Un chico y su violin parte 2

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Nos conocimos en verano en un concierto que para mí significaba mucho. Uno de los violinistas incluidos en el programa se puso enfermo y, en el último minuto, me llamaron para tocar en la orquesta una pieza de Arvo Pärt que odiaba. La encontraba espasmódica y monótona, pero con tal de tocar música clásica en un escenario real, aunque fuera un escenario pequeño, habria interpretado a Justin Bieber y conseguido que pareciera que estaba disfrutando. Jin estaba entre el público y se quedó entusiasmado. Tenía debilidad por los pelirrojos. Más tarde me dijo que el ángulo del escenario le impedía verme la cara,pero que tenía una estupenda vista de la parte superior de mi cabeza
Me dijo que mi cabello resplandecía a la luz del escenario como si estuviera en llamas. Compró una botella de champán y utilizó sus contactos con los organizadores del concierto para venir a verme entre bastidores. No me gusta el champán, pero me lo bebí de todos modos, porque Jin era alto y guapo y lo más parecido que he tenido en mi vida a un fan auténtico. Le pregunté que habría hecho si me hubieran faltado los dientes delanteros o si no hubiera sido su tipo en cualquier otro aspecto, y me contestó que habria probado suerte con la percusionista, que no era pelirroja pero sí muy guapa. Unas horas después, estaba borracho y tumbado boca arriba en su habitación de Seoul, preguntándome cómo había acabado en la cama con un hombre que antes de echarse encima de mí había colgado el saco y había colocado sus zapatos cuidadosamente en su sitio. De todos modos, tenía un buen miembro y un departamento bonito, y aunque al final resultó que detestaba toda la música que a mí me encantaba, pasamos casi todos los fines de semanas de los meses siguientes. Por desgracia, a mi modo de ver, no dedicamos buena parte de ese tiempo a estar en la cama, y si a ver exposiciones de arte muy intelectuales que a mí no me gustaban y que, estaba convencido de ello, Jin no entendía.
Los hombres que me veían tocar en locales convencionales de música clásica, en lugar de pubs y estaciones de metro, solían cometer el mismo error que cometió Jin: atribuirme todos los rasgos que asociaban con un violinista clásico. Debia ser educado, convencional, culto, sofisticado, masculino, y distinguido, y tener el closet lleno de trajes de noche sencillos y elegantes para lucir en el escenario, ninguno de ellos vulgar ni demasiado ajustado.
Llevaria zapatos de charol no muy altos y caminaría inconsciente del efecto que producían mis esbeltos tobillos.
En realidad, solo tenia un traje negro formal para los conciertos,
Que compre por diez mil wones en una tienda de Shinsadong y que había llevado a arreglar a un sastre.
Era de terciopelo, poco ajustado por delante y mucho por detrás, pero el dia que conocí a Jin estaba en la tintoreria, así que tuve que comprarme un traje ceñido en Dowon con la tarjeta de crédito, y esconder las etiquetas bajo la ropa interior. Por suerte, Jin era un amante pulcro y no había dejado manchas ni en mí ni en el traje, que pude devolver al dia siguiente.
Yo tenía mi propio departamento, donde dormía durante la semana, en un edificio de Incheon. Era un departamento amueblado, o más bien una habitación grande, con una cama individual de buen tamaño, una barra que hacia las veces de closet, un pequeño lavabo, in refrigerador y una cocina. El baño eataba en el pasillo. Lo compartía con otros cuatro inquilinos, con los que tropezaba de vez en cuando pero a los que generalmente no veía.

A pesar de la situación y del edificio destartalado, no habría podido permitirme pagar ese alquiler de no haber llegado a un acuerdo con el inquilino oficial, a quien conocí una noche en un bar tras una visita nocturna al museo de Gwanghwamun. Nunca me aclaró porqué estaba dispuesto a alquilar la habitación por menos de lo que él pagaba. Yo imaginaba que bajo el suelo de madera había un cadáver o una maleta de polvo blanco de contrabando. Y por las noches, cuando estaba acostada, a menudo eaperaba oír los pasos rápidos de los agentes de SWAT en el pasillo.
Jin no había estado nunca en mi departamento, en parte porque me daba la impresión de que sería incapaz de poner los pies en él ain desinfectar previamente toda la finca, y en parte porque me gustaba tener una porción de mi vida que me perteneciera solo a mí. Supongo que en el fondo sabía que nuestra relación no iba a durar, y no queria vérmelas con un amante despechado que se pusiera a lanzar piedras a mi ventana en mitad de la noche. Más de una vez me había propuesto que me mudara con él y ahorrara el dinero que gastaba en el alquiler para comprar un violín mejor o pagarme más clases de música, pero yo me negaba. No soporto vivir con nadie, y menos con mis amantes, y preferiría ganar dinero pluriempleada en una esquina a que me mantuviera un novio.

Oi el suave chasquido de su caja de mancuernillas al cerrarse, cerre los ojos y apreté las piernas intentando volverme invisible.
Regresó al salón y pasó por mi lado camino de la cocina. Oi el chorro del grifo del fregadero, el suave siseo del gas al encenderse y, unos minutos después, el silbido de la tetera. Jin tenia una de esas teteras modernas pero con forma antigua que habia que calentar el fuego hasta que silbaba. Nunca entendí por qué no se compraba una eléctrica, pero el aseguraba que el agua sabia mejor, y que un buen te debia hacerse hirviendo el agua como es debido. No bebo té. Solo el olor me pone enfermo. Tomo café, pero Jin se negaba a prepararmelo después de las siete, porque me desvelaba, y decía que mi agitación nocturna no lo dejaba dormir.
Me relaje en el suelo, controlando la respiración, haciendo un esfuerzo de concentración para permanecer perfectamente inmóvil, como un cadáver, y fingi que estaba en otra parte.
-Cuando te pones así no puedo hablar contigo, Jeahwan. -Su voz llegó de la cocina,incorpórea. Era una de las cosas que más me gustaba de el, la sonoridad de su acento de colegio privado, a veces suave y cálido, y otras frío y duro. Sentí un calor repentino entre los muslos y apreté las piernas con toda la fuerza que pude, recordando que Jin había puesto una toalla debajo la única vez que nos enrollamos en el suelo del salón. No soportaba el desorden.
-¿Asi como?- conteste, sin abrir los ojos.
-¡Asi! ¡Desnudo y tumbado en el suelo como si estuvieras loco! Levántate y ponte algo, carajo.
Tomó los últimos sorbos de su taza de té y, oyendo cómo el té bajaba suavemente por su garganta, me imaginé como sería que se arrodillara con su boca entre mis piernas. Solo de pensarlo me ruboricé.

Jin casi nunca bajaba entre mis piernas a menos que me hubiera duchado cinco minutos antes, y el dedo sustituía a la lengua a la mínima posibilidad que se le presentaba de hacerlo educadamente. Prefería utilizar solo un dedo y no reaccionó bien la vez que bajé mi mano e intenté guiar dos dedos más de su mano dentro de mi.
-¡Porfavor, Jeahwan! -exclamo-.Si sigues así, se te enganchará muchísimo.
Entonces se fue a la cocina a lavarse las manos con detergente lavavajillas antes de volver a la cama y dormirse dándome la espalda mientras yo contemplaba el techo. Por los vigorosos sonidos de las salpicaduras, parecía que se estuviera lavando hasta los codos, como un veterinario en prácticas segundos antes de ayudar a nacer a un ternero, o un sacerdote a punto de realizar un sacrificio.
Nunca más intenté animarlo a utilizar más de un dedo.
Jin dejó la taza en el fregadero y pasó por mi lado camino al dormitorio. Esperé un momento a que desapareciera de mi vista antes de levantarme, avergonzado con la idea de lo que debía parecerle desnudo en el suelo, aunque para entonces ya había salido totalmente de mi ensueño inducido por Vivaldi y empezaba a sentir las extremidades doloridas y frías.
-Cuando quieras ven a la cama-gritó.

Escuché como se desnudaba y se metía en la cama, me puse la ropa interior y esperé a que su respiración se apaciguara antes de meterme bajo las sábanas.










Bueno............ aqui la segunda parte, la verdad los capitulos son muy largos entonces decidi dividirlos, espero sea de su agrado.
Que piensan de Jin??? Para mi es algo soso nada comparado con Leo pero yo creo solo faltan otras dos partes y ya conoceran a Leo.
Gracias por su apoyo, por su estrellita y comentarios espero mejorar y no tardar tanto.

Muchas gracias!!!!!!

Besos!!!!!

Ochenta melodias de pasion en amarilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora