Capítulo seis

570 69 17
                                    

La felicidad no es infinita y al finalizar el año escolar pensaron que todo se acabaría, la separación fue horrorosa, hubo llanto, besos, caricias, algo así intenso no tenía que parar. Por eso que aunque Ezequiel se iba a otra ciudad a estudiar se encargaría de mantener ese amor.

—Te voy a extrañar mucho —confesó Marilyn.

—Estoy seguro que éste no será nuestro final. —aseguró Ezequiel —. Nuestro amor resistirá cualquier prueba que se presente.

Puntualmente dos veces al año Ezequiel volvía durante dos semanas a los brazos de Marilyn por los siguientes cuatro años, lograban amarse intensamente aprovechando cada momento ya que tendrían que recompensar la separación que ocurriría durante los siguientes meses hasta su nuevo reencuentro.

Ezequiel no esperó un minuto más cuando el profesor les dijo que podían salir, había llevado sus maletas a la Universidad para no tener que regresar por ellas a su casa. Tenía el boleto de avión para ir donde su amada Marilyn. Sabía que estaba ansiosa por verlo, se lo había dicho por teléfono. Cogió un taxi rumbo al aeropuerto.

Marilyn salió de la escuela casi corriendo esperando llegar a casa porque sabía que Ezequiel la esperaba como de costumbre. Cuando su hijo decidió estudiar en otra ciudad la casa desde hacía cuatro años era solo para ellos, esas dos ocasiones al año era lo que la mantenía animada en su ausencia.

No se arrepentía de las decisiones que había tomado, pero de vez en cuando le invadía la ansiedad porque Ezequiel no iba a ser para ella siempre, lo sabía, pero se esforzaba por aprovechar al máximo su presencia.

Bajó del auto con su corazón desbocado de la emoción, abrió la puerta de la casa y gritó su nombre esperando el gran recibimiento de siempre pero encontró la casa vacía. Sintió una punzada de dolor, era raro porque según la hora de su vuelo debería de haber estado en casa. Hasta le había prometido esperarla con la cena, «tal vez salió a comprar algo» pensó Marilyn pero no encontró ninguna maleta en casa.

Caminó desesperada en toda la casa esperándolo hasta que al anochecer decidió llamarlo pero para su sorpresa estaba apagado el teléfono y así estuvo durante las siguientes dos semanas. Ya no sabía qué hacer, llamaba todos los días, cada hora y el teléfono seguía apagado y no se había conectado a ninguna red social.

Esperó todos los días una llamada o un mensaje que nunca llegó, se le vino a su mente aquella muchacha que Ezequiel le había contado que estaba interesada en él. «¿Y si en esos meses él se enamoró de ella o ella logró conquistarlo?» se preguntó al no tener ninguna respuesta. Tendría validez porque de seguro era joven y guapa, tal vez se fueron a algún lugar a última hora y por eso él no había alcanzado a llegar donde ella.

Tenía todo el derecho de pasar sus vacaciones en otro lugar que no sea junto a ella pero eso no impedía que no le hubiese enviado un mensaje o una llamada, ella no le reclamaría. Su ausencia la estaba destrozando.

Recordó aquel momento cuando llegó del trabajo y vio a su ex esposo con las maletas en la puerta diciéndole que se iba de la casa porque se había enamorado de otra mujer. Allí vivió en carne propia lo que era sufrir una perdida pero al fin y al cabo se lo había dicho pero en cambio de Ezequiel no sabía nada.

Creía que se merecía una explicación, siempre le hacía jurar diciéndole que si llegaba a enamorarse de alguien solo le pedía que se lo contara, asegurándole que no le iba a rogar que se quedara con ella. Pero quería una explicación, quería verlo por una última vez.

Llegaron las siguientes vacaciones y Marilyn esperaba que en esa ocasión sÍ lo encontraría en casa y de seguro tendría una explicación y la razón que aún no le contestara el teléfono, pero se volvió a sentir vacía al no encontrarlo nuevamente en casa.

Se reportó una semana enferma en su trabajo y decidió llorar su pena, todos los días lloraba sin parar rodeada de sus camisetas que aún tenía en casa y que conservaban su olor. Pensó que la pérdida que estaba sufriendo ahora no se comparaba con lo que le había ocurrido con su ex esposo.

Cada día se permitía llorar con la excusa que al día siguiente ya no iba a hacerlo, pero todos los días se repetía lo mismo. Iba a su trabajo en la tarde y en la noche volvía a llorar. No entendía porqué Ezequiel le había hecho eso, le había roto el corazón de tal manera que pensó que nunca lo podría reconstruir.


Tardaría mucho tiempo en enterarse que a cientos de kilómetros dos padres aún lloraban la muerte de su hijo de manera tan prematura mientras se dirigía al aeropuerto por causa de un conductor imprudente. Entre las muchas cosas que lamentaban que hubiese muerto tan joven es que no pudo terminar sus estudios y formar una familia o al menos haber amado.

Ezequiel llevaba cinco años amando intensamente a Marilyn, por eso los últimos segundos de vida fueron para su amada profesora y se lamentaba no volverla a ver una última vez.

—Tal vez algún día —decía Marilyn optimista —, tal vez algún día lo volveré a ver —esperaba con todo su corazón que así fuera mientras una lagrima rodaba por su mejilla —. Tal vez algún día.

Tal vez algún día Donde viven las historias. Descúbrelo ahora