Capítulo XIII.

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13 de agosto de 1997.

Fue en realidad difícil tomar una decisión sobre Chace. Mi mamá cuando parecía ubicarse en la actualidad me alentaba a ir, dijo que "todos merecemos segundas oportunidades" cosa que por unos instantes puse en duda por los comentarios negativos de Charlotte, quién había conocido a un tal Walker e iba a una cita con él. Me burle de ella diciéndole que esperaba no tener que ir a recogerla o a pagar la "cena". Luego de una pelea casi campal entre mi mamá cuerda y la pelirroja, decidí ir, por supuesto con el entero apoyo de mi madre y las amenazas de Charlotte.

Él cielo estaba nublado, una brisa recorría la ciudad, pero a pesar de eso me coloqué un vestido negro con un estampado de florecillas blancas. Me ceñía la cintura, era un poco arriba de las rodillas y calcé unos zapatos negros con un pequeño moño de decoración. Dejé mi cabello suelto e incluso hoy no fui a trabajar con la señora Johnson, le pedí el favor a Rosalinda de cubrirme y ella no dudo ni por un segundo.

Esperé la hora indicada y salí de mi casa despidiéndome de mi madre y mi mejor amiga. Cómo aún era temprano para su cena con Walker, Charlotte cuidaría a Clara hasta que su mamá llegará a ayudarme con el cuidado de ella. Avance con un nerviosismo recorriendo mi cuerpo y estuve a punto de dar media vuelta y regresar a casa, pero antes de poder hacerlo ya estaba en la plaza. Había pocas personas en el lugar. Caminé con lentitud y miré la banca donde me había sentado el día anterior, ésta se hallaba desocupada, así que me senté a esperar.

No había señal de Chace por ninguna parte, odiaba llegar antes que las personas a cualquier lugar. Pensé que había llegado diez minutos tarde y parecía que era al revés. Traté de no prestar atención a los pensamientos que se empezaron a formular en mi cabeza. Esperé demasiado, media hora, en realidad no fue mucho. Antes de echarme a llorar en público me levanté y empecé a andar para volver a casa. Hubiera escuchado a Charlotte.

— ¡Susan! —esa maldita voz me iba a terminar destrozando. La ignoré y seguí caminando. — ¡Susan!

Chace seguía gritando mi nombre. Volví mi rostro hacía tras y corría hacía mi dirección. Dirigí de nuevo mi vista al frente y corrí mientras escuchaba que seguía gritando mi nombre. Sí tenía un poco de suerte llegaría a mi casa antes de que me atrapara o mejor aún, se daría por vencido. Era muy buena corredora, siempre me atribuyeron ese logro, al menos en la primaria según recuerdo.

— ¡Susan! —aquel grito fue más fuerte y desgarrador que los anteriores. Me detuve y volví a echar la vista hacia atrás. Chace tenía las manos sobre sus piernas y su rostro me miraba con firmeza. Su pecho se agitaba con violencia.

—Joder Susan, vaya que tienes energía. —dijo entrecortadamente y no pude evitar soltar una carcajada. Se acercó caminando hasta dónde me había detenido. —Por favor no corras más Susan, ¿qué querías provocarme un paro respiratorio?

—Sólo quería volver a casa, me dejaste esperando media hora, me dejaste abandonada en nuestra primera cita. —solté un respiró mientras me concentraba en volver a tomar aire. Las personas de alrededor empezaban a vernos con rareza.

—Vamos Susan.

Asentí con la cabeza y regresamos desde dónde nuestro pequeño "maratón" había empezado. No dijimos nada, en realidad no sabía qué hacía con él. Tal vez no me trajo mi corazón, tal vez fueron mis pies. Pensé por un momento recordando sus palabras del día anterior.

—Susan, lamento de verdad todo lo que ocurrió. Sé que no te lo merecías, ni siquiera lo de hoy, pero créeme todo tiene una explicación.

No dije nada y sólo lo seguí, esperaba que las explicaciones tuvieran de menos algo de coherencia. Nos acercamos a una camioneta roja y vieja, con cabina para dos personas. Nunca supe distinguir marcas de autos, pero estaba segura que era la peor camioneta que jamás hubiera visto.

— ¿Con esto me vas a impresionar?

—Es de mi hermano, al menos me dejo usarla. —Suspiré antes de rodar los ojos. Chace me dedico una sonrisa y abrió la puerta para que me pudiera subir.

— ¿Con esto me vas a impresionar?

—Sí vuelves a preguntar eso estoy seguro de no tener problema en asesinarte.

Cerré los ojos con fuerza y mordí mi labio por la vergüenza. No había reparado en que ya lo había preguntado antes. Cerró la puerta de mi lado y subió a la "fabulosa" camioneta que al menos olía bien. La encendió y empezamos a avanzar por lo que me parecían calles desconocidas. El silencio se me hizo en verdad incomodo, así que decidí romperlo.

— ¿Con esto me vas a impresionar? —solté una pequeña risa. Chace parecía estar demasiado serio y concentrado mirando al frente.

— ¿Estás consciente de que ahora debo asesinarte? —su voz sonó más gruesa.

—Nos harías un favor a ambos. —volteó a verme con una sonrisa antes de reír.

—Pensé que me matarías, no que reirías. —dije mirándolo, de modo que ignoré cuando salimos por una larga carretera.

—Ese es el problema Susan. Todo es un dilema, si te asesino, perdería a la mujer que quiero, pero mi alma descansaría. Descansaría de quererlo todo porque lo veo a través de ti.

— ¿Eres siempre así de cursi? No sé qué debo responder.

—No sería mala idea tomar un descanso. ¿Te han dicho que puedes arruinarlo todo cuando te lo propones?

— ¿Te han dicho que es de mala educación invitar a alguien a cenar a un lugar caro y luego abandonarla a media cena?

La ironía se fue de mi voz y la sonrisa de Chace desapareció de inmediato. Tenía razón, sabía cómo arruinar las cosas después de todo.

—Bien, aún falta mucha carretera por recorrer para llevarte a dónde quiero, así que hagamos esto, tu pregunta y yo respondo. —soltó un suspiro y yo asentí.

—Pudimos haber evitado esto sí sólo hubieras puesto una canción de Aerosmith. —dije sonriendo. Chace rio levemente.

—Tienes buenos gustos musicales.

—Lo sé.

Encendió la radio de la vieja y fea camioneta con asientos rasgados, pero buen olor y "Hole in my soul" empezó a sonar. Lo miré con sorpresa y un sonido de exclamación salió de mis labios.

— ¿Esto es brujería?

—Hay un agujero en mi alma, debería haberlo sabido mejor, porque tu amor es como una espina sin rosa, ¿se terminó? sí se terminó y estoy apagando la llama.

—Así que "mi amor, es una espina sin rosa" ¿no? —dije haciendo las comillas con mis dedos y rodé mis ojos.

—Oh, ¡vamos! No digo cursilerías todo el tiempo Susan, es la letra de la canción y es una suerte que sea esa.

Y no recuerdo haber reído tanto como en ese instante. Volteé mi vista a la ventana y el aire entraba con intensidad por esta. Lo único que podía observar era una larga carretera por delante y lo que parecían ser algunas granjas, árboles y una que otra casa abandonada. "Amazing" de Aerosmith fue la siguiente canción en sonar y no pude evitar empezar a cantar.

"¿Y cuán alto puedes volar con las alas rotas? La vida es un viaje, no un destino y no puedo decir lo que mañana traerá."


Encontrando a Susan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora