Noticia.

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Con más fuerza de la necesaria Leandro pateó la blanca nieve que bloqueaba su camino. Odiaba estas fechas, bueno, en realidad no era odio sino incomodidad y algunos malos recuerdos.

Aceleró el paso para poder rodear y dejar atrás a aquella pareja que iba tomada de la mano.

Si no hubiera sido tan cobarde; pensó antes de resoplar y doblar la esquina para entrar a la academia de artes.

—Y un, dos, tres, relevé, chazé... ¡No no no!— el coreógrafo manoteó molesto, —Erick esta ha sido la última vez, te lo advertí así que fuera de mi escenario. ¡Ahora!

—¿De qué me perdí?— preguntó Leandro al llegar tras bambalinas.

—Uy, cariño, de nada que no quisieras; te has salvado del demonio— respondió Jelena, la bailarina principal de la obra; —a pocos días del estreno y Robert ha echado a Erick.

—¿Eh?— Leandro parpadeó confuso, reemplazar a Erick a estas alturas era algo completamente descabellado.

—Así como lo oyes, primor; Erick pasará a formar parte de los bailarines de apoyo.

—No bromees— el muchacho rió de manera floja.

—¿Eso piensas?— ella meneó la cabeza, —ahí viene Robert, pregúntale tú mismo.

Leandro giró sobre sus talones y sintió un escalofrío cuando el coreógrafo lo señaló con su elegante dedo adornado por un brillante anillo.

—¡Tú! Ocuparás el lugar de Erick.

—¡¿Qué?!— pareció más un graznido lo que salió de su garganta.

—Al escenario, en cinco minutos— y con la misma autoridad que lo caracterizaba, Robert se alejó de allí.

Leandro miró con algo de duda a Jelena: serían la pareja en escena. Él había sido considerado desde el principio como el suplente de Erick, pero nunca pensó que de verdad fuera a tomar el puesto principal y mucho menos bajo esas circunstancias.

—Serénate— ella le dio un suave golpe en el hombro, —estaremos bien; eres muy bueno y confío en que no me romperé una pierna o la cadera contigo; para serte sincera últimamente Erick estaba siendo muy brusco.

—Eso no me tranquiliza.

Jelena rió con fuerza; le agradaba poner nervioso a Leandro, ella decía que era todavía un niño inocente e ingenuo atrapado en el envidiable cuerpo de un bailarín de ballet. A pesar de poseer un pecho y abdomen fuerte y tonificado, Leandro era alto y esbelto, era una lástima que gustara de ocultar su figura bajo esas ropas anchas, tanto en invierno como en verano.

El ensayo ocupando su nuevo puesto transcurrió y las cosas fueron más sencillas de lo que pensó al principio; la cara de Robert no delató emoción alguna, pero eso era mucho mejor que escuchar sus gritos.

—No estuvo mal, así que lo dejaremos por el día de hoy— el coreógrafo se frotó el cabello, —mañana los quiero a las ocho de la mañana, practicaremos hasta que el cuerpo aguante.

—Claro, cómo tú sólo estarás sentado— murmuró uno de los bailarines secundarios.

—Ya quisiéramos verte dando un salto— agregó otra en un susurro mientras bajaban del escenario y se dirigían a sus casilleros.

—Leandro— le habló Jelena con una sonrisa, —te dije que todo saldría bien—; todos los demás habían comenzado a guardar sus cosas con prisa; eran casi las siete de la tarde y la temperatura comenzaría a disminuir considerablemente.

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