Mike Tompson de 19 años, vivía con su madre en un pequeño pueblo llamado Winston, a unos 80 km de la ciudad mas cercana, era una persona bastante solitaria, pasaba encerrado la mayor parte del tiempo en su dormitorio, el cual había sido ocupado por él desde que tenia memoria. Con una estatura de 1.81 y un físico aceptable para ser un vago desocupado que se la pasa haraganeando todo el día. Mike se graduó a los 17 años en el Instituto Educativo de Winston, el único que había en ese misero pueblo. No le agradaban la mayoría de sus compañeros, así que su grupo de amigos, si así puede llamarse, estaba compuesto por tres personas: John, Ethan y Ana.
Ellos eran los que el consideraba menos hipócritas. Pero el término amigo estaría mal utilizado, ya que Mike no había hablado con ellos desde que se graduaron del instituto, lo único que sabia era que seguían en el pueblo ya que los había visto un par de veces. Muchas veces pensó en ir a visitarlos para ver como estaban y socializar un poco, pero pensó que si ellos no lo van a visitar a él, él tampoco tendría que hacerlo.
Su madre, Claire Tompson, se divorció del padre de Mike cuando este tenia 8 años de edad y desde ese día no lo volvió a ver, suponiendo que se había largado del pueblo con el fin de evadir sus responsabilidades paternas. Ya no se preocupaba, pues su hijo ya era mayor de edad y aunque sea un ocioso, ella lo quería mucho como para echarlo a la calle, esperanzada en que ponga los pies sobre la tierra y decida lo que quiere hacer con su vida. Trabajaba como cajera en una farmacia ubicada en el centro del pueblo. Su salario no era exagerado, pero le bastaba para pagar las cuentas y comer.
Mike, como les iba diciendo era bastante retraído hacia los demás, tenia hobbies claro, como ver la tv y leer libros. Este tipo de actividades no tienen nada fuera de lo común, excepto por una que no nombré anteriormente. A Mike le gustaban las actividades solitarias, pero una en particular era un poco anormal desde el punto de vista psicológico. Le encantaba salir en las madrugadas a caminar por el pueblo, se sentía libre en todo sentido, por ejemplo podía orinarse en cualquier lugar que quisiese y meterse en propiedades privadas lo cual le causaba una gran excitación, pues ya se sabia el recorrido del único sheriff del pueblo. Esto lo hacía muy a menudo, unas 5 veces por semana. Ni su propia madre sabia que su hijo se escabullía mientras ella dormía para ir a adentrarse a las oscuras calles de aquel horrible pueblo con el único fin de librarse un poco del estrés causado por él mismo.
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La Propuesta
TerrorEn este pueblo aburrido no pasa nada, hasta que el personaje se encuentra de manera imprevista a un sujeto extraño, que le hace una propuesta siniestra y muy inquietante.