Capitulo único.

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Era de noche, era silenciosa y serena. Una pequeña familia se estaba preparando para dormir, pero antes de poder hacerlo, tenían que leerle un cuento a su más apreciada además de única, hija.

-¿Listas para un cuento mi cielo? –Pregunto dulce la joven azabache-

-Claro que si mami –afirmo inocente tapándose-

-¿Qué cuento quieres que te lea hoy? –Pregunto viendo las historias que había en el estante-

-La historia de la flor solitaria mami –contesto emocionada-

-de acuerdo –tomo el libro verde y se sentó sobre la cama abriendo el libro- Había una vez –comenzó con el relato-

[En la historia]

Había una vez, una pequeña flor, era azul y con diferentes tonos de blanco y celeste, su nombre era Marinette. La flor estaba enterrada en un jardín con muchas flores educadas y refinadas. La flor intentaba siempre acercarse a su demás compañeras, pero estas la rechazaban y le prohibían cualquier muestra de afecto y cariño, lo cual provoco que la pobre flor empezara a marchitarse, se alimentaba bien, y se cuidaba bien, pero el aislamiento y falta de cariño, provoco que sus ánimos bajaran, y así empezara a marchitarse.

Pasaban días y días, y la flor estaba cada vez más triste, sus compañeros y compañeras flores no la ayudaban en mucho, ella era diferente a los demás, con sus tonos claros y elegantes, mientras que los de ella eran vivos y diferentes, era especial, era diferente, era única comparada con sus compañeros. Su buen corazón se hacía notar bastante, ya que sin duda era alguien admirable, sin amigos, ni conocidos, siguió siendo carismática, simpática y tranquila chica de siempre. Totalmente diferentes a sus compañeros, quienes eran personas con grupos formados, rebeldes y bastante divertidos.

El dueño del jardín noto a la pobre flor marchitarse y perder sus vivos colores, así que la planto en una maseta y se la dio un amigo para que la cuidara mejor. Este la planto en otro jardín, con flores más libres, flojas y rebeldes, que las de su anterior jardín, ella intento acercarse a ellos, pero le era muy difícil adaptarse a la diferente forma de ser de estas flores, ya que estas, ya tenían bien marcado sus grupos, además de que eran iguales, misma música, gustos, estilos, que la pobre florecilla no pudo resistir mucho, ya que intentaba e intentaba adaptarse, hacia un gran esfuerzo, pero simplemente nadie lo valoraba y tampoco la ayudaban para que se adaptara mas rápido.

La hermosa flor volvió a tener esos vivos colores que la caracterizaban tanto, al fin tenía una amiga, y la apreciaba demasiado, no la quería dejar ir, ni abandonar tampoco, era la primera vez que alguien compartía gustos y aficiones con otra flor, y esto la hizo sentir muy alegre, no se sentía como antes, marginada, diferente y anormal. Ahora se sentía comprendida, alegre y completa.

Pero lastimosamente, el mundo no quería ver a esta hermosa flor sonreír.

Un día, ambas flores conversaban animadamente, todo era risas y juegos. Pero había llegado el dueño del jardín, las flores pensaron que venía alimentarlas pero la realidad por la cual estaba el señor ahí era diferente.

El joven cuidador del hermoso jardín de flores vivaces, coloridas y animadas, había venido a llevarse a dos flores, una era la mejor amiga de nuestra flor, y la otra, era la amiga de una de sus compañeras. Ambas flores se sintieron tristes y abandonadas, pero por suerte, mucho antes de que sus amigas las abandonaran, ellas las habían juntado para tener una amistad. Y así fue, o al menos por un tiempo.

El dueño trajo otra flor, una rebelde y bastante extrovertida. La cual se hizo amiga rápidamente de la amiga de la flor, y esta la empezó a dejar sola a Marinette. Volviendo a lo de antes, estando sola, abandonada y absorta de cualquier tipo de cariño.

La flor solitaria [One Short]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora