Desperté con mucha hambre, y con la espalda entumecida, lo que solía ocurrirme cada vez que me alteraba demasiado y si le sumas una situación como la del muchacho de ayer del atropello, fórmula perfecta para que se me hicieran nudos de tensión; Bellota debió sentir que me desperté y subió a mi cama para que jugara con ella. Baje a la cocina, comí mi desayuno, tomé mis pastillas, y fui a arreglarme para ir al hospital, opté por un body, un jean gris, mis converse negras, un chaleco marrón claro, y un bolso que vi de muchos colores, que pienso que me combina, sin tardar más, me hice una cola apurada, y le prometí a mi perra sacarla a pasear cuando llegara.
En el camino iba pensando sobre nada y todo a la vez, últimamente me sentía como vacía, como que nada me gustaba, ni me hacía realmente feliz, como que tuviera los sentimientos en modo apagado, o es que he estado tanto tiempo en este estado que ya no se salir de él. sin darme cuenta llegué al Hospital, estacioné, y fui a ver como se encontraba el chico, entré a la recepción, y recordé que anoche no me dijeron en qué habitación estaba, así que me tocaría preguntar otra vez.
-Hola, buenos días, anoche ingresó un paciente que fue víctima de accidente automovilístico, yo fui la que lo reportó, y anoche cuando me fui no había contactado todavía con su familia. quisiera saber como esta.-Debo admitir que solté todo, sin esperar respuesta, y es que me sentía ansiosa.
-Hola, buenos días señorita, sí, se a cual se refiere, mi compañera me habló acerca de usted antes de cambiar el turno, el paciente está en la habitación 105, segundo piso, a la derecha.-Contestó con entusiasmo.
Cuando estaba por girar el pomo de la puerta me quedé paralizada, digo, por más que esté cambiando no puedo creerme yo misma qué puedo iniciar una conversación con un extraño tan tranquilamente como lo haría mi hermana, me tranquilicé un poco, porque solo quería saber como seguía, pagaría todos sus gastos, y seguiría mi vida normal. Así que sin mas termine de girar el pomo y entré, hice un escaneo por la habitación, solo estábamos los dos, él lucía pálido, tenía una bandita sobre la ceja, donde repetidamente ayer pasé mi mano para quitar sangre, una venda en el abdomen, que le cubría gran parte del torso, y no pude seguir viendo porque tenía una manta justo sobre las caderas, caminé y me senté en un sofá-cama que había al lado de la suya, a esperar que despertara. Estaba tan entretenida jugando Candy Crush, que casi suelto el teléfono cuando él empezó a toser, me levanté enseguida y fui por agua, no sabía qué más podía hacer.
-Agua.-Lo dijo en un tono tan bajo, y estrangulado que no estaba segura de haberlo escuchado, me acerqué lo más rápido que pude con el vaso con agua.
-¿Puedes recostarte?.-Pregunté tratando de no sonar tan seca como normalmente me decían que hablaba.
-No.-Intentó moverse, gimió de dolor y se quedó en el mismo sitio.
-Está bien, puedo ver que mueves el cuello, me ayudarás a levantarte la cabeza para darte el agua.
Y eso hicimos, me acerqué más a él, lo agarré por la nuca, y lo alcé con sumo cuidado de no hacerle más daño, en lo que se tomó el agua lo dejé, y fui por las enfermeras.
La enfermera a cargo revisó que todo estuviera bajo control, y quedó en venir en unas horas junto con él Doctor para colocarle más sedante en la vía que tenía en el brazo izquierdo, y así si él tenía dudas que le hicieras las preguntas pertinentes al Médico, sin nada más que acotar, salió, cerrando la puerta suavemente. Nos quedamos en un silencio muy incómodo hasta que él decidió romperlo
-Supongo que tú eres la que se detuvo a ayudarme ayer, gracias. -Vaya, nunca había escuchado una voz tan ronca, y eso que hubo un tiempo en el que prácticamente estuve viviendo con mis primos. Lo empecé a detallar minuciosamente, y vi que tenía un cabello marrón oscuro, casi negro, con algunos reflejos más claros, que se veían sólo en el sol, unas cejas pobladas en línea recta, unas pestañas que cualquier mujer quisiera tener, rizadas y super abundantes, y sus ojos, dios, un color avellana, seguí bajando y me encontré con una nariz recta, y una mandíbula totalmente cuadrada tenía un rastro de barba y eso lo hacía lucir más sexy, no se que me pasa, ni porque lo estoy detallando tanto, se dio cuenta de mi escrutinio y me interrumpió con una tos.- ¿Ya terminaste, o me pongo de otro ángulo?
Hacía mucho tiempo no me sentía tan avergonzada de mi misma como en este momento, y lo sé porque sentí que se me calentaron hasta las orejas, lo que me recordaba que sí tenía emociones, aunque evitara mostrarlas.-Lo siento, solo me aseguraba que estabas bien.- Lo dije tratando de bromear, para bajar la incomodidad de los dos.
-Como sea, ¿Cúal es tú nombre?
-Isabella, Isabella.- y abrí la boca para decir mi apellido, era algo que hacía siempre automáticamente, pero la cerré, y en ese instante, decidí que quería que me conocieran como Isabella, y no como Isabella Amparán, la hija de...- Soy Isabella, y ¿tú cómo te llamas?
-Ian, Ian Le Closs.- Dijo con una sonrisa de lado.
-Bueno Ian, necesito que me des algún dato de tú familia para avisarles que estas aquí, y que no se preocupen .-Cuando vi su cara, sus ojos estaban vacíos y parecía solo, por un momento me sentí identificada con él, aunque no lo conociera.- ¿Qué fue lo malo que dije?
-No tengo familia, solo eso. -Dijo dando el tema por cerrado, pero adivinen ¿Quién es terca?
-Todos tenemos a alguien, aunque a veces nos cueste aceptarlo, o no sea quien nosotros queramos, así que dime, ¿Algún familiar?
-Un hermano mayor que no se preocupa por mi, a lo mejor y todavía no se ha dado cuenta que desde ayer en la mañana no estoy en la casa. ¿Podría contar alguien así para avisarle que estoy aquí?. -Escupió con rabia.
-No, no lo vale, pero hay que intentarlo de todas maneras. Aunque creas no te entiendo, si lo hago; sabes, creo que vas a ser mi nuevo amigo, me caes bien, y no me doy el lujo de decir eso a menudo. -Añadí tratando de que se calmara, porque pude notar en las pulsaciones que cuando dijo todo eso iban cada vez más en aumento.- Bueno Ian, cualquier cosa que necesites que haga, puedes decírmelo, quiero serle útil a alguien.- Eso último lo dije en voz baja y mirando al suelo.
-Solo necesito unos pantalones de pijama, no soporto estos que me colocaron, me estoy congelando.
-¿Y por qué no me dijiste que le bajara al aire?. -Me levanté, y subí la temperatura.- Otra cosa, ¿Tengo que ir a tú casa por los pantalones, o los compro?
-Oh nena, en mi cuarto no vas a encontrar eso, porque sencillamente no duermo con ellos.
-Woa, está bien, yo te compro unos. ¿Cómo vamos a hacer con tú factura médica?
-Mi madre antes de morir nos dejó el dinero suficiente como para vivir bien el resto de mi vida, y otras dos. -Lo dijo con un poco de humor.
-Está bien chico, ya lo capté. -Me levanté, tomé mis cosas y avancé hacia su cama- Voy a comprarte esos pijamas y regreso en la noche.
Nos despedimos y partí rumbo al centro comercial, en el camino paré a colocar gasolina, avisé a mi madre donde estaba para que no se pusiera histérica. Entré a Luxury Men's, y me sentí un poco rara, la única mujer era yo, era como ver a un hombre comprando algo solo en Victoria's Secret, empecé a caminar por la tienda tratado de buscar pijamas. Cuando los encontré no sabía cuales comprar, me gustaban todos, eran tan elegantes, y suaves, el primero que elegí era completamente vinotinto de tela de seda, el segundo era azul eléctrico con costuras blancas y era de terciopelo, y el último negro con cuadros blancos, en el camino a la caja para pagar me di cuenta que no me fije en la talla, así que tuve que improvisar, y regresar a donde había estado. Justamente había un hombre como de unos 30 años viendo los pijamas.
-Ehh, Señor, disculpe, estoy por llevarle a un amigo unos pijamas, y su contextura muscular es más o menos como usted, ¿Me podría ayudar con la talla? .-Y por segunda vez en el día, sentí que me puse colorada, y más cuando el señor se me quedó viendo y soltó una carcajada.
-Claro linda, pero a nosotros no nos gustan que nos regalen pijamas, comprale unos boxers y te amará -añadió soltando otra carcajada.- Yo normalmente soy M, depende de la marca -Suavemente me quitó las cosas de las manos y me las regresó con la talla correspondiente.
-Gracias, ¿Y otra cosa, por donde están esos famosos boxers?
-Al otro lado guapa, también talla M.
-Gracias. -dije por segunda vez
Fui al otro lado de la tienda y tome dos paquetes que traían 4, de la marca Tommy Hilfiger, y sin más, fui a pagar.
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Distinta al resto
Genç KurguElla siendo popular sin buscarlo, solo porque cuando estaba pequeña le toco estar en cantidades de colegios distintos, simplemente porque a sus padres no les gustaba del todo ninguno, y la cambiaban; sin importar lo mucho que le costase adaptarse, y...