¿Qué eres?

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Dean pisó el freno con todas sus fuerzas. Poco le importó que eso le costara unas ruedas nuevas.



Emma había sentido, primero una sacudida, y después cómo algo tiraba de ella, tan fuerte que la había sacado del coche. Perdió el equilibrio y cayó al pavimento.

Miró a la criatura que pretendía secuestrarla, tan sólo alguna que otra farola colocada por allá los iluminaba. Lo que vio fue espeluznante. Un enorme monstruo, de más de dos metros. Tenía brazos y piernas, como los humanos, pero todo su cuerpo estaba cubierto de pelo, como si de un oso se tratase. Aún así, lo que más llamaba su atención era su extraña cara, que parecía hecha de un material viscoso y de una mezcla entre color verde oscuro y marrón, sin ojos ni boca visibles a primera vista, y dos agujeros del tamaño de una moneda en el cráneo como nariz.



Dean abrió la guantera y cogió la pistola. Todos salieron del coche para ayudar a la joven, el ojiverde consideraba inútil intentar convencer a Rachel de que se quedara en el coche. No habría cedido, además de ser una pérdida de tiempo, tiempo que jugaba en contra de Emma.



La joven se arrastró por el asfalto, con intención de alejarse de semejante animal, pero este la agarró de la camisa y del brazo, y la puso en pie de un salto. Ella forcejeó, en vano; él era muy fuerte y estaba claro que no la dejaría ir. Así que la adolescente le pegó una patada lo más fuerte que pudo donde parecía estar el estómago y, a la vez tiró de su propia mano para liberarse. Sorprendentemente, funcionó. El pánico le pudo y corrió en una dirección al azar, alejándose de la carretera, hacia el bosque. La bestia, aún más enfadada la persiguió.

De repente, un sonido seco cruzó el aire y la distancia que los separaba de Dean, Sam y Rachel. De hecho, provenía del lugar donde ellos se encontraban. Una bala. Disparada por el mayor y que tan sólo rozó al monstruo, por lo que continuó su persecución.

Emma no se podía quejar, era muy rápida, la más rápida de su clase, pero no lo suficiente en este caso. El animal alcanzó a la joven, la aprisionó contra uno de los árboles que se mostraban a la entrada del bosque, cogiéndola por las muñecas, y luego, nada. Se quedó quieto.

Entonces fue cuando ella le reconoció, no era la primera vez que se veían.

Emma cerró los ojos. Esperaba que la mordiera o la atravesara con esas garras que tenía al extremo de cada uno de sus dedos, pero cuando volvió a abrirlos, la situación que encontró fue muy diferente.

La criatura estaba muy cerca de ella, pero sin llegar a tocarla. Hacía unos sonidos como los de los perros cuando olfatean, como inspirando, y los agujeros de su cara que tenía como nariz se abrían y cerraban, asquerosos. La estaba...¿oliendo?

En ese momento la adolescente, al tenerlo a una distancia tan corta, reparó en que el monstruo no tenía ojos. Poseía las cuencas donde deberían estar, y donde probablemente, algún día los tuvo, pero dentro simplemente había oscuridad.

Emma observó cómo los hermanos y su madre corrían hacia ella y cada vez se acercaban más, sin embargo hubiera deseado que lo hiciesen más deprisa.

Entonces el ser pronunció una palabra, una sola palabra, como con fascinación, que la descolocó por completo:

- Mary.

No tenía ningún sentido, ¿qué significaba eso? ¿Quién era Mary?

Otro disparo. Esta vez por parte Sam, no falló, le dio en el hombro a la bestia, y se separó ligeramente de ella. Para hacer esa distancia mayor, Dean se dirigió hacia el monstruo y lo empujó, echando todo su peso sobre él. Emma cayó de rodillas, ya libre. Entonces comenzó una especie de pelea en la que se enzarzaron, en pricipio ellos dos, y luego se unió el menor de los hermanos también.

Tan sencillo como llamarte 'Papá'Donde viven las historias. Descúbrelo ahora