Capítulo 1

3 1 0
                                    


Me sentía un bicho raro. Era una chica bastante inteligente y, por eso, me habían adelantado hasta quinto año, cuando yo tendría que estar en segundo recién. Ahora en el curso éramos nueve (ya lo sé, no somos muchos); al menos somos un grupo unido, los chicos y yo sobretodo.

Por lo menos recibí noticias que afectan al cumplimiento de mis metas; la Universidad de Yale ofrecerá tres becas completas en mi colegio, no importa tu curso mi tu edad, y (aunque sea imposible de creer) conseguí una de ellas, junto con Juan Segundo, un chico más alto que yo, de pelo negro, ojos oscuros y muy, pero muy inteligente, y con Mariano, un chico más alto que yo, pelo castaño oscuro, ojos claros y más inteligente que yo... Todo se lo debo a los deportes que practico, el rugby, la natación, el hockey y la esgrima; y además mi promedio de 9.7 me ayudó bastante.

Cada día la paso mejor; de a poco los chicos me incluyeron y empezamos a salir los fines de semana. Ellos me llevan a los boliches, me ayudan a pasar y vigilan que no me pase nada durante toda la noche. Pero... creo que me está empezando a gustar uno de los chicos, uno de mis amigos, eso es algo terrible, ya que, aunque yo le diga, no me va a prestar atención, porque me trata como si fuese su hermana menor, o por lo menos, así me parece.

-Animate -me dijo un día Santiago (uno de los dos) un chico un poco más alto que yo, con el pelo castaño claro y los ojos marrones-. Sinceramente, ¿qué es lo peor que te podría decir? -preguntó mirándome a los ojos.

-¿Me estás hablando en serio?, ¿vos me estás preguntando qué es lo peor? Yo creo que sería el rechazo, sin contar que ustedes tendrían que elegir un "bando" y ya sé cual elegirían. Además, ya perdí mucha gente en mi vida, de mis amigas de segundo año, sólo me quedan tres por seguro; Po, vos no entendes ese sentimiento, no quiero perderlo a él también.

-No lo vas a perder hermosa, están hechos para enamorarse -me dijo mientras me abrazaba-. Esas personas que perdiste no merecían estar en tu vida, si no aceptan tus logros es su problema, no te preocupes más. -me di vuelta y despeiné ese pelo suave.

Seguimos hablando durante horas, hasta que nos tuvimos que despedir para ir a prepararnos para esta noche. Íbamos a ir a NOX, un boliche que había en las afueras de la ciudad, los chicos, uno de sus compañeros de básquet y yo. Pasamos una noche increíble, bailamos y tomamos durante horas, nos divertimos como nunca. Esa noche no volví a casa, fui a lo de Mariano aprovechando que su hermana menor (una ex-compañera) no estaba, llevamos su colchón al living, prendimos el televisor y nos pusimos a ver películas hasta quedarnos dormidos.

Al día siguiente, después de haber pasado por mi casa, fuimos a Rosario con Mariano y Facundo, un chico dos años mayor que yo, de pelo avellana y ojos claros y con brackets, ya que yo tenía que jugar al rugby. Sinceramente, lo único que me acuerdo del partido es un dolor insoportable en el pecho y la cara. Me desperté en una cama de hospital, con el pecho vendado, el labio superior inflamado y tenía una especie de vendaje negro en la cara rodeandome la nariz. Agarré mi celular y vi los mensajes de las chicas, habíamos ganado, habíamos pasado a la semifinal. Giré mi cabeza y vi junto a mi cama a mi hermano mayor, bueno, hermanastro, Francisco, durmiendo en una silla; repartidos por toda la habitación había una pelota de rugby (que asocié era la del partido), mi uniforme, un bolso (supuse que era de Fran) y decenas de vasitos de telgopor, que parecían haber tenido café. A mi hermano se lo veía agotado y estresado, su pelo color caoba estaba despeinado, su físico de futbolista, un poco arruinado. Era increíble como sus ojos, incluso cerrados, podían mostrarme su cansancio.

Recién unos días más tarde, los médicos me dejaron volver a entrenar, pero como siempre, mi familia tenía una opinión muy distinta.

-No vas a ir -decía mi padrastro, un hombre de cuarenta y tantos, con el pelo caoba que comenzaba a mostrar algunas canas y ojos grises que parecían haberlo visto todo-. Tenes que descansar y hacer reposo.

-¡Yo voy a ir! Es mi pasión, además tengo que entrenar para el próximo partido.

-No discutas más, ya te dijimos, no vas a ir -me decía mi mamá mientras bajaba la escalera con una panza que delataba su embarazo, el cual quedaba fuera de lugar en su cuerpo, ya que ella era menuda, y flaca, parecía un chiste.

En eso, un chico de pelo oscuro, como yo, y ojos grises de sólo dos años vino corriendo (lo más rápido que su cuerpo lo dejaba) desde el segundo piso y se puso a correr alrededor de la mesa.

-¡Quedate quieto! Me vas a lastimar y te voy a pegar. -lo amenacé.

-Si te quedaba alguna posibilidad de convencerme, la perdiste recién. No vas, no lo repito -dijo y mi padrastro y se fue para la pieza, en eso se detiene, gira y agrega-. Además, estás castigada por amenazarlo.

Corrí hacia mi pieza, cerré de un portazo y me tiré en la cama; pero esto no iba a quedar así, yo ya hacía tiempo había dejado de obedecer a mis padres, por lo que me cambié y escapé por la ventana hacia la casa vecina, ahí vivía uno de mis amigos, Juan Segundo, o para nosotros, Juanse, de pelo negro, alto, ojos oscuros y muy inteligente. Cuando estaba por saltar el tapial, alguien me agarró de la cintura y me tiró al pasto, mis perros ladraban contentos y saltaban a mi alrededor, ni bien me pude levantar vi al imbécil de Matías el mayor de nosotros. Hablamos un rato en el patio y después me ayudó a trepar. Juanse ya estaba esperándome cuando ya había bajado, a los diez minutos ya nos habíamos ido a la mierda. Caminamos durante media hora hasta que llegamos al parque, donde entrenábamos con las chicas y vi que todavía faltaban más de la mitad del equipo y si en algo soy muy hija de puta es en la puntualidad. Cuando entré, todas me miraron sabiendo que iban a tener que romperse el culo como nunca antes.

-¿¡Qué mierda hacen ahí sentadas!? -les grité, logrando que todas se levanten de golpe-. 40 minutos corriendo, arrancando, ¡YA!. -y arrancamos el entrenamiento. Una hora más tarde estaban todas transpiradas y agitadas, haciendo la quinta serie de abdominales. Podes decirme lo que quieras, pero mis chicas nunca van estar fuera de forma. Ellas a lo mejor me odian, pero nunca perdemos.

Es momento de que corte esto, se vienen los partidos más importante nos leemos luego.





Llegó el momento más triste de una escritora, la despedida. Hasta el próximo capítulo.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Feb 07, 2017 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Una Maravilla Desastrosa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora