Era una mañana muy hermosa, el cielo despejado y el clima cálido y soleado. El verano estaba en todo su esplendor.
En el hogar Dupain-Cheng una bella chica de cabellos azabache iba abriendo, de poco en poco, sus hermosos ojos azul cielo.
-¡No!¡Cinco minutos más!-se podían escuchar los quejidos, muy ruidosos, por parte de la chica.
La alarma seguía sonando y la chica seguia quejandose; sin embargo, a pesar de los quejidos, la alarma seguía sonando aún más fuerte.
-Hija, ya levantate que se te está haciendo tarde.-dijo Sabine, la madre de Marinette Dupain-Cheng.
-¡No!-seguía quejandose Marinette, entre sueños.-¡No quiero!
-Ya van a ser las ocho.-se escuchó una voz masculina que provenía de la planta baja. Esta voz pertenecía a Tom, el padre de Marinette.
-¡¿Qué?!-esta vez si que se había despertado.-Mamá, ¿porque no me despertaste antes?
-Si lo hice, pero no contestaste.-dijo Sabine.
Marinette se levantó rapidamente, se dirigió al armario y eligió su ropa de siempre.
Corrió a ducharse, y lo hizo lo más rápido que pudo. Se puso su ropa, se lavó los dientes y se hizo sus coletas mientras las ataba con un lazo rojo.
Se colgó su bolso cruzado y ahí metió a Tikki.
-Nos vemos, Marinette.-le dijo Tikki antes de entrar a su bolso.
-Adiós, Tikki.-le contestó Marinette sonriendo.-Te veo en la salida.
Marinette tomó su mochila, apagó las luces de su cuarto y bajó corriendo las escaleras.
Entró en la cocina, en donde estaban sentados sus padres, y tomó algunas galletas que guardó en su bolso.
-Hola hija.-dijo Tom entregandole a Marinette un vaso con leche fría y unas gotas de vainilla, justo como le gustaba a ella.
-Hola papá.-dijo Marinette tomando el vaso.-Gracias.
-De nada.
Marinette bebió la leche de un solo tragó. Terminó y lo dejó encima de la mesa. Se limpió la boca con una servilleta.
Volteó a ver el reloj que estaba colgado en la pared de la cocina.
-¡No, ya es tardísimo!-exclamó.-¡Ya me voy!
Marinette les dió un beso en la mejilla a su papá y a su mamá.
Salió de la pastelería de su familia, cruzó la calle y se fue corriendo hacía el instituto, pues estaba frente a su casa, pero aún así llegaba tarde.
Justo iba llegando una limousina negra. Era Adrien. El amor de su vida.
Marinette no sabía si esconderse detrás de los arbustos o enfrentar a Adrien y entrar al instituto; sin embargo, opto por la segunda, pues ya era tarde y se estaba haciendo aún más tarde para entrar a clases.
Justo cuando pasó Marinette en frente de Adrien, porque según ella era necesario, él se dió la vuelta y se sorprendió al verta en frente de él.
-Oh.-dijo Adrien.- Hola Marinette.
-H-Ho-Hola A-Adrien.-dijo Marinette con los ojos desorbitados. Este le sonrió.
-Lindo día, ¿no?
-P-Porsupuesto.-Marinette, quien al parecer se le había olvidado que se le estaba haciendo tarde, empezó a hacer gestos con su cara.
-Bien. Entremos.- dijo Adrien mirando su reloj de mano.- Se nos está haciendo un poco tarde para entrar a clase.
Marinette volvió en sí. Volteó a ver a cada uno de sus lados y, como se lo temía, ya no había nadie afuera.
-Oh, claro.- dijo ella.- Entremos.
Adrien, al ver que Marinette no tartamudeó, se sorprendió un poco pero luego dijo:
-Entremos.
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Miraculous Ladybug
RandomMarinette nunca tuvo la oportunidad de enamorarse, quiza fue por que siempre se mantuvo pensando en sus diseños sobre moda acompañandose de una muy buena taza de leche fría, pero ahora...todo era distinto debido a su nuevo compañero y amigo, Adrien...