedra hacia su cabeza.

-¡Por favor, noooo...! - el grito del enfermero se vio sofocado de manera súbita.Lo había hecho otra vez .Daniel notaba como recuperaba poco a poco el control de sus extremidades.

Decenas de carcajadas empezaron a sonar provenientes las celdas cercanas, y a Daniel le pareció observar una joven de cabello negro saliendo de la celda con mucho cuidado, antes de darse cuenta de que poco a poco , se estaba quedando dormido.Palpó su cuello, ya que notaba un leve escozor.Una especie de proyectil diminuto sobresalía de su cuello.Los pasos de varias personas fue lo último que Daniel oyó antes de que las garras de la oscuridad lo atraparan.

Daniel se incorporó de inmediato,al darse cuenta que se encontraba en una sala acolchada con un cristal grande opaco, junto a 3 personas más a su alrededor inconscientes.

Inside The DarknessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora