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Chesire, asi se llamaba ahora.
Su dueño, Alexander, un tipo extraño.

Alexander caminava por su, para algunos, preciosa ciudad. Evitando calles amplias y con una cantidad prominrnte de personas, desde pequeño se decantó por moverse por aquellos lugares que su madre siempre decia que devian ser desconicidos para el.
Pequeñas plazas adornadas con un par de vagabundos y tal vez algúnos borrachos en las esquinas. Calles estrechas que, a partir de cierta hora, se llenavan de esa clase de gente que no deseas encontrarte pase lo que pase. Callejones oscuros en los que la droga era mas que palpable. Lugares en los que, si te descuidavas, te rovaban hasta tu virginidad, si es que todavía la conservavas. Es decir, aquellos lugares en los que se sentia agusto.
Aún siendo un santo comparado con la calse de gente que se movia por aquellos lugares, acabó sucumbiendo ante la tentación de sus deseos sexuales. Y justo por ese motivo se encontraba en el callejón "Los Santos", teniedo en cuenta que allí se situaba el club de stripptis mas varato de la ciudad. Aunque tambien había que admitir, que para lo poco costoso que era esabullirse con alguna sexy stripper, los servicios no estaban nada mal.
Dispuesto a entrar con cara de pocos amigos paró en seco al escuchar un devil  maullido, miró hacia ambos lados pero no havia nada. Vista al frente y pomo en mano volvió sorprenderse al escuchar otro. Un poco molesto ya por la situación se giro en busca de el que creia que era un pequeño gatito, pero nada, lo unico que habia en aquel callejón era una caja, una caja totalmente cerrada que parecia haber sido golpeada por varias personas y justo en ese momento, maulló, la caja maulló. Se hacercó a paso ligero a la caja y la abrió. Un pequeño gato blanco yacia sobre una manta color menta. Se veía desnutrido y muerto. Despues de asegurarse de que seguia vivo, y de situar el veterinario mas cercano, cancelo sus planes con las strippers para alludar a aquel ser indefenso. Se agachó y con delicadeza envolvió a aquel ser tan hermoso en la manta para despues posarlo sobre sus brazos.
-Tranquilo amiguito, si te recuperas te juro que no volveras a pasar por nada parecido a esto.
Diez minutos caminando hacia el veterinario y cinco de esperar su turno, una amable, y porque no decirlo, sexy señorita, le atendió.
-Buenas tardes Alexander, en que puedo alludarte?
-Pues, esque, veras, yo hiva a entrar al clu... Bueno, a un sitio, y escuche maullidos y...
La chica le mirava con cara de no entender nada y el se dió cuenta, respiro prifundo y se calmo para decirle a la joven rapidamente:
-Me he encontrado a este gatito en un callejón, estava en una caja totalmente cerrada sin comida ni agua, por favor, ayudadlo.
Escuchó una dulce risita que provenia de la chica que le atendia, y a el se le subieron los colores a la cara. En ese momento lo unico que pensaba era en que el no tenia la culpa de tener ese terrible pabor a hablar con la gente.
-Vale Alexander, estaremos encantados de ayudar, sigueme.
Cruzaron la puerta que habia detras del mostrador y entonces, ella habló.
-Esto... Alexander, si no es meterme mucho en la vida de un cliente, porque siempre te pones tan nervioso?
Alexander abrió los ojos sorprendido por la pregunta mientras le cedia a la chica el gato para que empezara a examinarlo.
-Bueno, esque... Ya sabes, desde queño tengo un problema con esto de... De hablar con las personas, no se porque..
-Ya sabes lo de mi hermano, no se lo que se siente, pero ver que a mi pequeñin le pasa lo mismo y que no se como ayudarle... Aunque a el le dan ataques de ansiedad mas que otra cosa.
Ella se giró en busca de algo, al no encontrarlo, se agachó, dejandole a Alexander una perfecta vista de su culo, el cual, miro descarada mente.
-Bueno... Eh... A mi tambien me daban ataques de ansiedad de pequeño, hasta que aprendí a controlarme.
-Y como lo conseguiste?
Dijo la chica euforica, girandose con una caja metalizada en una mano y una botella de agua en la otra. Lo posicionó en la mesa y volvió a agacharse.
-Eh... Lo siento si me estoy metiendo mucho en tu vida, es solo que ya no se como ayudar a mi hermano.
-Tranquila... Supongo que... Que es normal que te preocupes.
No sabia porque, pero se sentia feliz. Tal vez ella no le entendia, pero sabia por lo que estava pasando.
-Empeze a controlar mis ataques de ansiedad gracias a mis otros miedos. Te... Tengo miedo a ser el centro de atención. Me... Me cuenta de que cada vez que me dava un... Un ataque todo el mundo me mirava, asi que empezé a calmarme para poder controlarlo.
-Eso mustra una gran fuerza de voluntad.
Ella volvió la vista al frente, miro directo a los ojos del chico y luego a los del gato.
-Teneis los mismos ojos.
Ella sonrió con nostalgia.
-Unos preciosos ojos pardos.
El gato maulló y Laura se concentró en preparar un poco de leche lactante. El pequeño gato blanco se dirigió hacia la comida con segurudad, y empezó a comer.
-Ya le has puesto nombre?
-Pues... No, la verdad es que no...
-Y a que esperas?
Se quedó pensativo.
-Chesire.
-Te dare esta bolsita de leche lactante en polvo, tienes para un dia, aunque tendras que comprar mas si piensas quedartelo claro...
-CLARO QUE PIENSO QUEDARMELO!
Sinceramente el muchacho parecia realmente ofendido, cosa que le pareció graciosa a ella.
-Esta bien, cuida a este pequeñin tan blanco.
-Bueno, no es blanco del todo.
Comentó fijandose en su cola, la cual tenia unas pequeñas manchas negras en la terminacion de esta. Ambos rieron.
-Lo cuidaré, tranquila.
-Cualqueier cosa, ven aquí, estremos encantandos de atender a una cosita tan bonita.
Y entonces Alexander se fué camino a su casa por las mismas calles por las que vino. Todas oscuras y llenas de gente no deseada, justo como el.

(1.020 palabras)
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⏰ Última actualización: Aug 17, 2016 ⏰

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